La «pedagogía de la igualdad», si se basa en una «reiteración de teorías expuestas unilateralmente» en lugar de en «modelos orientados a la discusión y la escucha», puede producir «rechazo». Lo dice un análisis del Ararteko, que advierte de que «cada vez más chicos adolescentes ... y jóvenes» se presentan «como víctimas del feminismo», lo que puede estar sentando las bases de «la banalización y la justificación de la violencia machista».
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El Defensor del Pueblo vasco ha entregado este martes a la presidenta del Parlamento vasco, Bakartxo Tejeria, el estudio 'Actitudes machistas entre la población adolescente y joven de Euskadi'. En el informe, que se basa en estudios de referencia a nivel nacional, cuestionarios propios a jóvenes de entre 14 y 29 años, grupos de discusión con adolescentes y un foro ciudadano con personas de diferentes edades, recomienda a las instituciones iniciativas dirigidas a «cuestionar el mensaje de victimismo de los hombres», puesto que trata de «desactivar la relevancia del daño causado por la violencia machista».
75% de las jóvenes
consideran la violencia machista muy grave, frente al 50,4% de los chicos.
El documento deja claro, en los diferentes capítulos, que la juventud vasca es en general más consciente de la desigualdad que otras generaciones. El 88% consideran que la lucha contra la violencia hacia las mujeres es prioritaria, frente al 84% del conjunto de la población. Sin embargo, si el 75% de las mujeres jóvenes definen esta violencia como muy grave, en el caso de los chicos el porcentaje desciende al 50,4%.
Y es reseñable que, en base a estos datos nacionales, mientras en el caso de ellas la preocupación por la violencia de género va al alza –casi dos puntos en cuatro años– en el de ellos, a la baja –cuatro puntos menos en dos años–. De ahí que, para la institución que preside Manuel Lezertua, sea clave «invertir en educación y sensibilización social», porque «no es de esperar» que las «nuevas generaciones se acerquen a la igualdad y se reduzcan las tasas de violencia machista por sí solas».
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Entienden que tanto chicos como chicas «viven condicionados por las mismas estructuras sociales machistas que el resto de la sociedad». El análisis, encargado a EDE Fundazioa, ha abordado cinco cuestiones: los estereotipos de género y la presión social; las relaciones de pareja y la sexualidad; la igualdad de mujeres y hombres y la discriminación sexista; la violencia machista contra las mujeres; y las políticas de igualdad y el feminismo.
Informe del Ararteko
Llaman la atención algunos resultados en ámbitos tan trabajados como el de la corresponsabilidad. «Tienden a proyectar un escenario donde el reparto de estas tareas (rol de los cuidados y reparto del trabajo doméstico) entre las personas jóvenes es mucho más equitativo de lo que en realidad es», sostiene el documento, que abunda en que «los hombres jóvenes creen que esa brecha forma parte ya del pasado».
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Aunque sean conscientes de que las diferencias entre hombres y mujeres responden, en gran medida, a constructos sociales y culturales, «mantienen estereotipos» como que ellas «son más sensibles» y capacitadas para la crianza y ellos «fuertes y espontáneos». Y perviven situaciones que pueden derivar en riesgos, porque naturalizan los celos, una «prueba de amor».
«Asumen de una manera bastante natural que existen unos celos buenos o tolerables, generados por el miedo o preocupación por perder a la pareja y que vendrían a confirmar el interés en la relación, por lo que se valoran positivamente, y unos celos malos o «tóxicos que tienen más que ver con el control y la desconfianza por parte de alguno de los miembros de la pareja, los cuales se califican como perjudiciales», alerta la institución, que aprecia además «cierta aceptación y justificación de algunos comportamientos vinculados con el control de la pareja», de manera «más acusada» entre los hombres.
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En ese sentido, el 18,1% de los jóvenes y el 12,7% de las chicas, recoge el Ararteko en su análisis, considera que «es normal mirar el móvil de tu pareja si piensas que te está engañando». Además, el 16,4% de los chicos y el 9,8% de las jóvenes considera que «para evitar conflictos es mejor ponerse la ropa que a tu pareja le agrada». Estas situaciones, aunque muchos adolescentes también son conscientes de que suponen control, han encontrado más espacio con las redes sociales. Por ello, el ombudsman emplaza a las instituciones a trabajar en una «oferta», dirigida a niñas, adolescentes y mujeres jóvenes, de canales de «denuncia y defensa» frente a las agresiones sexistas online, un escenario en el que no encuentran «protección y seguridad».
«Yo creo que el sexo y las relaciones sexuales han sido siempre un tema tabú, no nos han educado para saber, entonces ¿qué hemos hecho? Pues aprender de la pornografía que es lo que más cerca teníamos y mal hecho...». El testimonio es de una adolescente que participó en un grupo de discusión en el marco de la elaboración del estudio del Ararteko. Los datos de un informe estatal recogidos en el análisis del Defensor del Pueblo vasco reflejan que un 37% de los jóvenes creen que «la pornografía fomenta la violencia sexual, la cultural de la violación». Pero son ellas quienes lo consideran en mayor medida, un 48,2% de las chicas frente al 26,7% de los chicos. Con esta base no es de extrañar que Manuel Lezertua urja a implantar una educación «afectivo-sexual dirigida a niñas y niños» que se inicie a edades «tempranas» y que se incluya «dentro del currículo reglado». «Los talleres que actualmente se imparten en Bachillerato no atraen ni motivan a la adolescencia a la que se dirigen, y no aclaran sus dudas reales sobre sexualidad», sostienen las conclusiones del análisis, en el que se plantea uná educación en este ámbito «integral y de calidad» que involucre también a las familias y en la que se trate la sexualidad «también desde la vivencia del placer, no únicamente desde la prevención y la contracepción». De forma paralela, las instituciones deben trabajar en una «oferta», dirigida a niñas, adolescentes y mujeres jóvenes, de canales de «denuncia y defensa» frente a las agresiones sexistas online, un espacio en el que no encuentran «protección y seguridad».
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