«Ha llegado la hora de mandar astronautas con discapacidades físicas al espacio» , dijo ayer Jan Wörner, director general de la ESA. En una sucesión de ruedas de prensa virtuales en diferentes idiomas, la Agencia Espacial Europea anunció las directrices del primer proceso de ... selección de astronautas en once años. Una ampliación del cuerpo con la que quiere hacer frente al previsible aumento de misiones tripuladas en esta década y pretende trasladar la diversidad al espacio no solo en lo que a sexos se refiere, sino también en lo que respecta a minusvalías. Por eso, entre los nuevos astronautas habrá uno o más que podrán tener amputado uno o dos pies o una o dos piernas por debajo de la rodilla, tener una pierna más corta que la otra o medir menos de 1,3 metros.
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Puestos: de 4 a 6 astronautas de carrera y 20 de reserva.
Candidaturas: en www.esa.int/yourwaytospace del 31 de marzo al 28 de mayo.
Selección: en seis fases, concluirá en octubre de 2022.
El programa de parastronautas es experimental y todo un hito. «Por primera vez en la Historia, se abre el espacio a gente con discapacidad», destacó Wörner, quien recordó que no es casualidad que dé el paso la ESA. «Para nosotros, la diversidad es un activo», apuntó en referencia a la multiculturalidad de la agencia, integrada por 22 países. La iniciativa suscita «muchas preguntas para las que todavía no tenemos respuestas», reconoció David Parker, director de Vuelos Tripulados y Exploración Robótica. La ESA no dispone, por ejemplo, de naves propias y el programa exigirá adaptaciones en las de sus socios. «La agencia va a a poner mucho esfuerzo y entusiasmo en este proyecto pionero, que es un gran reto», aseguró Rosario Martín Sánchez, responsable de la Unidad de Seguridad Social y Políticas Relacionadas de la ESA.
Los parastronautas, cuyo perfil podría ampliarse en el futuro, deberán cumplir los mismos requisitos que el resto de sus colegas: tener menos de 50 años, un máster en ciencias o ser piloto de pruebas, tres años de experiencia laboral, hablar inglés y otro idioma, estar en buena forma, ser psicológicamente estables, no sufrir adicciones, estar dispuestos a viajar y pasar largos periodos fuera de casa, integrarse en equipos interdisciplinares e internacionales, y saber trabajar bajo presión. «Hay muchas cosas que puedes hacer en la Estación Espacial Internacional (ISS), aunque no tengas las dos piernas. No me preocupa en absoluto volar con una persona con discapacidad», dijo el astronauta inglés Timothy Peake. «Cuando volamos al espacio somos todos discapacitados», subrayó la italiana Samantha Cristoforetti, única mujer del cuerpo, en la actualidad formado por ella y seis hombres. La ESA también quiere equilibrar la balanza sexual. «Animamos a presentarse a las mujeres», fue una de las frases más repetidas ayer.
Los aspirantes tendrán que presentar sus candidaturas a través de la web de la agencia entre el 31 de marzo y hasta el 28 de mayo. El primer paso será mandar el currículo, una carta con los motivos, el pasaporte y un reconocimiento médico. La última vez se presentaron 8.500 candidatos y ahora la ESA espera que sean más. Al final del proceso de selección, habrá de cuatro a seis nuevos astronautas de carrera, que garantizarán el relevo generacional del cuerpo, y otros veinte de reserva -parastronautas incluidos- que participarán en misiones concre tas.
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«Es más dificil ser seleccionado que ser astronauta», dijo el alemán Matthias Maurer desde el Centro Espacial Johnson, donde se prepara para su próxima misión, para animar a que se presente todo el que sueñe con viajar al espacio. Los elegidos se someterán luego a un largo entrenamiento en las instalaciones de la ESA y de sus socios estadounidenses, rusos y japoneses.
Con el aumento de plazas en vuelos tripulados consecuencia de la incorporación de agentes privados comO SpaceX y otros, y de la futura nave Orión -un proyecto de la NASA y la ESA-, los astronautas europeos seguirán viajando a la ISS, pero con la mirada puesta en la Luna. Matthias Maurer recordó que la agencia tiene ya tres asientos reservados en viajes a la estación Gateway, que se construirá en órbita lunar, y es más que probable que, cuando llegue el momento, alguno de los siete ahora en activo pise el satélite. «Necesitamos nuevos astronautas para garantizar la continuidad y la transferencia del conocimiento», dijo Wörner, para quien lo de menos es la nacionalidad de los seleccionados, aunque también ahí se tienda a la diversidad. «Tenemos astronautas europeos con diferentes pasaportes», afirmó, apostrando por el europeísmo.
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