El cartel de la discordia, con imágenes de mujeres reales que fueron utilizadas y manipuladas sin permiso. E. C.

La campaña en la que todo se ha hecho mal

Expertos en comunicación política califican la iniciativa de Igualdad sobre la diversidad en las playas como un «desastre»

Martes, 2 de agosto 2022, 00:36

«Todo lo que pudo hacerse mal, se hizo». Expertos en comunicación consultados por EL CORREO coinciden en su diagnóstico al valorar la campaña impulsada este verano por el Ministerio de Igualdad. «Es un perfecto desastre», aseguran. El director general de RedLines, César Calderón, experto ... en comunicación corporativa, considera que se han cometido «todos y cada uno de los errores que no deben cometerse cuando se trabaja para la Administración pública». El análisis de la consultora de comunicación política Verónica Fumanal no difiere demasiado. «Suele decirse que el infierno está cargado de buenas intenciones. Es una frase que resume lo sucedido a la perfección», valora.

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El cartel de la polémica se conoció la semana pasada. Bajo el lema 'El verano también es nuestro', la imagen sobre la que pivota la campaña del Ministerio de Igualdad presenta a cinco mujeres de distintas razas que no encajan dentro de lo que se conoce como belleza normativa. No son mujeres esculturales, ni cumplen con los rigurosos patrones que impone el mundo de la moda. Tampoco quieren hacerlo; sino todo lo contrario. Quieren ser ellas.

«Una campaña positiva se ha convertido en un problema por dársela a cuatro amigos»

César Calderón

Director general de RedLines

Disfrutando de un día playa, el cartel, firmado por la agencia Arte Mapache, incluye a tres jóvenes con obesidad, una cuarta que muestra sin complejos el vello de sus axilas y una quinta con un pecho extirpado a causa de un cáncer de mama. Con esta imagen, Igualdad buscaba fomentar, según se anunció, «un verano para todas, sin estereotipos y sin violencia estética contra nuestros cuerpos». Pero se hizo mal. Los expertos consultados por este periódico son tajantes: «Es imposible hacerlo peor».

Retocadas por ordenador

Las imágenes de las protagonistas se obtuvieron de fotografías tomadas a modelos reales, a quienes no se les solicitó autorización para participar en la campaña. Ni a ellas ni a las agencias propietarias de los retratos originales. Los cuerpos de algunas de ellas, además, fueron retocados mediante técnicas digitales para conseguir la imagen que se buscaba. Es decir, que la campaña acabó cayendo en el mismo error que trata de denunciar: los cuerpos imperfectos también pueden ser perfectos. Pero si no lo son, no pasa nada. Se perfeccionan con un programa de ordenador.

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La modelo británica Nyome Nicholas (en la imagen, la mujer de raza negra) fue la primera en denunciar el jueves en su cuenta de Instagram que se había utilizado su imagen sin consentimiento. Al día siguiente, la británica Sian Green Lord (tumbada en la toalla) expresó también su malestar por partida doble. Además de no habérsele informado, los responsables de la campaña pintaron en su sobaco un pelo que ella no tiene y, lo peor, le eliminaron la pierna ortopédica que utiliza desde 2013, cuando la atropelló un taxi de Nueva York. «No sé ni cómo explicar la cantidad de rabia que siento ahora mismo», dijo.

«El político puede no conocer el proceso, pero a alguien tenían que haber cesado»

Verónica Fumanal

Consultora Comunicación Política

El domingo, otra modelo internacional, Juliet FitzPatrick (a la izquierda, de pie) denunció que también su cuerpo había sido editado para pintarle un pecho que ella no tiene. La suya fue una doble mastectomía. La fotógrafa Ami Barwell, autora de la serie 'Mastectomy', advirtió que sus imágenes están «estrictamente protegidas por derechos de autor», que ni el Instituto de las Mujeres, responsable de la campaña, ni Arte Mapache pagaron por utilizar.

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El sector, en cuestión

El Instituto de las Mujeres ha pedido disculpas por el uso de imágenes sin autorización. Por ese encargo, Arte Mapache, propiedad de la activista Gisela Escat, próxima a Unidas Podemos, percibió 4.490 euros del ministerio que dirige Irene Montero; y lo hizo de forma directa, sin que mediase concurso público. La ilustradora ha anunciado que intentará resarcir con ese dinero a las personas y empresas que se han visto damnificadas. Su web, entretanto, ha desaparecido de la Red.

«Es una campaña necesaria, porque la anorexia está creciendo de modo excepcional entre las niñas, pero las cosas hay que hacerlas bien;y esto se ha hecho fatal», critica Verónica Fumanal. El director de RedLines va más allá. «Ha sido un desastre sin paliativos que ha puesto en entredicho el nombre de cientos de empresas de publicidad corporativa españolas con proyección internacional», subraya César Calderón.

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