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En tiempos de crisis, la tolerancia hacia los inmigrantes siempre es menor en Euskadi. Sin embargo, la pandemia y la guerra de Ucrania han disparado la solidaridad y la aceptación hacia los extranjeros. Así lo refleja la encuesta del Observatorio Vasco de Inmigración, Ikuspegi, que ... este año se realizó en marzo -poco después de que empezar la guerra en Ucrania- y en la que participaron 600 personas de los tres territorios. El apoyo a la inmigración está ahora mismo en máximos históricos. Cuando se hicieron las entrevistas este año, se situaba en el 69,28%. El índice ha crecido más de 15 puntos en una década. Solo el 3,3% de la sociedad vasca ve la inmigración como un problema personal y el 5,7% como problema para Euskadi, y casi la mitad de los vascos están a favor de acoger a las personas solicitantes de asilo y refugio sin ninguna restricción. El 36,3%, mientras, apoyan la acogida sin límites «una vez demostrada su condición de perseguidas». Ahora el 11,5% de los residentes son de origen extranjero, de los cuales la mitad proceden de Latinoamérica.
Ahora bien, no todos los extranjeros caen igual de bien. Aunque las diferencias son ínfimas, de apenas un punto, los que más simpatía despiertan son los que proceden de Argentina y del África negra, con la puntuación más alta (6,6), igual que los portugueses, según el estudio. «Son los que las personas autóctonas percibimos como más integrados o con mayores capacidades e interés por integrarse»,explica Julia Shershneva, directora de Ikuspegi. Después se sitúan los procedentes de Paraguay, Centroamérica y Brasil (6,5).
En el otro lado están las personas que vienen de Rumanía o del Magreb. Son los menos aceptados, con una puntuación de 6,2 y del 5,7, respectivamente. «Este último colectivo es el que muestra año tras año el menor grado de simpatía»,. según el informe. ¿La razón? «Se trata de orígenes muy alejados culturalmente de nuestra sociedad y con universos simbólicos, como la lengua, la religión, o las prácticas culturales muy dispares y distintas», subraya Shershneva. Es más, entre las personas encuestadas se palpa desconfianza hacia el Islam: el grado de confianza hacia esta religión es del 3,29 sobre 10.
Entre la sociedad vasca se percibe un aumento de los efectos positivos que genera la inmigración. El 77,6% de los encuestados creen que permiten que la economía funcione mejor al ocupar puestos de trabajo que otros no quieren. El 11,2% les responsabilizan de la bajada de sueldos y el 14,5%, del incremento del desempleo. Son «cada vez menos personas». La consejera de Igualdad y Políticas Sociales, Beatriz Artolazabal, ha explicado que los vascos son conscientes del «reto demográfico al que debemos hacer frente» porque la inmigración es imprescindible. «Para mantener el ritmo económico que tanto nos ha costado poner en marcha necesitaremos todas las manos posibles» y ha apostado por un desarrollo «que no deje a nadie atrás, porque en Euskadi nadie sobra».
Por primera vez desde que se elabora la encuesta, el 44, 3% cree que habría que regularizar a todas las personas en situación irregular, - casi 15 puntos más que hace dos años- mientras que otro 43,7% arreglaría la situación de aquellos que tienen trabajo. Sólo el 6,7% apostaría por devolverles a su país de origen. Mientras, ocho de cada diez vascos cree que todas las personas deberían tener en el acceso a derechos y servicios «los mismos derechos y obligaciones», si bien un 18,2% opina que los autóctonos debieran tener «cierta prioridad», un dato que en 2019 ascendía al 35,8%. Así, más del 80% de los vascos creen que los inmigrantes deberían tener acceso a la sanidad y a la educación. Aun así, casi el 60% opinan que solo los extranjeros regularizados deberían tener acceso a las ayudas sociales y a las VPO y más del 60%, a la reagrupación familiar y al voto. Por otro lado, el 49% de los encuestados creen que las personas inmigrantes deberían abandonar partes de su religión y cultura «que entraran en conflicto con nuestra legislación».
El estudio destaca, asimismo, que los rumores y los estereotipos falsos sobre la inmigración «siguen perdiendo peso y cada vez tienen menor apoyo social». Ahora, el 31,8% de los vascos sigue pensando que la inmigración incrementa el machismo en la sociedad y el 26,2% que aumenta la delincuencia. Uno de cada cuatro también opinan que los extranjeros se «benefician del sistema de protección social». Estos porcentajes se han reducido a los mínimos de la serie. Pese a todo ello, «los datos siguen reflejando la estigmatización de algunos colectivos de personas de origen extranjero que siguen despertando menos simpatías en la convivencia diaria».
En este sentido, Artolazabal ha explicado que el Gobierno vasco trabaja desde hace años en programas de inclusión. «Cuanto más rica y diversa sea una sociedad mayores niveles de bienestar vamos a alcanzar. Desde las políticas públicas pondremos todas las herramientas a nuestro alcance para que se beneficie a la sociedad receptoras y también a todos aquellos que quiran vivir y trabajar en Euskadi independientemente de su origen, cultura o edad. Queremos que esta sociedad siga siendo solidaria, inclusiva y justa, y para ello todos han tener las mismas oportunidades. Para ello habría que realizr la modificación lde una serie de leyes que están impidiendo que eso ocurra, y les estamos abocando a vivir de las ayudas, cuando su objetivo principal es optar a un puesto de trabajo», ha defendido la consejera.
Los expertos de Ikuspegi también han realizado «una radiografía» de aquellos que son más tolerantes a la inmigración. De las conclusiones se extrae que las personas menos satisfechas con su situación socioeconómica, más pobres y menos formadas son las menos tolerantes. Mientras, la gente más joven y con más ingresos es más abierta.
Así, el perfil de personas con un umbral de tolerancia más bajo es el de los mayores de 30 años con estudios primarios, católicos no practicantes que residen en las capitales, que se desenvuelven solo en castellano y con un «sentimiento predominante español» y que, según los redactores del informe, «tienen una ideología de derecha o de centro-derecha». Son, además, personas insatisfechas o indiferentes con su situación económica y «de estatus bajo o medio».
Las personas más tolerantes con los extranjeros son los jóvenes de entre 18 y 29 años que residen en municipios de entre 20.000 y 150.000 personas, que tienen estudios universitarios, son euskaldunes y se declaran agnósticos, ateos o católicos no practicantes. En este caso, su sentimiento predominante es «vasco o vasco-español» y su perfil es de centro o de centro-izquierda. Estas personas están satisfechas con su situación económica y su estatus es «alto».
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