Árboles, coche compartido y bici contra el CO2

En Euskadi se produjeron 18,6 millones de toneladas en 2019, último año con datos de referencia no influenciados por el parón pandémico. La cifra es alta, pero supone un descenso del 2% respecto a 2018 y del 27% sobre 2005. El Gobierno vasco trabaja para alcanzar en 2050 el 'cero neto', es decir que las emisiones humanas caigan hasta que se equiparen con las que la naturaleza puede eliminar. En este marco se ha puesto en marcha el Basque Net Zero Industrial Super Cluster. Reúne al Departamento de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente, al SPRI, empresas y a los 16 clústeres vascos. Quieren ser pioneros en una descarbonización fuente de oportunidades de crecimiento.

Diputaciones y ayuntamientos trabajan en la misma línea. Una lucha en la que desarrollar nuevos modelos de movilidad es imprescindible ya que el transporte es, junto a la generación de energía, el principal responsable de la contaminación en Euskadi. El sector empresarial tampoco pierde comba. Cada vez más firmas buscan maneras de 'pedir perdón' al planeta por los excesos cometidos, aunque algunos de ellos sean tan aparentemente inocentes como imprimir un informe, ir en coche al puesto de trabajo o mantener climatizada la oficina.

El Departamento de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente ha puesto en marcha del anteproyecto de Ley de Transición Energética y Cambio Climático, en exposición pública desde este jueves. «Damos rango de norma al compromiso de ser un territorio neutro en carbono en 2050. Recoge mecanismos y obligaciones para todos los agentes y medidas para una transición justa que no deje a nadie atrás», detallan desde el Ejecutivo. El camino pasa por «las energías renovables, la electrificación y la apuesta por la I+D para el desarrollo de nuevos vectores energéticos como el hidrógeno verde». En el departamento de Arantxa Tapia no pasan por alto la importancia de fomentar «prácticas agrícolas y forestales más respetuosas con el entorno».

La Fundación Lurgaia gestiona en Undabaso (Muxika) unas 200 hectáreas. Su objetivo es plantar 15.000 árboles de 30 especies autóctonas al año. En cuatro décadas, el 'trabajo' de tres ejemplares absorberá una tonelada de carbono al año. 15.000 eliminarán 5.000 toneladas. Pero no hace falta esperar tanto para que empiecen a hacer su magia ya que desde el mismo momento en el que se siembran ya están eliminado este gas. «Algunos como el sauce son capaces de captar mayor cantidad que otras especies como el roble, que, eso sí, al tener una vida más larga se convierte en un filtro a más largo plazo», detalla Jon Hidalgo, portavoz del colectivo. El suelo sobre el que se asientan, en el que crecen plantas y líquenes, también funciona como liquidador de carbono.

Una de las claves para reducir las emisiones de CO2 que genera Bizkaia es rediseñar la movilidad. La Diputación de Bizkaia apuesta por el uso de la bicicleta como alternativa. En los últimos dos años se han destinado más de 62 millones de euros a acondicionar carriles bici y peatonales en distintos puntos. Destacan los proyectos del camino ciclopeatonal de la Vía Vieja de Lezama; el bidegorri entre Arrigorriaga y el polígono industrial de Martiartu; la conexión de los carriles bici de Bilbao y Barakaldo; la primera bicipista de Bizkaia, entre Amorebieta y Iurreta, y la conexión entre la capital vizcaína, Erandio, Barakaldo, Leioa y Getxo, prevista para 2024. Además de poner en circulación camiones de recogida de basura propulsados con gas natural, la Diputación incorporará a la flota de Bizkaibus 35 vehículos híbridos y 6 eléctricos.

n 2009 Krean, antigua LKS Ingeniería, conoció Lurgaia. La idea de equilibrar su huella de carbono plantando árboles les conquistó. Todos los años miden lo emitido y pasan el dato a la Fundación que calcula cuántos árboles sembrar para ajustar cuentas con el medio ambiente. «En los últimos cuatro años hemos plantado unos 4.000 ejemplares. Antes de la pandemia organizábamos una jornada allí todo juntos», cuenta Luis Anduaga, presidente del consejo rector. La firma ha reducido sus emisiones un 35% en la última década, entre otras cosas, concienciando a la plantilla para compartir coche. Su interés por el medioambiente también se refleja en el negocio en sí. «Buscamos proyectos que sean sostenibles como la instalación de parques fotovoltáicos o la puesta en marcha de cooperativas energéticas».

Vitoria luce con orgullo el sello Green Capital y tiene la vista puesta en la movilidad sostenible. En esta línea, el 12 de enero estrenó el BEI, siglas tras las que se esconde su primer autobús urbano 100% eléctrico e inteligente. «No emite humos y tiene bajos niveles de contaminación acústica. Por ello contribuye a un aire más limpio y a una ciudad más sostenible», ensalzan sus promotores. Con un presupuesto de algo más de 42 millones de euros -aportados por el Ayuntamiento, la Diputación alavesa y el Gobierno vasco-, el BEI circula por carriles exclusivos, sin catenarias y va equipado con innovaciones tecnológicas que reducen no solo el riesgo de accidentes, sino también el tiempo de viaje.