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Álvaro Machín | Ana Cobo
Lunes, 15 de abril 2024, 16:56
Sábado por la tarde, buena temperatura, un día de sol... Con los primeros síntomas del atardecer, el muelle y la zona del puerto de Santoña estaban de postal. Había familias, gente de paseo, turistas y también los habituales de la zona. Por si le faltaba ... algo a la estampa, en ella se coló una ballena «de unos catorce o quince metros». En pleno puerto, bien visible y hasta haciendo algunos de los movimientos que uno sólo suele ver si pone un documental de la televisión. Se trata de una ballena jorobada o yubarta. Los vídeos no tardaron en llegar a las redes sociales.
En torno a las siete y media de la tarde del sábado, un agente del medio natural avisó al Centro de Recuperación de Fauna. Un equipo de la Red de Varamientos de Cantabria, Revarca (dependiente de la Dirección General de Montes y Biodiversidad) se trasladó a la zona y pudieron ver al ejemplar. Aunque estos animales son curiosos y, a veces, se acercan a puerto, tenían cierta preocupación. «Si se trata de un rorcual es muy mala señal que entre a puerto, porque no soportan bien la presencia de las personas y, si entran, es porque están enfermas o en mal estado. Para morir», explica Diego de Vallejo, responsable de comunicación de la Red, que pidió a los que la vieran, que avisaran al 112 para realizar un seguimiento. Ya pasó, por ejemplo, en enero de 2023 en Escalante. Y había otro indicio preocupante. Al ejemplar de yubarta (dando por hecho que es el mismo) lo vieron hace poco rodeado de un centenar de calderones por la costa vasca. Sus compañeros de viaje no iban con muy buenas intenciones, algo que ocurre ante animales en mal estado.
Pero no. «Esta especie se deja ver. Entran, salpican, nos miran y se van... No tenía heridas, ni síntomas de enfermedad». De hecho, se dio una vuelta por la zona, unos catorce o quince minutos, y se marchó. Y no ha sido su única aparición. Este lunes por la mañana se ha dejado ver nuevamente ante los pescadores a unas cinco millas del monte Buciero. Otro espectáculo, esta vez ya en la mar.
Desde Revarca explican que los avistamientos en el Cantábrico de ejemplares de esta especie se producen «una o dos veces al año». Su recorrido habitual viene de Francia, hacia el oeste, bordeando la costa, «por encima del cañón de Capbreton». Se trata de una especie muy acrobática, de grandes saltos. De hecho, verlas es un espectáculo turístico en distintas zonas de Estados Unidos, por ejemplo. Por eso, su estampa es el icono por excelencia de la representación de las ballenas.
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