
Charles Fort, el creador de lo paranormal
El primer ufólogo ·
Visitantes de otros mundos, combustiones espontáneas, lluvias de sangre... todo está en los libros de este autor nacido hoy hace 150 añosSecciones
Servicios
Destacamos
Edición
El primer ufólogo ·
Visitantes de otros mundos, combustiones espontáneas, lluvias de sangre... todo está en los libros de este autor nacido hoy hace 150 añosEl canon paranormal nació en las salas de lectura de la Biblioteca Pública de Nueva York y de la Biblioteca del Museo Británico a principios ... del siglo XX. Lo trajo al mundo un buscador de noticias raras en periódicos y revistas. Se llamaba Charles Fort (1874-1932). Él abrió los expedientes insólitos que obsesionaron décadas después al agente Fox Mulder. Fort creía que la realidad no es lo que parece y lo plasmó en cuatro libros. Son obras en las que hay naves extraterrestres en los cielos, visitas alienígenas en la antigüedad, desapariciones misteriosas, lluvias de ranas, combustiones espontáneas… «Percibió una realidad que había sido ignorada por científicos e historiadores», según el periodista y ufólogo John A. Keel (1930-2009).
«Pienso que pertenecemos a algo. Que antiguamente la Tierra era una especie de tierra de nadie que otros mundos exploraron, colonizaron y se disputaron», afirma Fort en 1919 en 'El libro de los condenados', un farragoso compendio de hechos repudiados por la ciencia. Cree que en el pasado algunos extraterrestres pudieron vivir entre nosotros sin medios artificiales de adaptación, pero otros no. «¿Cómo podrían respirar nuestro aire atenuado los visitantes venidos de una atmósfera gelatinosa? Quizá con máscaras. Como aquellas que se han encontrado en los antiguos depósitos. Algunas eran de piedra, y son atribuidas a un atavío ceremonial de las poblaciones salvajes», dice, anticipándose décadas a autores como Louis Pauwels, Jacques Bergier y Erich von Däniken.
'El libro de los condenados' entusiasma al novelista Theodore Dreiser, que considera a Fort «la figura más fascinante desde Poe». «De ahora en adelante soy forteano», sentencia tras leerlo Ben Hecht, artífice de películas como 'La ley del hampa' y 'Ángeles sobre Broadway', a quien el nuevo autor gusta «más que cualquier hombre que haya escrito libros en este mundo». Sin embargo, para H. G. Wells, Fort es «uno de los más condenados aburridos que jamás han coleccionado recortes de periódicos viejos» y escribe «como un borracho». Y el periodista y ensayista H. L. Mencken ve en él a alguien «enormemente ignorante de la ciencia elemental».
Charles Hoy Fort nace en Albany (Nueva York) el 6 de agosto de 1874, en una familia de tenderos acomodados de ascendencia neerlandesa. El mayor de tres hermanos, su madre muere cuando tiene cuatro años. Sufre a un padre autoritario y, con el sueño de ser naturalista, se dedica durante una época a coleccionar pajarillos que caza primero con una honda y después con una carabina. Le gusta leer y escribir, pero abandona los estudios antes de graduarse y, tras hacer sus pinitos como periodista en un diario local, a los dieciocho años su padre lo manda a Nueva York con el abuelo materno.
Entra a trabajar en otro periódico. No aguanta ni un año. A los diecinueve, se embarca en un viaje alrededor del mundo gracias a una asignación mensual de 25 dólares de su abuelo. Recorre Estados Unidos. Visita Escocia, Gales, Inglaterra… La aventura acaba en Sudáfrica dos años después. Contrae la malaria y tiene que volver a casa. De regreso a Nueva York, se reencuentra con una amiga de la infancia, Anna Filing, que le cuida hasta que se recupera. Se casan en octubre de 1896 y se instalan en el Bronx.
El matrimonio sobrevive a duras penas con los empleos ocasionales de él y los cuentos que vende a revistas de vez en cuando. Enfrascado en una autobiografía que nunca publicará, trata de alistarse para la guerra de Cuba, pero le rechazan por problemas de la vista. «Durante años, la pareja vive al borde de la pobreza», asegura el editor y crítico de ciencia ficción Damon Knight en 'Charles Fort. Prophet of the unexplained' (Charles Fort. Profeta de lo inexplicado, 1971). Según Knight, tanta era su necesidad que, cuando llovía, los agujeros en las suelas de los zapatos impedían a Fort salir a buscar trabajo.
En 1906 empieza a frecuentar la Biblioteca Pública de Nueva York, a la búsqueda de historias raras en periódicos y revistas. Lluvias de sangre y de animales, batallas celestes, huellas extrañas, monstruos… Anota cada suceso en una ficha y las archiva en cajas de zapatos. Publica una novela en 1909. Es un fracaso. En 1915 comienza a trabajar en dos manuscritos, 'X' e 'Y', basados en sus fichas. En 'X', que escribe en dos meses, sostiene que los marcianos controlan a distancia a la humanidad; en 'Y', propone la existencia de una civilización malvada en el Polo Sur.
Manda los manuscritos a Dreiser, a quien diez años antes había conocido y cautivado con su estilo literario, y encuentra en él un lector entregado. El novelista considera 'X' «un libro notable». Aventura que se venderán «cientos de miles de ejemplares» y asume la tarea de dar con un editor. No lo consigue. Ninguno de los grandes sellos lo quiere. Desanimado, en junio de 1916 Fort reclama a Dreiser los originales y los quema. Poco antes, muere su tío Frank y hereda una tienda y una importante cantidad de dinero, legado al que suma medio año después parte del de su hermano Clarence, que fallece por neumonía. El pobre Fort puede vivir de las rentas y dedicarse a escribir. «De las cenizas de 'X' e 'Y' surgió 'El libro de los condenados' cuatro años más tarde», afirma el estudioso mexicano Luis Ruiz Noguez en su libro '¡He descubierto 'Z'! La historia de Charles Fort' (2017).
'El libro de los condenados' se publica porque Dreiser lanza un ultimátum a su editor, Horace Liverigh: «Si no lo publicas, me perderás a mí». Sale a la venta en enero de 1920. Es otro fracaso. Ni siquiera se agota la primera edición, de solo mil ejemplares. Fort se deprime y quema las 40.000 notas sobre sucesos extraños recopiladas durante años. Pero los condenados están ya en marcha, como dice al inicio de la obra: «Una procesión de condenados. Por condenados, entiendo a los excluidos. Tendremos una procesión de todos los datos que la ciencia ha tenido a bien excluir. Batallones de malditos, dirigidos por los descoloridos datos que yo he exhumado, se pondrán en marcha. Unos lívidos y otros inflamados y algunos podridos».
Los objetos, piedras y animales que en ocasiones llueven del cielo proceden de otros mundos y caen de un supermar de los Sargazos espacial; no son meteoritos ni han sido levantados al aire por tornados. Algunas misteriosas inscripciones antiguas son obra de seres de otros planetas que visitaron el nuestro en el pasado. Naves de otros mundos visitan la Tierra en la actualidad y algún día nosotros haremos lo propio. «El poder que ha decretado que todas estas cosas sean condenadas es la ciencia dogmática», escribe Fort, adelantándose décadas también en esto a ufólogos, parapsicólogos, atlantólogos y demás.
El matrimonio se muda en 1921 a Londres, donde él persigue los hechos condenados en la Biblioteca del Museo Británico. No retrocede en el tiempo más allá de 1800. Con una segunda remesa de sucesos, compone 'Nuevos mundos' (1923), libro donde sostiene que seres extraterrestres han intentado repetidamente comunicarse con nosotros. La pareja regresa en 1929 a Nueva York. Dos años después, coincidiendo con la llegada a las librerías de 'Lo!' (¡Mirad!, 1931), obra en la que Fort inventa el teletransporte, el publicista Tiffany Thayer impulsa la creación de la Sociedad Forteana. Entre sus fundadores, están Dreiser y Hecht. Más tarde se suman al grupo el escritor Vincent Gaddis -que bautizó el triángulo de las Bermudas en 1964-, el biólogo Ivan T. Sanderson -buscador del abominable hombre de las nieves- y el arquitecto Frank Lloyd Wright.
Fort trabaja sin parar. En enero de 1932 acaba su último libro, 'Wild talents' (Talentos salvajes, 1932). Ve cada vez menos. Cae enfermo. Se siente sin fuerzas. Su salud se deteriora día a día, pero no va al médico. El 3 de mayo sufre un colapso, ingresa en el Hospital Real del Bronx y muere horas después de ver las primeras pruebas de imprenta de 'Wild talents', su obra póstuma.
Charles Fort fue el primer ufólogo mucho antes de que los platillos volantes irrumpieran en nuestras vidas. Y, sin él, probablemente no hubiera existido 'El retorno de los brujos' (1960), la obra de Louis Pauwels y Jacques Bergier que hizo a Occidente zambullirse en lo oculto y cuyos autores le consideraban su maestro. «'El libro de los condenados' se convirtió en el evangelio de los posteriores escritores sobre lo paranormal», dice Jim Steinmeyer en 'Charles Fort. The man who invented the supernatural' (Charles Fort. El hombre que inventó lo sobrenatural, 2008).
No solo eso. Sus ensoñaciones impregnan además la literatura de ciencia ficción. «Ninguna idea me ha fascinado tanto como la de la vida extraterrestre flotando en el espacio, y he disfrutado leyendo sobre estos dudosos fenómenos en obras excéntricas como 'El libro de los condenados' y 'Nuevos mundos', de Charles Fort», reconoció H. P. Lovecraft, uno de los maestros del género. Para él Fort era «un chiflado curioso, probablemente sincero, pero infinitamente crédulo».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones para ti
El ciclista vasco atropellado en Alicante murió tras caer varios metros al vacío
Alejandro Hernández y Miguel Villameriel
Favoritos de los suscriptores
Noticias recomendadas
El ciclista vasco atropellado en Alicante murió tras caer varios metros al vacío
Alejandro Hernández y Miguel Villameriel
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.