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Lo bautizaron en 1858 como 'Canis dirus'. Literalmente, perro terrible. Y se conoce como lobo gigante o terrible. «Si el actual pesa unos 40 ... kilos, este pesaba 60 o 70. Era un animal poderoso, un hipercarnívoro», indica el paleontólogo mallorquín Pere Bover. Basándose en su morfología, los biólogos creían que era primo hermano del lobo, pero un estudio genético que publica hoy la revista 'Nature' demuestra que no. «Es un primo muy lejano», afirma el científico español, investigador ARAID del Instituto Universitario de Ciencias Ambientales de la Universidad de Zaragoza y uno de los coautores del hallazgo.
'Canis dirus' es el lobo más grande que ha existido. En él se inspiró George R.R. Martin para los lobos huargo de 'Juego de tronos', que en el original inglés se llaman 'direwolves', es decir, lobos terribles. Vivió en la Norteamérica de la megafauna hasta hace unos 13.000 años, durante la última Edad del Hielo. En un mundo mucho más frío que el actual, sus presas eran mastodontes, caballos, camellos, perezosos terrestres y bisontes, y su principal competidor, el tigre dientes de sable ('Smilodon fatalis'). Los primeros fósiles de la especie se desenterraron en Estados Unidos en 1854. El yacimiento más rico son los pozos de alquitrán de Rancho La Brea, en Los Ángeles, donde también quedaron atrapados sus competidores y presas. A pesar de que solo en ese lugar se han recuperado restos de más de 4.000 lobos gigantes, los científicos sabían hasta ahora muy poco de su evolución.
«Los lobos terribles siempre han sido una representación icónica de la última Edad del Hielo en las Américas, pero lo que sabemos sobre su historia evolutiva se ha limitado a lo que podíamos deducir del tamaño y la forma de sus huesos», reconoce Angela Perri. arqueóloga de la Universidad de Durham. Ahora, un equipo formado por 49 investigadores de nueve países, liderados por ella y por el biólogo Robert Wayne, de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), ha secuenciado el ADN de cinco ejemplares de 'Canis dirus' que vivieron entre hace 50.000 y 13.000 años, y lo ha comparado con los de lobos, coyotes y perros antiguos.
«El descubrimiento más importante es que, a pesar de haber convivido unos 10.000 años con los lobos grises, no se cruzaron con ellos, cuando es algo habitual entre los cánidos», destaca Bover. Los investigadores han determinado que el último antepasado común entre lobos gigantes y grises vivió hace más de 5 millones de años y que las dos especies están tan alejadas genéticamente que la hibridación seguramente no era posible. «Este resultado es consistente con la hipótesis de que los lobos terribles se originaron en las Américas», apunta Wayne. «El lobo huargo sería el último representante de una línea de cánidos exclusiva de Norteamérica», dice Bover.
La familia de los cánidos surgió hace unos 40 millones de años en América del Norte, desde donde se expandió a través el puente de Beringia primero a Eurasia y luego a África. Más tarde, el lobo gris apareció en Eurasia, llegó a Norteamérica cruzando Beringia en sentido contrario a sus antepasados y se encontró allí con el gigante, que habría evolucionado aislado durante millones de años. «Este hallazgo demuestra lo especial y único que era el lobo terrible», dice la bióloga Alice Mouton, de la UCLA. A juicio de Perri, tras este primer análisis de ADN antiguo queda demostrado que la historia de esta carnívoro «es mucho más compleja» de lo que los científicos creían.
Los investigadores consideran, además, que la temprana separación evolutiva del linaje de los lobos gigantes del de los lobos grises y coyotes les podría hacer merecedores de su propio género. «Posiblemente, habría que cambiar el nombre de 'Canis dirus' por el de 'Aenocyon dirus' (lobo terrible). Fue como propuso llamarlo hace más de cien años el paleontólogo John Campbell Merriam para adscribirle a un nuevo género, y luego se opto por el 'Canis'», explica Bover.
Los lobos gigantes desaparecieron al final de la ultima Edad del Hielo sin dejar descendencia, mientras que el lobo gris sobrevivió. «Creemos que su hiperespecialización en grandes presas y la extinción de estas -por el cambio climático, la llegada del humano a América o una combinación de ambos factores- fue lo que condenó al lobo terrible», dice el investigador español, experto en ADN antiguo.
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