Los periodistas Roberto Fraile, baracaldés afincado en Salamanca, y David Beriáin, navarro, han sido asesinados en Burkina Faso. Ambos profesionales, curtidos durante muchos años en varios de los rincones más peligrosos del planeta, fueron ejecutados cuando estaban trabajando en un documental sobre la caza furtiva ... en los parques naturales del país africano. En el documental, que realizaban en colaboración con una ONG, también reflejaban los esfuerzos de las autoridades locales por evitar esta práctica y por proteger a la población en esas zonas. Aún no está muy claro si el crimen ha sido cometido por bandidos o por alguno de los grupos yihadistas que operan con frecuencia en la zona.
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La alarma saltó el lunes, cuando a las tres y media de la tarde no se logró contactar con la expedición de cuarenta personas entre las que estaban los dos periodistas españoles. Se encontraban viajando por un camino en el entorno de Pama, hacia el parque de Arli, situado en la frontera entre Burkina Faso y Benín -un espacio que es hogar de cientos de elefantes, hipopótamos y leones, especies muy codiciadas por los furtivos-. En un principio se les dio por desaparecidos y se temía que pudiesen haber sido secuestrados junto con un ciudadano irlandés y con un miembro de las fuerzas de seguridad burkinabesas.
Sin embargo, cualquier esperanza de recuperarlos vivos se disipó ayer cuando la ministra de Asuntos Exteriores, UE y Cooperación, Arancha González Laya, reveló en la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros que todo apuntaba a que habían sido asesinados. Pocos minutos después, el presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez, daba la confirmación definitiva. Sus cuerpos estaban entre los cadáveres localizados en el mismo lugar del ataque. El comunicado oficial del Gobierno burkinabés apunta que incluso habría imágenes de la masacre que estarían circulando por las redes sociales, aunque en ellas no se identifica a las víctimas. El ataque, según esta misma comunicación oficial, habría tenido lugar a las nueve de la mañana, varias horas antes de que se supiese que algo iba mal.
Desde el Ejecutivo español han admitido que aún hay muchas incógnitas en este asunto y que la información es confusa, pero Laya sí dijo que el lugar donde se produjo el crimen es una «zona peligrosa por ser campo de operaciones de terroristas, cazadores furtivos y bandidos».
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mucha confusión
El convoy del que formaban parte los periodistas españoles estaba compuesto esencialmente por miembros de la patrulla contra la caza furtiva en la provincia de Kompienga, al este del país. Tanto ellos, como las fuerzas de seguridad fuertemente armadas que les escoltaban y los tres occidentales que les acompañaban (los dos españoles y el irlandés) viajaban en dos vehículos pesados y en varias motocicletas.
Según informó la agencia 'Europa Press' citando medios locales, tras el ataque los criminales robaron armamento y diverso material que portaba el grupo atacado: dos ametralladoras montadas sobre los vehículos, un dron (que pertenecería a los dos periodistas españoles), una docena de motocicletas y receptores de frecuencia. Los atacantes, según Reporteros Sin Fronteras (RSF), habrían llegado en una camioneta y varias motos.
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Roberto Fraile y David Beriáin formaban parte de ese puñado de profesionales que eran los ojos de las sociedades occidentales en los rincones menos afortunados del planeta. Fraile, baracaldés de nacimiento, afincado en Salamanca, de 47 años y con dos hijos, ya había sufrido serias heridas en 2012 en la ciudad siria de Alepo. Por su parte, Beriáin, navarro de 44 años, era bien conocido por sus trabajos: desde el negocio de los secuestros en Venezuela, hasta el narcotráfico en México, el conflicto en Afganistán o la Colombia de las FARC. Eran, en fin, dos profesionales que habían vivido muchas vidas antes de rozar los 50 años. El ciudadano irlandés que les acompañaba también era periodista, según apuntó ayer RSF citando al medio informativo local burkinabés infowakat.net.
El este y el norte de Burkina Faso han sufrido un aumento de la inseguridad durante los últimos años, especialmente a causa del repunte de los ataques por parte de grupos yihadistas, entre ellos la rama de Al Qaeda en el Sahel, el Grupo para el Apoyo del Islam y los Musulmanes (JNIM, que se apunta como posible responsable de los asesinatos), y Estado Islámico en el Gran Sáhara (ISGS), que han provocado además un incremento de los enfrentamientos intercomunitarios. Que el ejército haya reclutado a voluntarios de la zona, que posteriormente han llevado a cabo tropelías, no ha hecho más que complicar aún más las cosas.
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El asesinato de los periodistas ha sido unánimemente lamentado y condenado (desde el presidente del Gobierno hasta la alcaldesa de Barakaldo). Tanto Reporteros Sin Fronteras como las asociaciones de prensa reivindicaron el papel de estos profesionales, sin los que buena parte del planeta viviría aún más de espaldas a las atrocidades que ocurren a diario en las zonas menos favorecidas por la historia.
De 47 años y con dos hijos, era natural de Barakaldo, creció en Valladolid y estaba afincado en Salamanca. Hace dos décadas que empezó a viajar a zonas de conflicto. Al principio en sus vacaciones (trabajó en La 8 de Castilla y León Televisión y Localia) pero, cuando conoció a Beriáin, dejó su trabajo para colaborar con él. Durante la pandemia había vuelto a trabajar para Televisión Salamanca, pero en noviembre retomó su actividad internacional junto al reportero navarro.
Conocido por presentar la serie de documentales 'Clandestino', un espacio centrado en el crimen organizado por todo el mundo, nació en la localidad navarra de Artajona en 1977. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad de Navarra, atesoraba una larga experiencia como reportero en varios países, desde Afganistán hasta México, donde logró adentrarse en el Cartel de Sinaloa, y también en la camorra italiana. Vivía en Madrid, era dueño de su propia productora, 93 Metros, junto a su mujer, Rosaura Romero.
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