Dos ingenieros trabajan en el instrumental de 'Ingenio' en una sala blanca de Sener en Tres cantos y Demetrio Zorita SENER

«Es un riesgo que siempre está ahí»

La firma vasca Sener ha desarrollado los telescopios gemelos del primer satélite 100% español, un reto al que sus ingenieros han dedicado 200.000 horas

Miércoles, 18 de noviembre 2020, 00:42

«Nos ha llevado ocho años de trabajo. Sólo en Sener, 200.000 horas de ingeniería», dice Demetrio Zorita, director de proyecto de 'SEOSat-Ingenio' en la tecnológica vasca. Ayer fue un día triste para quienes han trabajado en el proyecto más ambicioso de la ... industria aeroespacial nacional. El Satélite Español de Observación de la Tierra ('SEOSat', por su nombre en inglés) se perdió ocho minutos después de despegar desde el espaciopuerto de Kourou, en la Guayana Francesa. «Es un riesgo que siempre está ahí», reconoce Zorita. Y es que todo lanzamiento espacial conlleva un posible fracaso.

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Nuestro país cuenta con un potente sector aeroespacial que participa desde hace décadas en proyectos internacionales. Sener, por ejemplo, ha suministrado más de 275 equipos y sistemas para vehículos y satélites de la NASA, la ESA, JAXA y Roscosmos, además de para proyectos de empresas e instituciones científicas. Pero 'Ingenio' era un gran salto adelante para nuestra industria. Se trataba del primer satélite cien por cien español, con todo lo que eso supone de desarrollo tecnológico propio.

«España tiene satélites en propiedad, pero hasta ahora los había encargado a empresas extranjeras»

Hito

«España ha tenido y tiene otros satélites en propiedad, pero hasta ahora los había encargado a empresas extranjeras. Además, hay satélites universitarios y pequeños proyectos con autoría española. Pero con 'Ingenio', por primera vez, la industria española ha liderado y gestionado la construcción de un satélite de esta complejidad y tamaño», apunta Zorita. Encargado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, con un coste de 200 millones de euros y del tamaño de una furgoneta pequeña, el satélite iba a vigilar la Tierra desde 670 kilómetros de altura gracias a imágenes de «muy alta resolución, de 2,5 metros por píxel».

Telescopios gemelos

El proyecto era multimisión, ya que tenía previsto cubrir las necesidades de Administraciones públicas y centros de investigación, desde cartografía y urbanismo hasta vigilancia costera, gestión de recursos hídricos y de catástrofes. «Era capaz de tomar 600 imágenes diarias en pancromático (blanco y negro), básicamente para cartografía y urbanismo, y en multiespectral (color), que proporcionarían datos sobre agricultura, medio ambiente...», explica el ingeniero.

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El principal contratista era la filial nacional de Airbus Defence and Space -la antigua CASA-, encargada de la construcción de la plataforma y responsable de un proyecto en el que han participado once empresas españolas. Sener ha sido la contratista principal del instrumental, es decir, la constructora de los dos telescopios gemelos que iban a hacer de 'Ingenio' un vigilante de la Tierra. Y el montaje de esos instrumentos se ha hecho en las salas blancas que la ingeniería vizcaína tiene en Tres Cantos (Madrid) y en Francia. «La instrumentación óptica que hemos desarrollado es muy complicada. Hay muy pocos actores en el mundo que la dominen y tiene muchos desafíos tecnológicos. Es un campo de minas», asegura Zorita.

Se ha desarrollado en óptica una capacidad tecnológica al alcance de muy pocos países

Conocimiento

Por si eso fuera poco, «es un campo sobre el que el conocimiento no se comparte y además hay restricciones a su exportación» para evitar el uso civil o militar indeseado. «Eso obliga a desarrollar las capacidades de forma autónoma». El avance en I+D+i que ha supuesto la construcción de los dos telescopios de 'Ingenio' ha proporcionado a nuestro país una capacidad tecnológica que ahora sólo tienen «Francia, Israel, Estados Unidos, Corea del Sur, Rusia, probablemente, y algún otro país».

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Los telescopios debían ser muy estables, sobrevivir al lanzamiento y, ya en órbita, a grandes cambios de temperatura. «Tenían que mantenerse muy precisamente alineados sus espejos y sin deformaciones. Los espejos distan entre ellos un metro y no pueden separarse o acercarse más de 3 micrómetros, 3 milésimas de milímetro. Además, no se admitían deformaciones de los espejos del orden de 10 nanómetros. Un nanómetro es la milmillonésima parte del metro. Estamos hablando de deformacioness infinitesimales. Eso ha sido lo más difícil de conseguir. Si apretabas un poquito de más un tornillo, podía deformar el espejo infinitesimalmente y dar al traste con sus prestaciones».

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