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La sede de Berrozi surge en un frondoso valle rodeado de montañas. Son 900 hectáreas de suelo, lo que equivale a otros tantos campos ... de fútbol, que se levantan a 800 metros sobre el nivel del mar. Se trata de un paraje natural alavés de gran belleza, situado a muchos kilómetros de distancia del primer núcleo habitado. Un enclave en el que el visitante puede encontrarse con caballos, jabalíes y corzos corriendo entre robles, riachuelos y hayas. Mientras, a pocos metros de distancia, unos ertzainas armados hasta los dientes practican las tácticas necesarias para, por ejemplo, liberar a los rehenes secuestrados por un terrorista en un autobús o se descuelgan sigilosamente por las paredes de un edificio.
Todo eso ocurre en Berrozi, la sede de algunas de las principales unidades de élite de la Ertzaintza. Hablamos de un terreno que el Gobierno vasco compró en 1980. Fue allí donde, de una forma semiclandestina, se formaron los agentes de la unidad especial de seguridad. Eran los primeros berrocis, los hombres que se debían encargar de garantizar la protección de las principales autoridades en los primeros momentos de la democracia. Agentes que se insertaron en la Policía vasca, ya de forma legal, en la tercera promoción en 1984.
Tal vez por su peculiar gestación y por el hecho de que no se haya permitido el acceso a los medios de comunicación durante décadas, las instalaciones de Berrozi han tenido siempre un halo de secretismo. Hoy, casi 40 años después, las cosas han cambiado mucho y las puertas empiezan a abrirse. Las instalaciones tienen poco que ver con los barracones de obra en los que se formaban los primeros ertzainas con nieve, barro y viento. De aquella época sólo se mantiene una pequeña iglesia, que formaba parte del pueblo, el entorno natural y la casa del dueño del terreno, reformada para convertirla en sede de actos y recepciones institucionales. Pero en estos años no sólo han cambiado las construcciones. También las tácticas y técnicas de entrenamiento. Por ejemplo, ya no se realiza la famosa 'cazuela', una exigente prueba que los agentes tenían que superar para ingresar en la unidad. Se trataba de subir por 'la cuesta del francotirador', correr por los montes de las inmediaciones, a menudo cubiertos por zarzas, y volver a la base en menos de dos horas.
En la actualidad, Berrozi es una moderna base policial con campo de tiro, pista de conducción y gimnasios en la que tienen su sede unos 300 policías de los grupos de escoltas, de intervención, de seguridad institucional y de la unidad canina. Distintas secciones que dirige el intendente José Ramón Lezertua y que se coordinan desde el edificio 'barco'. La Ertzaintza abre las puertas de Berrozi a EL CORREO, que realiza un recorrido por la base y asiste a un entrenamiento de la unidad de intervención -Berrozi Berezi Taldea (BBT)-, los 'swat' de la Policía autonómica. «Nos visitan policías de muchos países. La gente no se cree las instalaciones que tenemos aquí», afirma Lezertua.
La unidad de intervención es la más pequeña de Berrozi. Apenas son 23 agentes. Muchos menos que los 135 escoltas, los 107 policías del grupo de seguridad de edificios y los 40 guías caninos que trabajan aquí. Son el «grupo invisible», un equipo listo para actuar las 24 horas del día, pero que en la inmensa mayoría de las ocasiones opera sin que los ciudadanos les observen. Tienen una «vital» importancia a la hora de garantizar la seguridad. «Normalmente, lo que hacemos es apoyar a otras unidades o intervenir en situaciones de máximo riesgo», explica Edorta M., el responsable de los BBT. Su última actuación fue la entrada en unos pisos para detener en San Sebastián a unos atracadores. Pero también realizan vigilancias y tareas preventivas. Por ejemplo, varios de sus tiradores de élite se apostaron en el tejado del BEC de Barakaldo con armas largas de precisión durante la gala de los premios de la MTV.
Conseguir ingresar en los 'swat' de la Ertzaintza es complicado. Los que se presentan tienen que superar exigentes pruebas físicas y técnicas. Y, además, deben demostrar que son personas «muy equilibradas, valientes, comprometidas con el equipo y sosegadas, con gran capacidad de autocontrol». «No queremos 'rambos'», resume el jefe de la unidad. Para ello, también deben sacar adelante un curso de formación, que dura unos 5 meses, en el que los aspirantes son llevados al límite. Por ejemplo, se les obliga a dormir poco durante periodos prolongados y se les somete a situaciones de «mucho estrés» en las que deben actuar rápidamente, con el fin de medir sus reacciones y su capacidad para actuar en operaciones en las que la vida de ciudadanos estén en peligro. La exigencia es tal que en la actualidad los agentes pueden permanecer como máximo 15 años en el grupo.
Una vez superado el curso de formación, los entrenamientos son constantes. Al menos, cuatro días a la semana. Aquí se trata de trabajar en todos los escenarios. En Berrozi cuentan con una torre de 35 metros y un foso en el que ensayan las entradas en las viviendas. También practican mucho el tiro con sus subfusiles HK G-36 y con rifles de precisión. Lo normal son los disparos «quirúrgicos» de entre 75 y 300 metros. Pero los agentes deben ser capaces de acertar a la primera a una chapa de cuarenta centímetros por cuarenta situada a distancias de entre 600 y 800 metros.
Los BBT practican también en escenarios reales. Normalmente, de noche, cuando pueden hacerlo con tranquilidad. Acuden a estaciones de metro, a bancos y a edificios del Gobierno para poder mejorar su reacción en el caso de que, por ejemplo, tuviesen que actuar en un incidente con rehenes.
José Ramón Lezertua es el intendente que dirige la Jefatura Central de Seguridad Institucional, de la que dependen todas las unidades de Berrozi. Lezertua encara sus últimos meses en la Ertzaintza antes de jubilarse. Es un histórico de la Policía vasca que se formó en la primera promoción y que ha pasado por numerosos destinos. De hecho, fue uno de los seis agentes que salió de la academia directamente con el rango de sargento mayor. Según explica, ha llegado el momento del relevo generacional.
300 policías aproximadamente tienen su base en Berrozi. Aquí están los grupos de escoltas (135), de intervención (23), de seguridad de edificios e institucional (107) y la unidad canina (40).
Paraje natural La base se encuentra a 800 metros de altura y consta de 900 hectáreas. Un enclave rodeado de montañas en el que abundan los robles, las hayas y hay numerosos animales como caballos, corzos y jabalíes.
Historia El Gobierno vasco compró el terreno a su propietario en 1980. Aquí se formaron bajo un halo de secretismo los primeros agentes que se encargaron de la seguridad de las autoridades. Estos policías se integraron de forma legal en la Ertzaintza en la tercera promoción, en 1984. Hoy sólo queda de aquello una pequeña iglesia y un chalé.
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