Cerco a la reina de África

Un tribunal de la excolonia portuguesa acaba de ordenar la incautación de los mismos, la congelación de sus cuentas bancarias y la confiscación de su participación en múltiples compañías de ese país africano, que incluyen el gigante de las telecomunicaciones Unitel, el Banco de Fomento de Angola (BFA), una cadena de supermercados y una cervecería. Esta medida forma parte de la campaña anticorrupción emprendida por el sucesor de su padre en el Gobierno, Joao Lourenço. Cuidadosamente seleccionado por Dos Santos para reemplazarle al frente de la nación a su marcha, tras 38 años de autoritarismo y saqueo, el elegido se ha vuelto contra el antaño omnipotente clan. Ahora, el hijo de su predecesor y mentor, José Filomeno dos Santos, está siendo juzgado en Angola por cargos de corrupción, y el vasto imperio empresarial de su primogénita acaba de recibir un jaque. Veremos si acaba en mate. La Administración de Lourenço asegura que debe al país cerca de 850 millones de euros y se ha propuesto recuperarlos.

El trono de la reina de África recibió el primer embite hace un par de años, cuando el recién llegado presidente la apeó de su puesto de responsable de la gallina de los huevos de oro, la petrolera estatal Sonangol. Angola es el segundo productor del continente y el crudo representa el 90% de sus exportaciones. El segundo, la incautación de su fortuna, le acaba de llegar por Navidad.

Isabel dos Santos alega que se trata de «una cacería de brujas por motivos políticos» y, lejos de amilanarse, asegura preparar ya una contraofensiva legal para paralizar los intentos de Lourenço de, según dice, desmantelar sus negocios y «borrar el legado» presidencial de su padre. Refugiada por «motivos de seguridad» en otro país africano que no ha revelado, niega en redondo que su riqueza proceda de las casi cuatro décadas de poder que detentó su padre y durante las cuales Angola pasó de una devastadora e interminable guerra civil a convertirse en la tercera economía africana y en un importante receptor de inversiones chinas.

«Soy capitalista. Creo en los negocios y las inversiones como forma de transformar mi país. Trabajo en el sector privado y así llevo más de dos décadas», se defiende con poco éxito la multimillonaria, habitual de Cannes y amiga de 'celebrities' como Rita Ora.