

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
El cambio climático está en nuestras agendas, los medios de comunicación informan puntualmente, se celebran reuniones a alto nivel, y percibimos la urgencia de iniciar acciones para mitigar sus efectos y también poder adaptarnos. La ciudadanía, quien mas quien menos, nos preocupamos en reciclar, usar menos plástico, reorientar el consumo y contribuir en la medida de lo posible en el camino hacia una sociedad sostenible. Pero el cambio climático es un reto global y un problema que requiere de la coordinación y la cooperación a todos los niveles de decisión. Las posibles medidas a tomar están sobre la mesa y hay que adoptar políticas globales, lo que puede llevar a que nos quedemos esperando a ver lo que deciden desde allí arriba, solicitando a nuestros gobiernos que estén a la altura de las circunstancias y confiando en que muestren sabiduría y generosidad en esta ocasión. El cambio climático es un problema del presente, para hacerle frente es necesario abordarlo desde una mirada sistémica, y cambiar el enfoque del egocentrismo al ecocentrismo.
Ante un problema de estas características hay actuaciones necesarias en muchos sectores, que implican también escalas locales. Este es el caso de los aspectos relacionados con la gestión del territorio: se trata de gestionar y planificar el suelo, tanto rural como urbano para contribuir a la mitigación y adaptación al cambio climático. Este aspecto, que está presente también en la conferencia COP26 sobre cambio climático, se basa en la contribución de los ecosistemas en general y de los bosques en particular para regular el carbono, la temperatura y la contaminación atmosférica.
Las actuaciones que tienen en cuenta las contribuciones de los ecosistemas se denominan soluciones basadas en la naturaleza, y uno de los casos bien conocidos es la utilización de espacios verdes frente al cambio climático en las ciudades. Las áreas urbanas se caracterizan por ser espacios altamente impermeabilizados, con suelos que no transpiran, que los convierten en áreas muy vulnerables al cambio climático (olas de calor, inundaciones, etc.). Sin embargo, también pueden ofrecer oportunidades para revertir los impactos negativos, por ejemplo, a través de la promoción del confort térmico gracias a los espacios verdes. Los parques, jardines, parterres, etc., contribuyen a la fijación de carbono atmosférico, contienen partículas en suspensión, retienen la escorrentía (contribuyendo a gestionar las aguas pluviales) y reducen el efecto de la isla de calor. Los efectos de los espacios verdes son fundamentales y su diseño y gestión pueden abordarse a una escala local, mas cercana a la ciudadanía, siguiendo la máxima de la sostenibilidad: pensar global y actuar local.
Es probable que muchas de las zonas urbanas que existirán en 2050 aún no hayan sido diseñadas y construidas. Esto ofrece notables oportunidades para preservar tanto hábitat natural remanente como sea posible y de restaurarlo, utilizando las soluciones basadas en la naturaleza frente a los desafíos del cambio climático. Las personas en espacios de toma de decisión y la sociedad civil en general, tenemos nuestro papel en esta historia. Cada cual podrá reflexionar sobre su responsabilidad en este reto, aunque es indudable que algunas personas tienen más responsabilidad que otras, dado que así se la ha otorgado la ciudadanía.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.