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«Los vascos que me encuentro por la calle me dicen: 'Hombre, lehendakari, no nos cerréis, eh...'». Miguel Ángel Revilla despliega acción comercial en cuanto tiene oportunidad. Vende Cantabria. Incluso ahora. De hecho, lo hace ahora más que nunca. «No hay ningún recelo a los ... vizcaínos. La gente de aquí está deseando que vengan». Claro, es negocio para la comunidad vecina y la pandemia no puede estrangular la economía. «Tenemos que convivir con el virus. Cerrar ya no es una opción».
Eso sí, el presidente cántabro es muy consciente del panorama en el que nos encontramos. «Yo estoy todo el día en la calle y percibo un cabreo que antes no notaba». En su opinión, buena parte de las malas pulgas del personal tiene que ver con las ilusiones infundadas que se había hecho por culpa de alguna decisión política que, a su juicio, fue muy desacertada. «Decir que la mascarilla en exteriores ya no era necesaria tuvo un efecto psicológico enorme, fue tanto como decir que esto había pasado. Y no ha pasado». Ahora se ve que el virus sigue fuerte.
Vamos, que el verano se ha torcido por el lado epidemiológico. En Castro Urdiales, por ejemplo, tienen una incidencia acumulada que roza los 900 casos. «Esta evolución no era previsible, nadie podía aventurar que vendría esta quinta ola», admite Revilla. Aunque también recuerda que «en mayo yo ya dije que, sin estado de alarma, íbamos a tener una papeleta gorda, porque las comunidades no tenemos suficientes competencias» para restringir derechos en caso de repunte pandémico. En Cantabria sí han logrado imponer toque de queda, pero en Asturias no. Y luego estuvieron los jaleos en la hostelería cántabra con el cierre de interiores, el pasaporte covid... «Todos estamos nerviosos, crispados, preocupados. Yo cada día estoy preguntando qué dice el juez».
Con eso y con todo, la vida sigue y en la comunidad vecina se ven muchos veraneantes. «Hay muchísima gente. Cantabria está llena». Revilla asegura que los botellones, tras la implantación del toque de queda, están controlados. «Estamos salvando el verano, pero la pandemia sigue ahí». Manda el presidente un mensaje a los jóvenes: «Deben aguantar mes y medio más, aunque les cueste». Ese es el tiempo que considera Revilla que se prolongará esta ola vírica. «Salvo que llegue otra cepa», matiza.
El Gobierno cántabro está notando que se han disparado las visitas a enclaves naturales, donde no hay grandes masificaciones y las posibilidades de contagios menguan. Revilla habla de Cabárceno, donde «este año se están batiendo todos los récords. En un día de esta semana han entrado 7.500 personas. Y ha habido más de 5.000 todos los días el último mes».
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