![«Ves playas azules por el plástico»](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202111/07/media/cortadas/plasticos7-kcNB-U15010685855982DD-1248x770@El%20Correo.jpg)
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La forma en la que Gorka Ocio (Bilbao, 1964) agarra esa tortuga es como debe hacerse. Nunca por las aletas, podríamos dislocárselas. Se lo enseña a los marineros africanos cuando pasa meses embarcado en atuneros vascos en el Índico y el Atlántico: «Soy observador científico ... para institutos oceanográficos en barcos de pesca de bandera española. Mi trabajo es observar. No soy inspector, tampoco digo lo que deben hacer o no, no riño ni abro expediente. Tomo datos científicos, meteorológicos, de la acción de pesca, los peces que se cogen, la cantidad que puede haber, la profundidad a la que se encuentran... Identifico las especies que se cogen y las que se descartan: tiburones, mantas, tortugas...».
Enviará la información al oceanográfico, donde los técnicos trabajarán con ella para conocer la tendencia de la pesca al cabo de los años, el tamaño de los peces, los animales que quedan, las capturas accidentales... Así, harán un mapa de la situación de los caladeros, «por eso hay que tomarse en serio este trabajo», dice.
Ocio -responsable de una empresa de avistamiento de cetáceos en la costa vizcaína (verballenas.com) que se preocupa de plantar cada año los árboles equivalentes al CO2 que genera su barco- también ha ido de observador en palangreros en el Mediterráneo, en barcos de bajura en las Azores, en arrastreros de bacalao y fletán en el Ártico y en en el cerco de la anchoa y la sardina. La última vez en un atunero estuvo 119 días sin desembarcar por culpa de la pandemia.
«La cosa ha cambiado a mejor, antes se hacían burradas, como el 'aleteo' (cortar las aletas a los tiburones), ahora prohibido». Señala a los barcos asiáticos como los que más incumplen las normas, «matan todo, hacen 'aleteo', se comen las tortugas... y venden su pescado en Europa, injusto porque hacen competencia desleal a los buques de la UE que cumplen las normas y son los más sostenibles. Desde Fukushima, hay barcos asiáticos por todas partes».
Desvela que todos los navíos llevan hoy el 'ojo electrónico', que graba las 24 horas de actividad a bordo. Esas grabaciones se entregarán al oceanográfico al llegar a tierra para analizarlas. «Y aunque no se vea ahí, es fácil calcular lo que han pescado. Eso sí, el ojo electrónico no hace mediciones, y el observador sí. Y si veo algo que está mal hecho, no lo digo, pero apunto». También les aconseja: «Si capturan tortugas muy grandes, con esa boca que puede hacer mucho daño, les enseño a cogerlas por el caparazón. A los tiburones les meten un atún en la boca para poder manejarlos sin riesgo de mordedura. Y las mantas se cogen con una plataforma y una grúa, en vez de arrastrarlas o meterles ganchos. Observo cómo lo hacen, y que los animales se vayan sanos, que naden bien».
Recuerda momentos a bordo: «Como cuando soltaron un tiburón ballena de 17 metros que había caído en la red. Es espectacular cuando ese bicho, con una cabeza de tres metros de ancho y esa cola de otro tanto de altura, con una piel tan áspera que te puede arrancar la carne hasta el hueso, regresa al agua, libre...»
Echa en falta que todos los buques tengan empaquetadora e incineradora de basura: «Ves la mar llena de botellas de plástico cuando hay barcos de pesca, pues esa cultura no se ha ido, lo de tirar todo a la mar. Hay que tratarla un poco mejor, porque pensábamos que era una fuente inagotable de recursos, y no es verdad, por eso hay cuotas aunque no guste, porque, si no, será pan para hoy y hambre para mañana».
Cuando embarca para África le recuerda mucho a España en los años 70 y 80: «No hay conciencia, ves playas de kilómetros llenas de plásticos y botellas, de color azul en vez de amarillo. Lo tiran todo al río y llega al mar. En un mes, yo produzco dos bolsas de plástico que llevo a tierra con la esperanza de que no regrese al mar. Pero la batalla está perdida», lamenta. Su lema: «Ante un problema global, trabaja local».
Le han atacado los piratas del Índico, hora y media perseguidos por tipos con kalasnikovs: «Pasamos mucho miedo. Escondí lo de valor en la sala de máquinas, y dejé algo para darles, pero no nos pillaron. Ahora hay mucha seguridad y existe la habitación del pánico, donde si aparecen piratas se meten todos menos el capitán y los de seguridad». En el Índico, los barcos pescan de sol a sol, y al caer la noche se cierran a cal y canto, que no se vean luces para evitar ataques. Está prohibido salir a cubierta, «una faena, porque no puedes contemplar la luna, las estrellas...».
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