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Han pasado once años desde que España entera se conmocionara por el asesinato de Asunta Basterra, una niña de 12 años que desapareció el ... 21 de septiembre de 2013 y cuyo cadáver fue encontrado al día siguiente en una pista forestal a las afueras de Santiago de Compostela. Durante el velatorio de la pequeña fue detenida su madre, Rosario Porto, y unas horas después, su padre, Alfonso Basterra. Eran los progenitores adoptivos de una cría a la que, según reza la sentencia que condenó a ambos, drogaron para luego ahogar. El crimen vuelve ahora a la actualidad por el estreno de una serie de ficción, 'El caso Asunta', que Netflix estrena mañana viernes.
Pese a las pruebas en su contra, ninguno de los progenitores admitió un asesinato cuyo móvil se desconoce. Rosario Porto, internada en la prisión de Brieva (Ávila), se suicidó en noviembre de 2020 llevándose consigo la llave de muchas de las incógnitas del caso. Su marido, por su parte, se ha mantenido en silencio.
Alfonso Basterra es un periodista de Bilbao especializado en economía al que la vida llevó a establecerse en Galicia. Allí la pareja adoptó a la pequeña Asunta, una niña originaria de China. Ni durante el juicio ni después de la condena, se ha mostrado colaborador. Sus salidas de las instalaciones penitenciarias de Teixeiro (Coruña) han sido contadas y solo para participar en procesos judiciales o en reconstrucciones del crimen. Nunca ha disfrutado de un permiso.
Su ostracismo es tal que cuando tuvo oportunidad de solicitar el tercer grado penitenciario, en 2018, no lo hizo. Esperó hasta enero de este 2024 para pedirlo, pero Instituciones Penitenciarias no se lo concedió, entre otras cosas, por no mostrar arrepentimiento por el asesinato de su hija.
Con el estreno de la serie el foco se ha colocado sobre él y su peculiar personalidad. Quienes le han tratado hablan de un hombre extremadamente cerrado con un comportamiento conflictivo dentro de la cárcel. Hasta tal punto que, además de haber sido internado en el módulo de aislamiento por enfrentarse con presos y funcionarios, en 2022 fue trasladado a una zona de mayor seguridad después de que le pillasen 'pasando' un objeto no permitido a otro recluso.
Tras la muerte de su esposa estuvo sometido al protocolo antisuicidio. Fue uno de los poco momentos en los que se le vio afectado.
El bilbaíno es un preso conflictivo y vigilado al que le quedan ocho años de condena. Un tiempo en el que, si nada cambia, mantendrá una férrea y solitaria rutina. Porque esa es otra característica de la vida de Alfonso Basterra en prisión: la soledad. No recibe visitas ni correspondencia y es que según han contado a 'La Voz de Galicia' algunos funcionarios de Teixeiro, el reo no se relaciona con otros reclusos.
Los vigilantes creen que se debe «al elevado concepto que tiene de él mismo. Se considera intelectualmente muy superior al resto». Quizás por ello sus días transcurren de la celda a la biblioteca y vuelta para ordenar y leer. »No empatiza con nadie. Va a lo suyo«, cuentan en el mismo medio, que desvela, además, que se ha aficionado a la escritura y que incluso se ha presentado a concursos de relatos convocados por Instituciones Penitenciarias.
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