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Borja Olaizola
Domingo, 26 de enero 2020, 12:50
Hubo un tiempo en que los Polos eran los únicos espacios en blanco que quedaban en los mapas. Los 90 grados N y los 90 grados S, coordenadas que identifican los extremos septentrional y meridional del planeta, pasaron a ser los objetivos más codiciados para ... hombres de ciencia, aventureros, geógrafos y marinos con sed de gloria. La pugna que se abrió para ser los primeros en conquistarlos alumbró algunas de las más grandes y trágicas aventuras protagonizadas por el ser humano.
Dos veteranos montañeros, Sebastián Álvaro y José Antonio Azpiazu, reviven ahora la época de las expediciones polares en el libro 'La vida en los confines de la tierra. Vivencias de exploradores polares para inspirar nuestro día a día'. Además de rendir homenaje a los protagonistas de aquellas gestas, muchos de los cuales dejaron sus vidas bajo el hielo, los autores han puesto el foco en muchos de los valores que desplegaron como antídoto para superar las adversidades de la vida cotidiana.
El libro viene a ser la segunda entrega de 'La vida en el límite de la vida', editado el año pasado y centrado en la épica de la escalada. «Nuestra idea inicial -explica el azpeitiarra Jose Mari Azpiazu- era recuperar el legado alpinístico de la mano de los protagonistas de algunas de las principales gestas vividas en la montaña y salpicarlo con reflexiones que pueden resultar útiles en el día a día. Exponer que la montaña es una buena escuela de vida en la medida en que saca a relucir valores que pueden ayudarnos en nuestra vida cotidiana».
El salto de la épica de la montaña a la de las exploraciones polares era en cierta manera una transición natural que los autores no tardaron en dar gracias sobre todo a los conocimientos y la documentación gráfica de Sebastián Álvaro, creador y director de la serie 'Al filo de los imposible', una referencia en los programas televisivos de aventura. «Como ocurre con los escaladores que ponen a prueba sus límites en la montaña, los exploradores polares muestran unos valores que siguen siendo plenamente vigentes. Sus aventuras son historias inspiradoras para las personas de nuestro tiempo, ya que están tejidas con humanidad y trasladan valores inmortales como la cultura del esfuerzo, el sacrificio, la valentía, el compañerismo, la solidaridad, el trabajo en equipo y un espíritu de aventura y optimismo».
Por las páginas de 'La vida en los confines de la tierra' desfilan figuras como Scott, Amundsen, Peary, Frederick, Nansen y Shackleton, protagonistas indiscutibles de unas epopeyas que eran seguidas desde las páginas de los diarios como auténticas batallas en las que se dirimía el prestigio de los países. «Desde el siglo XVI, la percepción que la sociedad tenía de descubridores y exploradores había cambido mucho», escriben los autores en la introducción. «Ya entonces periódicos y revistas jugaban un papel muy importante en su popularidad. Sus logros podían ser seguidos casi al día por millones de personas que refljaban en ellos, como ocurre hoy con los deportistas, sus deseos y ambiciones. Pero también representaban intereses de naciones y personas».
La tragedia dejaba ver su rostro con frecuencia en aquellas expediciones. «Son sin duda las aventuras más calamitosas protagonizadas por el ser humano», reflexiona Azpiazu. Cuesta entender desde una perspectiva contemporánea las razones que llevaban a los hombres a enrolarse en aquellas expediciones. «En el libro incluimos el texto del anuncio que se publicó para completar la tripulación del 'Endurance', el barco de la expedición de Shackleton, que decía: 'Se buscan hombres para viaje peligroso. Sueldo bajo. Frío extremo. Largos meses de total oscuridad. Peligro constante. Sin garantía de regreso. Honor y reconocimiento en caso de éxito'. A pesar de todo -añade Azpiazu-, se presentaron más de 4.000 voluntarios para cubrir las 28 plazas, lo que explica la expectación que había alrededor de las expediciones polares».
Las penalidades que tuvieron que soportar los exploradores no tienen fin. El porcentaje de fallecidos es tan elevado que podría decirse que el camino a los polos quedó sembrado de cadáveres. La trágica aventura de Scott en el Polo Norte o la expedición perdida de Franklin en busca del paso del Noroeste, el que comunica el Atlántico con el Pacífico a través del Ártico, que se saldó con la desaparición de 128 hombres, dan fe de que Paul-Émile Victor no estaba alejado de la verdad cuando escribió que «nada en la historia de la Humanidad podrá compararse a lo que los hombres han realizado y resistido para conquistar los polos».
El libro está exquistamente editado e ilustrado con espectaculares fotografías, muchas de ellas realizadas por Sebastián Álvaro durante sus incursiones en los territorios polares. «Hemos utilizado la misma fórmula que en 'La vida en el límite de la vida': textos cortos, buenas ilustraciones y citas de los protagonistas que ayudan a contextualizar lo que se cuenta. Es un formato editorial innovador que nos ha dado muchas satisfacciones y que además facilita la lectura. Es un libro para tener en la mesilla y para consultar de vez en cuando, no exige el esfuerzo de una lectura continuada».
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