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Suele decirse que los dinosaurios se extinguieron porque no tenían un programa espacial. Hace 66 millones de años, un asteroide de 10 kilómetros chocó contra la Tierra en lo que hoy es el golfo de México. El impacto provocó una explosión dos millones de ... veces más potente que la de la Bomba del Zar, el ingenio soviético de 57 megatones lanzado el 30 de octubre de 1961. Abrió un cráter de 200 kilómetros de diámetro, causó megatsunamis y un invierno nuclear, y acabó con el 75% de las especies. Para que no se repita algo así, para que no sigamos los pasos de los dinosaurios, la NASA y la ESA ensayarán en 2022 el desvío de un asteroide.
El elegido es una roca de 160 metros de diámetro que gira alrededor de otra de 750 metros. Este sistema binario, bautizado en 2003 como Didymos ('gemelo', en griego), se considera a todos los efectos un objeto cercano a la Tierra, uno de los 20.000 cometas y asteroides que podrían cruzarse peligrosamente con la órbita nuestro planeta. Aunque no hay ninguno registrado que de aquí a cien años suponga una amenaza para el ser humano, las agencias espaciales estadounidense y europea creen que hay que empezar a poner en marcha un sistema de defensa planetaria frente a estos objetos. «El impacto de un asteroide es el único desastre natural que podríamos evitar, si descubriéramos la amenaza con la suficiente antelación», indicaba la semana pasada Jan Wörner, director general de la Agencia Espacial Europea (ESA).
La nave 'DART' de la NASA, de unos 650 kilos de peso, despegará el 21 de julio del año que viene con rumbo a la pareja de asteroides, que alcanzará en septiembre de 2022. Su objetivo será estrellarse contra el más pequeño para intentar desviarlo de su trayectoria actual. 'DART' ('dardo', en inglés, y acrónimo en esa lengua de Prueba de Redireccionamiento de Asteroide Doble) enviará fotos durante su aproximación, y el impacto será observado por un minisatélite italiano que liberará días antes del choque.
Si todo sale como está previsto, Didymos B, como se conocía hasta hace unos días al asteroide pequeño, tendrá un nuevo cráter a raíz del impacto y su trayectoria variará. Como ya no será el mismo, el martes de la semana pasada la Unión Astronómica Internacional lo rebautizó como Dimorphos ('dos formas', en la lengua de Homero), en alusión a que la roca que visitará la 'DART' no será exactamente la misma que verá la nave europea 'Hera' dos años después. Cuando la sonda de la ESA sobrevuele Dimorphos en 2024, el asteroide será, además, el primer cuerpo cuya órbita ha alterado el ser humano.
«'DART' es un primer paso en las pruebas de desvío de asteroides peligrosos», ha dicho Andrea Riley, responsable de la misión de la NASA. Si un objeto del tamaño de Dimorphos se estrellara contra nuestro planeta, causaría una catástrofe regional. El 30 de junio de 1908 un cuerpo de entre 50 y 190 metros de diámetro explotó sobre la región siberiana de Tunguska y arrasó 2.200 kilómetros cuadrados de bosque. En 2014, el astrofísico británico Brian May, exguitarrista de Queen, Danica Remy, presidenta de la Fundación B612, el astronauta Rusty Schweickart, piloto del módulo lunar del 'Apolo 9', y el cineasta Grig Richters propusieron que, en recuerdo de ese suceso, el 30 de junio se celebrara el Día Internacional de los Asteroides.
La idea fue respaldada por la Asamblea General de la ONU el 6 de diciembre de 2016 «para aumentar la conciencia pública sobre el peligro de impacto de los asteroides». Tres años antes, el 15 de febrero de 2013, una roca de 18 metros se había desintegrado sobre la ciudad rusa de Cheliábinsk, liberando una energía equivalente a la de 500.000 toneladas de TNT, unas 30 veces la bomba atómica de Hiroshima.
Tal día como hoy hace 112 años, el objeto de Tunguska derribó 80 millones de árboles en Siberia Central, provocó un terremoto de grado 5 y las noches siguientes fueron tan brillantes que podía leerse el periódico en las calles de Londres sin necesidad de iluminación artificial. No hay constancia de víctimas humanas del mayor impacto registrado en la Historia; pero, si el objeto de Tunguska hubiera chocado contra nuestro planeta cuatro horas más tarde, habría borrado del mapa San Petersburgo.
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