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«Vemos muchísimas desgracias, escenas muy duras. Cuando tienes que entretener a un niño de cinco años para que no se entere de que su madre está al fondo del barranco y su hermana de tres años muerta... Eso te lo llevas a casa, te ... deja huella». Quien habla es un agente que lleva 30 años en la Ertzaintza, 20 de ellos en la Unidad de Tráfico, la que ostenta el triste récord de funcionarios fallecidos y heridos graves en acto de servicio por atropellos. Según sus compañeros de la UTT (Unidad Territorial de Tráfico), nadie sabe tanto como él de radares.
62.869 total de denuncias a lo largo de 2022
Bizkaia: 103.856 | Gipuzkoa: 83.484 | Álava: 42.785
230.125 denuncias en lo que va de 2023
Bizkaia: 31.664 | Gipuzkoa: 21.074 | Álava: 10.131
EL CORREO acompaña a un control en plena campaña contra el exceso de velocidad en las carreteras vascas. Los agentes utilizan un vehículo radar de color gris metalizado -no se pueden dar más pistas- y una pistola láser que se coloca en una ventosa dentro del vehículo policial -que suele ser una furgoneta con distintivos- o sobre un trípode en el arcén. El punto kilométrico elegido es el 44,9 de la carretera A-624, en el cruce de Izoria, en Álava, muy cerca de Artziniega y en el límite con Bizkaia. El territorio alavés cierra una de las semanas más trágicas del año con tres fallecidos en sus carreteras.
«Por protocolo no podemos estar escondidos, sino visibles y en una zona segura. Los sitios están predefinidos. No podemos ponernos donde nos dé la gana», explican. Existe un listado con cientos de ubicaciones en los tres territorios seleccionadas previamente entre los puntos negros con más siniestralidad, siempre que sean «lugares idóneos por su visibilidad». Incluso se indica dónde se debe colocar el radar móvil, en qué parte del arcén y si se pueden controlar los dos sentidos de la circulación o sólo uno. Muchos de ellos «son a demanda popular». «Hay baserritarras que nos piden que pongamos uno en la puerta de su casa porque los coches pasan a toda velocidad y tienen miedo de que le arrollen cuando salen con el nieto».
El vehículo radar está aparcado en el arcén izquierdo, junto a una marquesina de autobús, en una larga recta, cerca del cruce de Izoria. Los dos agentes que se encuentran en el interior, especializados en radar tras realizar un curso, visten el uniforme de tráfico, con el polo naranja de alta visibilidad. Al otro lado de la carretera se sitúa la furgoneta con distintivos. Tras su llegada, los coches y camiones parecen reducir la velocidad, aunque no todos. «¡Fíjate cómo viene el de la furgoneta! Ahora, al vernos, frena y levanta los brazos», comenta uno de los ertzainas. Hay controles todas las semanas «y se intenta que sean diarios si hay agentes suficientes».
Se han dado casos de un conductor que ha caído en el mismo control hasta tres veces en media hora al ir y venir varias veces, y otro fue denunciado en un punto y después en otro, en Laguardia, en un turno de 12 horas de un fin de semana. «Eso es porque su hábito es correr». «No buscamos castigar, sino salvar vidas y evitar accidentes», advierten. «Si todos fuéramos más respetuosos, nos iría mejor».
El radar distingue entre utilitarios y transportes pesados. Cuando alguien se salta la velocidad, lo detecta, lee la matrícula y saca varias fotografías, que aparecen en la 'tablet' que manejan los ertzainas dentro del coche. «No las podemos borrar, ni aunque pase el 'nagusi'», sonríen. Al cerrar la sesión, todas las imágenes se envían de forma automática a la Dirección de Tráfico, que se encargará de tramitar las denuncias.
En apenas dos horas han pasado 394 vehículos por este punto de una carretera secundaria. El tráfico es intenso. De ellos, 40 (un 10%), infringen la velocidad máxima permitida de 50 kilómetros por hora, aunque el radar deja un margen. «Y eso estando nosotros aquí», advierte uno de los uniformados. «Hay controles en los que infringe un 50% de los vehículos controlados». El coche que más rápido pasa lo hace a 93 km/h, lo que se traduce en la retirada de seis puntos del carné y una multa de 600 euros, que por pronto pago se reduce a 300. Es probable que al aplicarle el margen de error tanto del cinemómetro como del velocímetro del coche y la velocidad real que le pongan sea inferior y también los puntos y la multa (4 y 400/200 euros). Hasta 70 km/h, la sanción sería exclusivamente económica, de 100 euros, 50 si se abona en el periodo voluntario.
En la furgoneta llevan un botiquín de primeros auxilios porque suelen ser los primeros en llegar a cualquier accidente, o un extintor. Un agente porta además un torniquete, adquirido por él y que está fuera de dotación, porque cuando estaba destinado de patrullero en Vitoria le salvó la vida a un chico apuñalado con uno similar. «Hay que tener mano izquierda, saber consolar y a veces corregir, pero sobre todo lo primero es preservar la vida, y después lo material. Y, claro, evitar que a partir de este accidente se produzcan más», sentencia.
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