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Siete meses después de tocar el asteroide Bennu para tomar muestras de su superficie, la sonda 'OSIRIS-REx' encendió el lunes a las 22.23 horas sus motores durante siete minutos para poner rumbo a casa. La nave de la NASA se aleja ya ... de la roca a unos 1.000 kilómetros por hora, en un viaje hacia la Tierra que le llevará más de dos años. Si todo sale bien, la cápsula con su preciada carga descenderá en paracaídas en el desierto de Utah (EE UU) el 24 de septiembre de 2023.
Del tamaño de un todoterreno y con seis instrumentos, 'OSIRIS-REx' despegó el 8 de septiembre de 2016 y orbitaba Bennu desde diciembre de 2018. El 20 de octubre pasado, tras varios cambios de trayectoria, recogió sus paneles solares y adoptó la forma de un Ala-Y -el caza de 'La guerra de las galaxias'- para dejar en su parte inferior extendido el brazo que tenía que tocar el asteroide. Descendió, tocó la roca y ascendió con más de 60 gramos de polvo y rocas. El encuentro ocurrió a 321 millones de kilómetros de nosotros, más de 800 veces más lejos que la Luna.
«Tenemos una pieza primordial de nuestro sistema solar que regresa a la Tierra, donde muchas generaciones de investigadores podrán descubrir sus secretos», destacó ayer Thomas Zurbuchen, administrador asociado de la Dirección de Misiones Científicas de la NASA. Bennu es una roca casi esférica de unos 500 metros de diámetro que se formó en los primeros 10 millones de años del Sistema Solar. Desde entonces, hace 4.600 millones de años, no ha sufrido alteraciones en su composición, así que es un fósil de nuestro vecindario en sus inicios. «Es una piedra Rosetta que está ahí fuera. Cuenta la historia de la Tierra y del Sistema Solar durante los últimos miles de millones de años», decía Zurbuchen en octubre. La misión persigue analizar muestras del asteroide para ahondar en el conocimiento de los orígenes del Sistema Solar, además del riesgo que estos objetos pueden suponer para la Humanidad.
La NASA tenía previsto que la nave emprendiera la vuelta a casa en marzo, pero la despedida se retrasó hasta anteayer para aprovechar el mejor alineamiento entre Bennu y la Tierra. Las cámaras de navegación que habían servido para orientar la nave con respecto al asteroide se apagaron el 9 de abril. Desde entonces, los ingenieros han usado la Red de Espacio Profundo de la NASA -con antenas en Goldstone (EE UU), Robledo de Chavela (España) y Canberra (Australia)- para dirigir la 'OSIRIS-REx' mediante señales radio.
Los técnicos de la misión necesitarán a partir de ahora encender los motores de la nave de vez en cuando para corregir su trayectoria. El objetivo es que libere su cápsula con material del asteroide en la atmósfera el 24 de septiembre de 2023, pero, si algo fallara, podría haber un segundo intento en 2025. Además, aunque la sonda dispone de combustible de sobra, el equipo intenta gastar lo menos posible de cara a intentar una toma de muestras de otro asteroide
Descubierto en 1999, Bennu es potencialmente peligroso, ya que su órbita cruza la de la Tierra. Los científicos calculan que hay una posibilidad entre 2.700 de que choque contra nuestro planeta a finales del siglo XXII.
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