Antigua foto de promoción de Björk.

Rosalía y Björk declaran la guerra al salmón de piscifactoría

Las artistas han grabado juntas una canción para denunciar las fugas desde los 'corrales' de cría, donde los peces viven hacinados y medicados. Los ejemplares no salvajes, de origen noruego, se encuentran con los que nadan en libertad, islandeses, degradando la especie y transmitiéndoles enfermedades y parásitos

Miércoles, 15 de noviembre 2023, 00:38

Dos caras famosas han servido para dar a conocer un problema que implica mucho más que a los propios salmones. La cantante islandesa Björk, interesada desde siempre en las causas medioambientales, aprovechó las ganas que tenía de colaborar con la artista española Rosalía para lanzar ... una canción contra las piscifactorías de salmón en los fiordos de su país. Allí, una reciente fuga, en agosto, de miles de ejemplares de una 'granja' ha provocado numerosas protestas por las graves consecuencias que puede tener para la población salvaje de esta especie. «Ofrezco una canción que Rosalía y yo cantamos juntas. Las ganancias de la venta de este tema ayudarán a la batalla de la prohibición de cría de peces», escribió Björk en su cuenta de Instagram, donde ha compartido imágenes de ejemplares criados en 'corrales' desfigurados por las enfermedades y los parásitos. Empresas de producción de salmón, sin embargo, niegan que esto sea algo generalizado y llevan muchos años desarrollando distintos mecanismos para luchar, por ejemplo, contra los piojos de mar, con resultados favorables.

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Lo que en un principio puede parecer saludable, tanto para el planeta como para los humanos, como es la acuicultura, algo que se entiende como necesario para paliar la esquilmación de los peces de nuestros mares, lleva aparejadas consecuencias que incluso pueden llegar a empeorar esta situación. David Álvarez Fernández, profesor de Zoología de la Universidad de Oviedo, explica que a pesar de que los salmones que se crían en 'granjas' son de la misma especie que los salvajes, «se ha escogido el fenotipo adecuado para que tengan un crecimiento mayor y más rápido. Una especie de domesticación, seleccionando una determinada línea para su explotación comercial, lo mismo que ocurre con las vacas, los cerdos y los pollos».

Una empresa que se dedica a seleccionar y proveer de huevos de salmón a las piscifactorías, como es Benchmark Genetics, explica cómo es el proceso de selección para la cría: «Las tres cepas que operamos tienen su origen en los ríos salmoneros más importantes de Noruega. Fueron recolectadas y domesticadas para la acuicultura a mediados de los 70 y principios de los 80. Desde entonces, las cepas han experimentado un significativo desarrollo genético por medio de la cría y selección sistemáticas». La compañía también señala en su web los problemas que deben combatir las piscifactorías: «Convencionalmente, los ejemplares reproductores se han estado produciendo en el mar, siendo transferidos a tierra en el último período antes del desove para inducir la maduración mediante la manipulación de la temperatura y la luz. Esta estrategia de producción conlleva riesgos para el productor, ya que los reproductores pasan un año más en el mar, incrementando los riesgos y pérdidas causadas por enfermedades, la introducción de patógenos, la fijación de piojos de mar y los riesgos de escape».

Cuando se produce una fuga de estos individuos, prosigue el profesor de zoología David Álvarez Fernández, al margen de que muchos vayan a morir porque se enfrentan a un medio natural para el que no están preparados, «es posible que otros sobrevivan y se crucen con los salvajes. Y hay distintas poblaciones de salmones libres, unos los de Noruega, acostumbrados a unas condiciones, otros los de más al sur... No es lo mismo un salmón de Asturias que uno de Islandia. Pues al cruzarlos, y se ha intentado muchas veces sin éxito, todas las adaptaciones al medio local que has conseguido al cabo de miles de años se pierden, esos nuevos salmones que surgen de ese cruce ya nos las tienen. Es un problema grave y es normal que se denuncie. Siempre hay fugas, pero a veces son de proporciones gigantescas y el problema entonces se magnifica por diez o por mil, como ocurrió en Islandia». No ha sido el único caso; en Chile, donde también prolifera la cría de salmón, sucedió lo mismo en varias ocasiones.

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Piscifactoría noruega.. Fotolia - AdobeStock

Hay más problemas, claro. Esos animales criados en corrales marinos viven muchísimo más hacinados que si lo hicieran en libertad, lo que provoca que sea más fácil que proliferen las enfermedades y parásitos como el piojo de mar. Una ong ambientalista logró captar un vídeo del interior de una de estas piscifactorías, y lo que se veía eran muchos animales concentrados en un pequeño espacio, la mayoría con heridas en su piel por la acción de estos 'piojos'. Algo que ha provocado que las denuncias vayan también hacia la defensa de estos peces cautivos, víctimas y verdugos a la vez. «Para solventarlo, se les suministran antibióticos y fármacos, como en toda cría industrial - señala el profesor Álvarez-, pues la propagación de enfermedades en un tanque con mucha densidad de individuos es bastante mayor que en la naturaleza. Y esos animales con todas esas vacunas, aunque no sufran las enfermedades las pueden propagar a los salvajes cuando se cruzan, y esos no están preparados para luchar contra ellas. También pueden pasarles los piojos de mar».

Pero hay más. Marta Martín-Borregón, responsable de océanos y pesca de Greenpeace, recuerda que la organización a la que pertenece está en contra de la acuicultura porque, a su juicio, en absoluto contribuye a frenar la sobreexplotación de los mares, sino que la agrava: «Es importante tener en cuenta la cantidad de toneladas de peces que hay que capturar para fabricar las harinas de pescado con las que se alimenta esas granjas». Añade un dato preocupante: un salmón de piscifactoría necesita entre cuatro y cinco kilos de comida que, en su mayoría, se pesca en zonas de África occidental, cercanas a países muy vulnerables que dependen del pescado como única fuente de proteína animal a su disposición. Entonces les estamos quitando el pescado para producir harina para engordar a nuestros peces. Seguimos esquilmando los océanos y generando daños a nivel social a poblaciones vulnerables, porque con la cantidad de pescado que se captura para engordar los salmones de Europa, se podría alimentar a 33 millones de personas en África. Es un poco surrealista«,

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Imagen compartida por Björk de un salmón de piscifactoría desfigurado por los parásitos.

Sin olvidar la contaminación que generan las piscifactorías, asegura Martín-Borregón: «Se producen muchos nitratos en las zonas en las que están las granjas, hablo de la famosa eutrofización de las aguas, que genera muchos daños en las zonas aledañas. Está demostrado que la biodiversidad en las áreas en las que se instalan en las granjas de acuicultura disminuye considerablemente. Por ejemplo, en Canadá y en Chile se demostró que había bajado un 50%, pues otras especies se alejan de esas zonas».

Incide la experta de Greenpeace en que lo que hay que hacer para frenar la esquilmación de nuestros océanos es «reducir el consumo de pescado, como también el de carne, en general el de proteína. Y el pescado que consumamos, que sea local, de proximidad y de temporada, porque en el pescado la gente no tiene conciencia de que hay temporadas como con la fruta y la verdura».

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Otro documental sobre buenas prácticas muestra, sin embargo, una piscifactoría de origen familiar en Noruega que -además de tener mucha menor concentración de animales en sus corrales- en lugar de usar medicamentos para matar a los piojos de los salmones y otros parásitos emplean unos determinados peces que se ocupan de comérselos. Admite la experta de Greenpeace que sería una buena manera de evitar algunos antibióticos y de mitigar el contagio, al haber menos concentración de animales, pero aun así «en esa zona nunca habría una concentración tan alta de peces amontonados en el mismo sitio constantemente, con lo que la producción de nitratos de seguiría siendo más elevada de normal. Y habría que seguir alimentándolos con las harinas de de pescado. Entonces el problema no estaría solucionado. La única fórmula es no consumir tanto».

Cuando no comíamos salmón...

Un pez con buena fama

Cuando no comíamos salmón...

Hace unos años, comer salmón en nuestro país era cosa de las navidades, como el producto escaso y caro que era. Había poco, era de importación, la mayoría venía de Noruega, y estaba ahumado. Sin embargo, su consumo se ha disparado en la actualidad. «En los años 80 y 90 no comíamos tanto -recuerda Marta Martín-Borregón, responsable de océanos y pesca de Greenpeace-. Pero ahora lo hacemos todas las semanas, y más de una vez. Y en el 99% de los casos es de acuicultura. Cualquier supermercado está lleno de salmón, de moda por el 'sushi', entonces cada vez lo vemos más. Nosotros aconsejamos no consumir productos de acuicultura para no fomentar este tipo de producciones y porque nos hemos dado cuenta de que gran parte de la sociedad piensa que son pescados más saludables, pero no es así, porque están expuestos a un montón de antibióticos y químicos que pasan a nuestro organismo al consumirlos. Nos venden una falsa seguridad de calidad del producto y realmente no es así. Tenemos esa imagen como de que el salmón es una cosa saludable, incluso los 'tiñen' para que tengan el color 'pantone' exacto y atraiga así a más a personas en los supermercados; es decir, tienen un montón de aditivos».

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Antaño, el salmón nadaba en las aguas de los ríos españoles, lugares donde nace y vive los primeros años de su vida. Después viaja al mar para alimentarse y crecer, y retorna a su origen para reproducirse y morir finalmente. Pero mientras a mediados del siglo pasado, medio centenar de ríos de la zona norte de la península albergaban a esta especie, hoy, ha desaparecido del 60% de ellos y escasea en el resto. En los años 50 se pescaron 10.000 ejemplares, en 2005 hubo 3.302 capturas y este año se han cogido unos 800. Hoy, sin embargo, es uno de los pescados preferidos de los españoles en todas sus modalidades: fresco, congelado, ahumado... Ahora bien, prácticamente todo el salmón que consumimos proviene de piscifactorías, la gran mayoría noruegas. Aunque cada vez más países buscan introducirse en la producción de un pescado valorado y con una potente imagen de saludable, ligado a los ácidos grasos Omega 3. En España la cría de salmón es prácticamente residual, frente a la de otras especies.

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