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JAVIER GUILLENEA
Lunes, 15 de noviembre 2021, 16:47
La costa vasca no está libre de sufrir un maremoto. Es una posibilidad lejana pero no imposible, otra cosa es que nos demos cuenta. El tramo entre Muskiz y Hondarribia figura en el nuevo Plan Estatal de Protección Civil ante el Riesgo de Maremotos, donde ... se establece la peligrosidad de vivir en carne propia un fenómeno de este tipo en las 36 partes en las que se ha dividido el litoral español y los protocolos de alertas en caso de que se produzca una catástrofe.
El documento sitúa a la porción vasca del Cantábrico en el listado de lugares susceptibles de padecer las consecuencias un tsunami, lo que no quiere decir mucho ya que, como explica Manuel González, investigador de Azti, «aparece toda la costa». Lo relevante es que nuestro litoral «es, con diferencia, la zona con menor riesgo de maremotos y de daños».
Puestos a ser pesimistas, un tsunami desencadenado en algún lugar entre Muskiz y Hondarribia causaría algunas inundaciones no demasiado graves en las zonas costeras. Ese sería el supuesto más serio previsto para nuestro litoral, porque también puede ser que suframos un maremoto y ni siquiera nos demos cuenta de ello.
El plan se basa en la estimación, en los escenarios críticos, de la elevación máxima generada de las aguas y tiempos de llegada en puntos cercanos a la costa. Las menores elevaciones máximas se localizan en la cornisa cantábrica, con valores en Asturias, Cantabria y País Vasco inferiores a 0,5 metros. Ese medio metro sería el causante «de pequeñas inundaciones en los paseos marítimos», dice González. Por debajo de esa altura el maremoto solo lo percibirían los aparatos de medición de Azti y, quizá, quienes acostumbran a dejar la ropa en la playa cerca de la orilla.
Mucho más peligrosas que los tsunamis son las tormentas que cíclicamente nos visitan, como la que en 2014 causó grandes destrozos en nuestro litoral. Frente a la costa guipuzcoana se midieron olas que alcanzaron los trece metros de altura máxima. La ola significante, la media aritmética de las más altas, fue de 8,5 metros, pero esas son mediciones que se hacen con boyas en alta mar. «La que entró en San Sebastián andaría en torno a los cuatro o cinco metros», explica González.
Son fenómenos diferentes. «Las olas normales vienen en trenes, en grupos, mientras que un maremoto tiene un comportamiento distinto. Es una ola solitaria, como una pared de agua que va avanzando hacia la costa», afirma. Donde peor lo tienen es en la costa occidental andaluza, entre Huelva y Cádiz y en Canarias, con valores máximos de elevaciones del agua que podrían llegar a superar los ocho metros. «Es una ola de tres pisos de altura que entraría cientos de metros tierra adentro y causaría daños muy hacia el interior», dice el investigador de Azti.
No sería la primera vez que ocurre. El 1 de noviembre de 1755 el gran terremoto de Lisboa provocó un maremoto que asoló las costas gaditanas y mató a unas 2.200 personas. En caso de que se repitiera algo así en la actualidad, la gran ola afectaría a muchos kilómetros de costa con una densidad de población muchísimo más elevada que la que había en el siglo XVIII. En 2005 investigadores del Instituto Geográfico Nacional y el Ministerio de Defensa simularon los efectos de una ola como la de 1755 y llegaron a la conclusión de que solo en la provincia de Huelva morirían 112.000 personas.
La única escapatoría posible es correr y buscar las zonas altas, pero para eso no hay demasiado tiempo. El plan establece en 55 minutos el tiempo de llegada a Huelva y Cádiz de un maremoto generado en las fallas de Marqués de Pombal y de Horseshoe, a unos 100 kilómetros de Portugal, aunque este tramo también podría verse afectado por maremotos de menor magnitud pero con un tiempo de llegada que ronda los 30 minutos. En cuanto a las islas Canarias, sus habitantes dispondrían de algo más de una hora para ponerse a salvo.
Entre el máximo andaluz y el mínimo vasco se sitúa el resto. En Galicia podrían llegar elevaciones máximas de hasta casi dos metros asociadas a maremotos provocados por terremotos de elevada magnitud generados en el Banco de Gorringe, una especie de monte submarino situado a medio camino entre las Azores y el Estrecho de Gibraltar. El tiempo de llegada de estos tsunamis sería superior a una hora.
En la costa mediterránea andaluza el maremoto que podría provocar mayores elevaciones es el generado en la falla de Alborán Sur, con alturas superiores a cinco metros en Málaga y en Melilla. En la franja mediterránea algunos de los posibles tsunamis están asociados a fallas muy cercanas a costa, por lo que su llegada sería instantánea con elevaciones máximas superiores a un metro. El tramo norte de la costa murciana podría verse afectado por un maremoto con olas de hasta dos metros.
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