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Ubicaciones rodeadas de naturaleza, alejadas de la ciudad y del ruido, en territorios saludables, con pocas aglomeraciones, llamativos paisajes y con la posiblidad de explorar ... rincones desconocidos... Campings y agroturismos comparten estas bondades y el veraneante y el turista lo están apreciando sobremanera en el caso de Euskadi ahora que avanza el estío y de cara a julio y agosto. Estos días los primeros, los campings, están «a tope» y «con mucho volumen de ocupación» en palabras de Juan María Sáez, presidente de la Federación de Cámpings de Euskadi, que aglutina a casi la totalidad de los establecimientos de este tipo que hay en el País Vasco, hasta 22, de los que seis están en Bizkaia, dos en Álava y catorce en Gipuzkoa.
«Esta modalidad es un turismo de cercanía, que transmite seguridad y confianza a los huéspedes. Además, se ve que en pandemia también se ha ahorrado para las vacaciones, porque la respuesta está siendo muy buena. Nuestra valoración es muy positiva. Los datos de julio reflejan un 52% de ocupación, que ya es un 12% más que hace tres veranos; y de un 56% en agosto, que es un 4% más que entonces por estas fechas», avanza por su parte Idioa Ezkurdia, gerente de Nekatur, colectivo que reúne a 241 agroturismos en Euskadi, 67 en Bizkaia (800 plazas), 43 en Álava y 131 en Gipuzkoa.
Para hacerse una idea de la «tendencia al alza» que están siguiendo ahora estos negocios, tanto Sáez como Ezkurdia cotejan los datos que manejan con el mismo periodo de 2019, cuando se dio un verano típico, sin pandemia ni sus consecuentes restricciones.
No pueden guiarse, argumentan unos y otros, por las estadísticas del año 2020, huérfano de turistas extranjeros, con cierre de fronteras y con las dudas sobre cómo se podía acudir a la playa por la crisis del coronavirus. Tampoco con las de 2021, cuando hubo muchísima aceptación «pero porque veníamos de lo que veníamos», coinciden.
También hablan de otra concurrencia. «Lo que ha dejado la pandemia es la tendencia cada vez más acusada a reservar en el último minuto», observa Ezkurdia, desde Nekatur. «Los previsores son cada vez menos, la mayoría espera a última hora y luego cae todo de golpe. Está bien tener gente, pero estamos trabajando muy apurados, hasta asfixiados y con bastante descontrol, porque el mismo viernes vemos lo que nos llega el fin de semana y nos vemos sin personal y sin posibilidad de tenerlo, porque los jóvenes ya no quieren trabajar en esto», añade Sáez, desde los cámpings del País Vasco. «Hemos trabajado abril como si fuera marzo, mayo, como si fuera junio, junio como si fuera julio... Y así vamos con la lengua fuera», reitera la cabeza visible de la Federación de Cámpings de Euskadi, gerente, a su vez, del establecimiento de Zumaia.
Se lleva más que antes, también, en el caso de las casas rurales, el alquiler inmuebles enteros frente a habitaciones. «La mayoría busca un sitio para ellos, sin tener que compartir», dice Idoia Ezkurdia. «Nuestro principal cliente son las familias con niños o, mejor dicho, varias familias con niños que viajan juntas. Y mucha pareja también. El cliente senior prefiere otra época del año. Hace tres años no había tantas familias que se reunían fuera de Navidad y fines de semana», concluye.
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