Arrupe da un paso más hacia los altares

Pedro Arrupe está un paso más cerca de los altares. La causa de beatificación del religioso bilbaíno, superior general de la Compañía de Jesús entre 1965 y 1983, va a entrar en una nueva etapa a partir del 14 de noviembre, cuando tendrá lugar la sesión de clausura de la fase diocesana sobre su vida, virtudes y fama de santidad. La ceremonia tendrá lugar en la basílica de San Juan de Letrán de Roma y estará presidida por el arzobispo Baldo Reina, vicario general del Papa para la diócesis de la capital italiana. «Se han recogido los testimonios de unos 70 testigos que le conocieron, mientras que los miembros de la comisión histórica han examinado las cerca de 10.000 páginas de las cartas y textos inéditos que redactó», explica Pascual Cebollada, postulador general de la Compañía de Jesús. «Se calcula que escribió unas veinte cartas diarias durante los 18 años que fue superior general». Un grupo de teólogos también ha revisado sus libros y otros textos publicados para confirmar que no existe «nada contrario a la fe y costumbres» de la Iglesia católica.

Aunque Arrupe falleció a los 83 años de edad en 1991, diez años después de sufrir una trombosis cerebral que lo dejó inválido, no fue hasta 2019 cuando tuvo lugar la apertura de la causa de beatificación. Aquellos 28 años de espera se explican por la necesidad de que el tiempo asentara la figura del emblemático religioso bilbaíno, cuya vocación por los más desfavorecidos no fue entendida en su tiempo por algunos de sus compañeros jesuitas. Tampoco por parte de la jerarquía eclesiástica. De hecho, Juan Pablo II designó un delegado pontificio entre 1981 y 1983 para la Compañía de Jesús, la más numerosa e influyente entre las congregaciones masculinas de la Iglesia junto a los salesianos.

Una vez concluida la fase diocesana, toda la documentación sobre Arrupe será llevada al dicasterio de las Causas de los Santos, el 'ministerio' vaticano encargado de las beatificaciones y canonizaciones. Después de que esa información sea revisada, comenzará la redacción de la 'positio', un informe que resume la biografía, los testimonios de los testigos y los documentos escritos por el 'siervo de Dios', como reconoce la Iglesia a los fieles que han llegado hasta este punto en los procesos de beatificación. Si la 'positio', que no estará preparada hasta dentro de un par de años, obtiene luego el visto bueno de una comisión de teólogos, obispos y cardenales y, finalmente, del propio Francisco, Arrupe será declarado 'venerable', el escalón previo a beato. Para conseguir ese ulterior reconocimiento haría falta un milagro obtenido gracias a la intercesión del jesuita bilbaíno. Con otro milagro posterior se abriría el camino hacia la santidad, que también podría ser proclamada de manera 'exprés' por Jorge Mario Bergoglio, el primer Papa miembro de la Compañía de Jesús.

«Ya nos están llegando de diversos lugares noticias de muchas gracias y favores conseguidos por personas que habían pedido la ayuda de Arrupe. Se trata de pequeñas curaciones o de resolución de asuntos difíciles en el ámbito familiar o laboral», explica Cebollada, que encuentra «evidentes rasgos de santidad» en la vida del jesuita vizcaíno. «Eso no quiere decir que fuera un hombre perfecto». Nacido en Bilbao en 1907, Arrupe estudió la carrera de medicina durante cuatro años hasta que decidió entrar en la Compañía de Jesús, que le envió como misionero a Japón. Allí vivió los horrores de la Segunda Guerra Mundial en su máxima expresión, ya que se encontraba en Hiroshima cuando los estadounidenses lanzaron una bomba atómica sobre la ciudad en 1945. Aquella experiencia le marcó profundamente y explica el impulso que dio a la vocación social de la Compañía de Jesús, representada, entre otros ámbitos, con la creación del Servicio Jesuita a Refugiados.

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