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ainhoa múgica
Jueves, 25 de octubre 2018, 08:59
¿Se imagina hoy la vida sin reloj? ¿Que no fuese la misma la hora en Bilbao y en Donostia? ¿Que entre Madrid y Barcelona existiera media hora de diferencia? Hasta principios del siglo XX esto era una realidad, pero la llegada del tren lo cambió todo. Además de implicar una revolución en el transporte, provocó que la sociedad europea y norteamericana comenzara a ser esclava del reloj. Hasta mediados del siglo XIX, aún no era una herramienta popular y cada pueblo o ciudad tenía su propia hora local según la posición del sol. Hoy en día la UE marca dos cambios de hora al año, como el de este próximo domingo, pero no siempre las cosas fueron así.
«La percepción de la hora era muy imprecisa, lo que resultaba incompatible con el medio de transporte que revolucionó el mundo», señala Juanjo Olaizola, director del Museo Vasco del Ferrocarril. Ni siquiera existían los relojes de pulsera y los de bolsillo eran artículos de lujo, fabricados de forma manual, y su compra resultaba inalcanzable para la mayoría. El precio de los más baratos podía suponer el salario de más de cuatro meses para un trabajador medio.
«La gestión del tren requería que funcionara con total precisión y en 1878 el Gobierno español aprobó una ley que obligaba a instalar un reloj en cada estación», apunta el historiador. Olaizola subraya que esta fue la primera de muchas decisiones que se tomaron en España hasta que en 1900 se aprobó el decreto que regulaba el huso horario en el territorio nacional. Lo firmó la reina María Cristina el 26 de julio en su residencia estival, el Palacio de Miramar de San Sebastián. Antes, entre La Coruña y Barcelona, había una diferencia de más de 42 minutos.
«La primera línea de ferrocarril que se enfrentó a este problema fue la que enlazaba Londres con Bristol, y la compañía adoptó en 1840 como hora oficial la del meridiano de Greenwich», recuerda Olaizola.
Desde que se tomó esta medida, la puntualidad de los trenes aumentó, algo fundamental en líneas de vía única en las que el retraso de un convoy podría suponer el cruce con otro. La hora de Greenwich comenzó a ser conocida como la 'Railway Time' y finalmente en 1848 se instauró como la oficial para todo Reino Unido.
España se adelantó a los países vecinos, ya que Portugal y Francia no adoptaron el sistema internacional hasta 1911. Las paredes del Palacio de Miramar fueron testigos de la rúbrica de uno de los decretos cuya vigencia, 120 años después, permanece intacta y que modificó la forma de regular el huso horario.
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