Las excavaciones de la cueva búlgara de Bacho Kiro. Fotos: Marek Jantač / Željko Režek, MPI-EVA Leipzig

Los primeros europeos de nuestra especie tenían parientes neandertales muy próximos

Dos estudios genéticos apuntan a una colonización del continente en oleadas y con cruces habituales entre las dos especies

Jueves, 8 de abril 2021, 00:32

El cráneo checo de hace más de 45.000 años.

Dos estudios genéticos de los restos más antiguos de humanos modernos descubiertos en Europa demuestran que la historia de la colonización del continente por el 'Homo sapiens' fue en oleadas y compleja. Los trabajos, que se publican en las revistas 'Nature' y 'Nature Ecology & Evolution', ... apuntan además a que los cruces con los neandertales, que se extinguieron hace unos 40.000 años, pudieron ser comunes y que los primeros colonizadores tenían ancestros de esa especie muy próximos. En uno de los casos, el ADN neandertal ha ayudado a los científicos a corregir un error de datación por contaminación de decenas de miles de años.

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Los científicos saben desde 2010 que todos los humanos no africanos tenemos entre un 2% y un 3% de genes neandertales. Además, melanesios y australianos poseen entre un 4% y un 6% de genoma denisovano -otra subespecie del género 'Homo'-, unos pigmeos asiáticos tienen ADN de un homínido desconocido y los antepasados de las poblaciones subsaharianas actuales se cruzaron con otro homínido desconocido. Como especie, somos un mosaico de subespecies, un 'Homo' con muchos apellidos de distintos orígenes.

Los fragmentos de ADN neandertal de una mujer que vivió en lo que hoy es Chequia en el Paleolítico Superior han permitido identificarla como uno de los pioneros, de los primeros de nuestra especie en asentarse en Europa. Vivió hace más de 45.000 años en la actual Bohemia Central y gran parte de su cráneo se descubrió entre 1950 y 1953 en la cueva de Zlatý kůň (caballo dorado en checo), cerca del pueblo de Koněprusy.

El cráneo de la mujer -a la que se ha bautizado con el nombre de la cavidad donde se encontró- presenta rasgos propios de los pobladores de Europa de hace más de 30.000 años, pero la datación por radiocarbono lo rejuvenecía hasta hace solo unos 15.000. Esa discrepancia inexplicable la resuelve esta semana un estudio liderado por Kay Prüfer y Cosimo Posth, del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana, que publica 'Nature Ecology & Evolution'. «Encontramos evidencia de contaminación de ADN de vaca en el hueso analizado, lo que sugiere que un pegamento a base de bovino usado para consolidar el cráneo daba fechas de radiocarbono más jóvenes que la edad real del fósil», explica Posth. Cuánto más joven se ha podido determinar gracias al genoma de la mujer.

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Los individuos de la cueva de Bacho Kiro tenían familiares neandertales seis generaciones atrás

Mestizaje

Legado genético

Aunque tiene la misma proporción de ADN neandertal (3%) que otro fósil humano moderno no africano de hace unos 45.000 años, el de Ust'-Ishim (Siberia), sus segmentos de ascendencia neandertal son en promedio mucho más largos. Basándose en eso, los autores calculan que Zlatý kůň vivió unos 2.000 años después de un cruce entre neandertales y sapiens, y sostienen que su genoma es el humano más antiguo conocido fuera de África.

A los investigadores les intriga que no haya rastro genético de esa mujer y otros de aquellos primeros colonos en poblaciones posteriores, algo que especulan que podría deberse a que hace 39.000 años la supererupción de la Ignimbrita Campana, cerca del actual Nápoles, diezmó a nuestros antepasados. Esa gigantesca erupción lanzó a la atmósfera una columna de gases, cenizas y rocas que alcanzó los 44 kilómetros y cubrió con cenizas un área de más de 3 millones de kilómetros cuadrados, desde el Mediterráneo hasta Siberia

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Los autores del otro estudio, cuyos resultados publica 'Nature' y en el que ha participado el genetista Svante Pääbo, han analizado los restos de tres humanos modernos procedentes de la cueva búlgara de Bacho Kiro. Según el radiocarbono, vivieron hace entre 45.930 y 42.580 años. A diferencia de los individuos de Ust'-Ishim y Zlatý kůň, que no contribuyeron genéticamente de forma detectable a poblaciones posteriores, los de Bacho Kiro «están más estrechamente relacionados con las poblaciones actuales y antiguas de Asia oriental y América que con las posteriores poblaciones de Eurasia occidental. Esto indica que pertenecían a una migración humana moderna que no se conocía previamente a partir del registro genético».

Mateja Hajdinjak, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, y sus colaboradores han descubierto que los tres individuos de la cueva búlgara tenían entre el 3% y el 3,8% del ADN neandertal. A partir de la distribución de ese material genético, calculan que uno de los sujetos tenía un antepasado neandertal no más allá de seis generaciones hacia atrás y los otros, no más de siete generaciones hacia atrás. Según los autores, esto confirma que «la mezcla entre los neandertales y los primeros humanos modernos que llegaron a Europa fue quizás más común de lo que a menudo se supone».

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