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EL CORREO localizó este lunes a 'don Chemi' en el piso en el que ha vivido toda su vida, situado a diez minutos a pie del colegio en el que trabajó durante 15 años, Salesianos. Unos pocos cientos de metros separan el centro ... de su vivienda, en la segunda planta de un bloque de unos setenta años de antigüedad en el corazón de un barrio en el que casi todo el mundo le conoce. La puerta de su portal parece cerrada, pero en realidad queda siempre semiabierta por algún fallo. El edificio carece de ascensor y tiene escaleras de madera. En los buzones hay algún nombre escrito a bolígrafo. En el suyo solo están grabados sus apellidos. 'Don Chemi' abre la suya de inmediato al escuchar el timbre, mira directamente a los ojos de esta periodista y da los «buenos días» con voz firme, una que podría ser de otro hombre más joven. Está hablando por teléfono con su móvil cuando atiende a la desconocida y su aspecto es el de un hombre más bien menudo y elegante, aunque luce un traje antiguo, como de otro tiempo.
Ha salido a la mañana a realizar algunos recados por la zona, por ejemplo en una farmacia cercana, y acaba de regresar. Por eso está arreglado. Esta reportera le hace saber que trabaja para este periódico, y 'don Chemi', entre sorprendido y disgustado, dice un «muchas gracias» y cierra la puerta. Al de un rato, este periódico realizó un segundo intento para que diera su versión sobre las denuncias de ocho exalumnos que le acusan de presuntos abusos sexuales y físicos cuando eran niños, aunque 'don Chemi' ya no abrió más. Ese piso donde siempre ha llevado «una vida tranquila» es su fortín. El hombre no alterna en los bares. Nunca parece que lo hiciera. Y algunos de los residentes en su misma calle llevan años sin verle. O solo le conocen de vista, mientras que en su bloque hablan de él con aprecio, e incluso reaccionan con lástima al conocer su presunta implicación en el escándalo. Aunque ha compartido su vivienda con algún compañero, reside solo desde la trágica muerte de su padre. «Si es un señor muy majo. Nunca hubiera dicho que fuera capaz de algo así», explicó una joven de su edificio. Su vecino de abajo, directamente, no da crédito. «Es imposible. No me creo ni media. Le conozco desde que era un niño, y es muy buena persona. Le he estado paseando al perro cuando tenía», decía el joven con rabia. La responsable de la farmacia cercana apuntaba entre lágrimas que «es una bellísima y maravillosa persona» y se preguntaba por qué «le denuncian ahora, cuando ya es mayor».
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