Pequeños pero matones. Es lo que se suele decir de las personas más bajitas. Una cosa compensa a la otra. Y en España hay muchas más personas con carácter que en el resto de Europa. Y eso que la buena alimentación de los últimos años ... ha permitido ganar unos centímetros a la media nacional de 174 en el caso de los hombres y 163 en el de las mujeres. En todo caso, la histórica apreciación de que los ciudadanos del resto del viejo continente son más altos que nosotros no es una simple leyenda urbana. Los científicos no sólo lo corroboran, también han aportado la explicación a esta diferencia de estatura entre unos y otros.
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Un estudio de las Universidades de Cambridge, Copenhague y California Berkeley, que incluye la creación del banco de ADN antiguo más grande del mundo, ha servido para aportar luz al asunto. Los resultados, publicados por la revista 'Nature', han sido difundidos por el divulgador Jorge Alcaide, en el programa 'La Linterna' de la Cadena Cope. Según estos científicos, la diferencia de altura se debería en la herencia genética repartida a lo largo y ancho de la geografía europea y en la que, en cuestión de altura, parece que nos habríamos llevado la peor parte. De hecho, la media de los paises de la OCDE es 1,77 centímetros para los hombres y 164 para las mujeres.
Tras analizar 5.000 restos humanos de miles de años de antigüedad, se da por hecho de que las migraciones de población fueron distintas en el norte y en el sur de Europa. Hace 45.000 años se movilizaron seres humanos procedentes de Eurasia, que se asentaron en el norte de Europa, Oriente Medio y la estepa siberiana . Cada una de estas familias contaban con «diferencias de herencia genéticas», según Alcaide, lo que explicaría las distintas estaturas y tonos de piel entre países, dependiendo de quienes llegaran a cada una de ellos, ya que el intercambio entre las distintas comunidades no fue homogéneo.
Además de saber más sobre nuestros orígenes, un banco de ADN tan antiguo puede ayudar a saber por qué algunos europeos son más propensos a padecer ciertas enfermedades como diabetes, alzhéimer, depresión o esclerosis múltiple. En este último caso, los genes de esta dolencia pertenecían a la llamada cultura Yamna, asentada hace más de 5.000 años en la estepa de Ponto (entre las actuales Ucrania, Rusia y Kazajistán), lo que explicaría que sea más frecuente en el norte de Europa que en el sur. En concreto, se registran el doble de casos en la primera zona.
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Por todo ello, esta investigación genetista «nos ayuda a buscar un lugar al que atacar, qué genes podemos inhibir, qué moléculas, qué fármacos pueden utilizarse para compensar los efectos que esos genes producen en el cuerpo», señala el periodista y divulgador científico. Una pieza más que servirá en un futuro para diseñar nuevos tratamientos más efectivos para enfermedades tan graves como la esclerosis múltiple.
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