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Estamos en un día de calor sofocante de 1980. Axl Rose, cantante de la banda de rock Guns N'Roses –que entonces ni existía– tenía 18 años y atendía por su nombre real, Bill Bailey. Llevaba 30 horas de viaje junto a un colega en ... una camioneta que los había cogido en Lafayette (Indiana) para llegar a Nueva York cuando, en medio del trozo de la autopista Cross Bronx Expressway que discurre entre dos altos muros de cemento, decidieron pedirle al conductor que les dejara bajar. Aprovechando uno de los numerosos atascos, se apearon entre los bocinazos de otros coches y echaron a andar por el arcén, con sus mochilas, sus rubios y lacios pelos y sus absurdas botas de cowboy, hasta encontrar y trepar por la escalerilla de salida en Washington Heights, frontera con el Bronx. Dos rostros tan pálidos aparecidos de pronto en aquella amalgama de razas y etnias, un escenario cubierto de grafitis que sonaba a hip hop. Un viejo se acercó. «¿Sabéis dónde estáis?», les gritó. «¿Sabéis dónde estáis?», repitió al ver que callaban. Bill (Axl Rose) empezó a decir: «Uh, solo estamos tratando de llegar a...». «¡Estáis en la jungla, chico! ¡Y váis a morir!». Eso cuenta el biógrafo de la banda, Stephen Davis; cómo aquel episodio se convirtió en 'Welcome To The Jungle', uno de los grandes éxitos del grupo.
Y eso que solo estaban a las puertas del Bronx, donde se habrían plantado en cuestión de minutos si hubieran seguido aquella carretera de seis carriles proyectada por Robert Moses, responsable del urbanismo de Nueva York entre 1924 y 1968, constructor y, para muchos, destructor de la ciudad, en especial de este barrio. Robert Caro, premio Pulitzer en 1974 por una biografía sobre él, le acusó de eludir otras zonas de la ciudad en el trazado de la carretera para centrarse en el Bronx, distrito que dejó partido en dos y condenó a su parte sur, al parecer llevado por un indisimulado racismo (asegura que Moses puso a menos temperatura el agua de una piscina municipal en Harlem porque decía que los negros aguantaban mejor el frío).
Nicole Gelinas, Manhattan Institute
Terminada en 1963, quince años después de su inicio, la autopista obligó a recolocar a decenas de miles de vecinos y a demoler calles enteras, hiriendo de muerte al barrio al provocar la caída en picado del precio de la vivienda: muchos malvendieron sus casas y otros provocaron incendios, a veces en edificios enteros, para cobrar el seguro... El 40% del sur del Bronx se quemó. La delincuencia prosperó, la violencia pandillera, la droga... A las siete de la tarde, solo las bandas deambulaban por las calles desiertas, con los esqueletos de edificios calcinados como testigos. Recordaba demasiado a la Europa bombardeada en la Segunda Guerra Mundial.
Todo forma parte del imaginario colectivo instalado de tal manera que muchos visitantes siguen acercándose hoy a esta parte del Bronx en busca de emociones fuertes. Es lo que le piden los turistas a Daniel Astesiano, uruguayo fundador del Tour Contrastes de Nueva York –funcionando desde 1987–, saber si van a sentir la adrenalina al asistir a algún atraco, ¿quizá una pelea entre pandillas? «Es la zona de Nueva York que más morbo despierta; las películas y sus escenarios naturales son un gran atractivo. Pero que nadie venga pensando en presenciar un tiroteo o enfrentamientos entre bandas. Aunque no lo creas, hay muchos que me lo preguntan. Hay sitios muy interesantes, el Yankee Stadium, el zoo, el jardín botánico, Little Italy, el metro elevado..., pero los dejan en un segundo plano porque quieren ir a otros lugares más 'movidos', que les trasladen a lo que han visto en películas».
Sí vivió aquellos años negros Joshua Edelman, reputado pianista neoyorquino afincado en España y profesor en el Jazz Cultural Theatre of Bilbao: «Era terrible, dantesco, una zona de guerra. El resto de la ciudad tampoco se libraba de la violencia callejera ni del abandono y quema de edificios, pero no llegaba a esos extremos. Vivíamos en Manhattan, aunque mi hermano y mis padres trabajaban en el Sur del Bronx, donde en los 80 mi padre fue víctima de un atraco y una brutal paliza saliendo de una obra que revisaba como arquitecto para reconstruir el barrio». De niño, Edelman iba a ver los partidos de béisbol al Yankee Stadium, donde en 1977 el locutor Howard Cosell, en pleno partido, pronunció aquel famoso e impactante: «Damas y caballeros, el Bronx está ardiendo». También recuerda las imágenes del presidente Jimmy Carter visitando las ruinas de Charlotte Street, una de las calles más afectadas, ante los atónitos residentes: «Proclamó muchas buenas intenciones, pero no se mejoró la situación hasta mucho después», dice el músico.
Joshua Edelman, Pianista de jazz
A mediados de los 70, la tasa de homicidios se había triplicado en solo cinco años y los asesinatos eran más que los que se registran hoy en todo Nueva York –hubo años en los que la media alcanzó los 600–, el 'crack' se convirtió en epidemia en los 80 y 90... Afortunadamente, las cosas han cambiado. La destruida Charlotte Street es ahora un tranquilo vecindario de casas unifamiliares con jardín. Otro de los puntos que mayor interés despiertan es la comisaría de Policía 42, retratada en 'Distrito Apache: el Bronx' (Daniel Petrie, 1981), protagonizada por Paul Newman y acusada de racismo por los habitantes del barrio por la imagen que proyectaba de ellos, aunque, muy a su pesar, es la que lo 'promocionó' en el resto del mundo. A diario los visitantes se fotografían a su puerta, incluso abrazados a sus agentes. También comprueban allí las estadísticas de cuánto ha descendido la delincuencia: en 1990, 693 personas murieron asesinadas en el Bronx, doblando la cifra de todo Nueva York en 2015, y hubo 17.862 robos frente a los 3.546 de hace tres años. «Y aunque el tema de las bandas y pandillas está creciendo en los últimos tiempos –informa Astesiano–, la ciudad y las autoridades trabajan para combatirlo. Alcaldes como Rudy Giuliani y Michael Bloomberg hicieron una excelente labor. Y allí viven familias, gente buena que hace el esfuerzo para que sus hijos reciban la mejor educación y no se integren en estos grupos».
Aun así, sigue siendo el barrio más peligroso de Nueva York. En seis de sus zonas, precintos se llaman, los índices de criminalidad duplicaron en 2018 los de otras partes de la ciudad. Clyde Thompson, director de un centro comunitario entre Morrisania y Crotona Park, dos áreas problemáticas, lo tiene claro:«Los mismos viejos problemas que explican los altos índices de criminalidad: pobreza, falta de oportunidades y generaciones de altos niveles de delincuencia. Las conductas aquí no comenzaron ayer. Hay una larga falta de atención al empleo y al apoyo».
Ricky Flores, Fotógrafo del Bronx
La hierba, sin embargo, se abre paso en el asfalto, y en medio de aquel drama, de los asesinatos y la droga que diezmaron las familias, sus gentes forjaron un carácter indómito que les permitió sobrevivir. Floreció también el hip hop, una cultura rabiosamente salvaje e interesante que se exportó a todo el mundo. «Aquello supuso el renacimiento de una comunidad atacada», explica Ricky Flores, reputado fotoperiodista, hijo de puertorriqueños y criado en el Sur del Bronx, que inmortalizó los años más duros. Sus fotos muestran el contraste entre un barrio devastado y la alegría de sus habitantes montando las primeras fiestas a ritmo de hip hop entre las ruinas. «¿Cómo respondes cuando se eliminan los servicios básicos, la luz, el calor y el mantenimiento del edificio en el que vives? ¿Cuando las escuelas y los ambulatorios están cerrados? Usando lo que tienes, dos giradiscos y un micrófono, el 'boom box', las fiestas en casa y el baile. Combina eso con el R&B, la salsa, la música afrocubana, el pop y todos los bailes populares de las comunidades negra y latina, y fusiónalos en algo nuevo». Apenado, se refiere a cómo todo aquello acabó unido al acceso a marcas de moda más o menos baratas, lo que generó una industria de mil millones de dólares, «¡y ni uno de ellos benefició al Sur del Bronx!».
Como a muchos, a Flores le enfadan los prejucios con que llegan los visitantes: «Malinterpretan cómo era esa vida, que solo puede ser entendida por los que la experimentaron. Siempre se echa la culpa a las víctimas... La violencia infligida por el abandono de la ciudad de Nueva York y la nación junto con la codicia de los propietarios tuvieron un profundo impacto en sus residentes y fue un modelo utilizado para perpetuar la desestabilización y el genocidio del Sur del Bronx». Se queja de que este estereotipo atraiga a turistas, «mucho españoles», en busca de edificios abandonados, murales, un vistazo al pasado. «Pero no ven a la gente, a los que criaron aquí a sus niños, y caminan por las calles conectados al pasado. Somos curiosidad, alejados del contexto y la historia». Denuncia que hoy la zona es una nueva área para la gentrificación, que desplaza a las mismas personas que hicieron de él un icono cultural mundial: «Hay un profundo resentimiento por esto». Flores quiere destacar que los que se quedaron prosperaron, lanzando «una nueva generación de líderes nacionales y desarrollando una cultura que continúa impactando hoy».
– ¿Es peligroso vivir aquí?
– ¿Y Madrid, es peligroso? ¿Barcelona, Sevilla...? Si estás acostumbrado a un ambiente, ¿es peligroso?
– ¿Y para el turista?
– Depende de cómo venga. Si llega en un autobús turístico y no tiene conexión con la comunidad, verá unos bonitos murales durante diez minutos, pero no tendrá ni idea de su historia, su rica cultura y su profundo impacto en el mundo. Súbete al tren, contacta con los grupos de la comunidad y sus artistas, están más que dispuestos a reunirse contigo y compartir su historia. Repara en la comida local, encuentra a Tats Cru, muralistas de renombre mundial. Echa un vistazo a su Centro de Documentación. Bájate del bus. Y olvida a los guías.
Edelman insiste en que la cara menos conocida es la de la gente «heroica que hacía vida 'normal' y creaba artísticamente en la adversidad. A partir de los 90, el Bronx fue reconstruido y ha mejorado mucho». Resurge de sus cenizas, según Nicole Gelinas, del Manhattan Institute y editora del 'City Journal': «Vuelve a rugir, aunque queden focos de pobreza. Pero el Bronx es tan seguro y limpio que, hace un par de años, dos promotores contrataron a diseñadores que prepararon coches tiroteados y cubos de basura quemados para que la zona pareciera 'auténticamente Bronx'. Querían promocionar la venta de sus pisos de lujo bajo un reclamo de dudoso gusto, 'criminal chic'... Los extranjeros están ansiosos por ver 'la verdadera Nueva York' antes de que desaparezca por completo».
Es uno de los cinco distritos metropolitanos (boroughs) de la ciudad de Nueva York. El Bronx está separado de la isla de Manhattan por el río Harlem. Es el distrito más al norte y el único de los cinco que no está en una isla, sino en la parte continental. Tiene 1,5 millones de habitantes, 52% de población de origen latino y 32,4% de ciudadanos negros. Dividido en dos, se habla del norte del Bronx (North Bronx) y del sur (South Bronx), este último el más problemático; sus zonas menos seguras son Morrisania, Soundview y Melrose. En algunos vecindarios, el índice de pobreza alcanza un abultado 40%.
190.000 vehículos cruzan cada día la autopista Cross Bronx Expressway, la peor vía de comunicación de EEUU en cuanto a atascos, donde los conductores habituales pierden al año cinco días completos de su vida metidos en embotellamientos. Los habitantes del Sur del Bronx, junto a los del Washington Heights, tienen las tasas más altas de asma de la ciudad por las emisiones de vehículos, muchos de ellos, camiones.
Violencia y población. En los 70, la tasa de homicidios en el Bronx se llegó a triplicar en cinco años; se registraban más asesinatos que hoy en todo Nueva York. En los años siguientes, huyó el 21% de sus 1,5 millones de habitantes (300.000 personas). En los 80 y los 90 se producían dos asesinatos diarios.
693 personas fueron asesinadas en el Bronx en 1990 –el doble de las que perecieron de ese modo en todo Nueva York en 2015– y hubo 17.862 robos, frente a los 3.546 de hace tres años. La recuperación del Bronx es un hecho: superará pronto su población anterior a los 70; hoy viven allí más trabajadores que nunca.
Herencia cultural
En 1981, hubo protestas masivas por 'Distrito Apache: el Bronx'. Mostraba a una prostituta negra asesinando a dos policías, a negros y puertorriqueños asaltando una comisaría y a dos agentes matando a un adolescente. La acusaron de racista y hasta los policías del barrio se quejaron por dibujarles inhumanos.
El 11 de agosto de 1973, en el 1520 de Sedewick Avenue se organizó una fiesta en la casa de una chica de origen jamaicano. Su hermano, Kool DJ Herc, puso la música, con la famosa técnica de girar dos tocadiscos que pronto asimilaron otros. Así nació el hip hop, exportado con éxito a todo el mundo.
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