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El calentamiento global y el cambio climático, detrás de la tragedia

Los glaciares de montaña son los más sensibles al aumento de las temperaturas y en el caso del siniestrado, el rápido deshielo de la nieve invernal estaría detrás de la ruptura de la placa

Martes, 5 de julio 2022, 00:31

El sábado, 2 de junio, la cumbre de la Marmolada, a 3.343 metros de altitud, marcó 10 grados centígrados. El registro es el más alto del que se tiene noticia en ese punto de los Alpes italianos y va acompañado de una mínima que ... se quedó en 0 grados. Ambas temperaturas están muy por encima de lo normal y son, según los primeros indicios, uno de los principales factores que desencadenaron el fatal desprendimiento del glaciar. Y no fue cosa de un día, ya que la zona viene soportando desde hace una semana la ola de calor que poco antes sofocó a casi toda España. Episodios que inevitablemente llevan a pensar en que el cambio climático está detrás de la tragedia.

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Todos los glaciares del planeta son excelentes medidores del impacto que está teniendo el calentamiento global. Los expertos los vigilan con pesimismo desde hace años sabedores de que su deshielo será el principal motivo de la subida del nivel del mar, sobretodo en el caso de los de montaña que son especialmente sensibles. Lo sabe bien el geógrafo y glaciólogo de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) Eñaut Izagirre que ha basado su tesis en el estudio de estas masas de hielo y que recientemente ha participado en la expedición 'Into the ice' que ha constatado el fuerte retroceso de estos gigantescos neveros en Tierra de Fuego.

«Hasta ahora han sido los que más rápido han respondido a los cambios ambientales y es clave conocer cómo es ese proceso», explica el experto para quien la catástrofe de Italia se ha producido por «un cúmulo de factores», entre los que está el aumento de las temperaturas. «En los últimos 10 días, a 2.300 metros, donde está el refugio de montaña, el mercurio no ha bajado de 0 grados», constata. El golpe de calor repentino y demasiado largo en el tiempo ha hecho que gran parte de la nieve caída a lo largo del invierno en la cumbre se haya derretido demasiado pronto y rápido. «Generalmente el hielo no queda al descubierto hasta finales de julio, agosto y a veces en septiembre», detalla.

De hecho, según las imágenes por satélite, entre el  11 y el 27 de junio, el manto blanco se ha retirado de casi la mitad del glaciar. Algo a lo que también ha contribuido el paso de algunos frentes lluviosos. La tesis que barajan los expertos y que explica Izagirre es que el aporte de agua ha sido demasiado. «Aunque mucha habrá ido a pantanos y ríos, puede ser que una gran parte se haya incorporado al sistema glaciar por sus grietas y de alguna forma haya aumentado la presión en las cavidades hasta que ha reventado».

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Las imágenes aéreas de la zona parecen corroborar esta hipótesis ya que la ruptura del hielo parte de una grieta en la que una oquedad que ha quedado ahora a la vista «marcaría un flujo de aguas internas que no han drenado bien». No es la primera vez que ocurre y «en un contexto de cambio climático» este tipo de episodios «será más recurrentes», no solo en los Alpes, donde «habría al menos una docena en la misma situación que el siniestrado», sino también en Pirineos. Allí, precisamente la Guardia Civil de Montaña alertaba el día 30 de junio de la peligrosidad del glaciar Aneto que, como el de Marmolada, se ha quedado sin nieve mucho antes de lo habitual generando problemas de seguridad para quienes se aventuren a pisarlo.

Glaciares 'colgantes'

Ambas lenguas de hielo son lo que se conoce como 'glaciares colgantes' es decir que se encuentran en zonas abruptas con una pendiente superior a 30-40 grados y 'cuelgan' sobre rutas de ascensión. En el caso del de los Alpes, la situación se ve agravada por el tipo de roca sobre el que se asienta. «Allí es caliza que se rompe más que si fuera granito y otra más plutónica, en las que el hielo se agarra más», apunta el glaciólogo que es además un experimentado alpinista. Como tal reconoce que «habría que empezar a pensar a qué hora empezamos a andar por la montaña». «No solo hay que evitar las horas de más calor del día, sino que si sabemos que estamos en un periodo de ola de calor es mejor evitar esas zonas e incluso adelantar un poco la temporada estival», recomienda. Y, ¿prohibir el acceso? «Podemos entrar en ese debate, pero es complicado evaluar todos los parches de hielo o glaciares colgantes que hay, así lo primero debería ser el conocimiento de la montaña por parte del individuo. Que no nos tengan que decir de no ir, sino que seamos nosotros los que no nos expongamos al peligro».

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