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Son una joya y los grandes héroes del verano. Un pilar fundamental de muchas familias, sin el cual es difícil compaginar la vida familiar con ... la laboral. Más con esta crisis que vivimos, cuando menos familias pueden enviar a sus niños a campamentos. Así son los abuelos y las abuelas que cuidan de sus nietos estos meses para que ama y aita puedan centrarse en su labor profesional a tiempo completo. Si en Euskadi el 36% de los abuelos cuida a sus nietos todo el año hasta el punto de que uno de cada cuatro les dedica entre seis y siete horas cada día, según datos de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, cuando los colegios cierran sus puertas esta socorrida solución se incrementa. Un 53% de los padres confían en que con ellos los más pequeños estarán en buenas manos. Con los aitites y, sobre todo, con las amamas, que suelen ser las que se hacen cargo de los nietos «en un porcentaje mucho mayor». «Abuelos que cocinan, cuidan, entretienen», señala Pilu Hernández, experta en Educación de Familias. ¿Udalekus y campamentos? «Sí, pero van a recogerlos los abuelos porque ama y/o aita no salen del trabajo hasta las ocho».
Pili Jiménez, Mª Pili Caballero y Javi Echevarría Con Aiala, Irati y Haizea
Las cuidan desde que las primas tenían «meses de vida». «Cuando están en casa en la tele solo vemos lo que quieren ellas»
Hasta hace unos años, los abuelos, como las bicicletas, eran para el verano. Los niños lo pasaban genial y ellos disfrutaban un tiempo corto de las gracias de los pequeños. Pero ahora, conviviendo gran parte del año, teniendo responsabilidades como recogerlos del cole, darles de comer, incluso ayudándolos con los deberes... ya no es una relación festiva. «Amama y aitite adoptan un rol importante en el que se erigen como figuras clave para la formación de la personalidad de los menores, para su aprendizaje social y para la obtención de los valores que van a guiar su vida», apunta Natalia Díez-Caballero, presidenta de Hirukide, Asociación de Familias Numerosas. Sucede así con las dos amamas y el aitite de Aiala, 9 años, Haizea, de 5, e Irati, de 4. Javi Echevarría, Mari Pili Caballero y Pili Jiménez cumplen con creces su labor de mimar mucho a las tres primas, como debe ser, pero también son un as a la hora de atenderlas estos días, por mucho que digan que «no dan nada de guerra». Las cuidan «desde que nacieron». «Y aunque tengan ikastola hay que ir a recogerlas, llevarlas...».
Los encontramos en la sesión de fotos que cada año organiza en el Parque de Doña Casilda de Bilbao, por el 'Día de los Abuelos' (para los cristianos), la fotógrafa bilbaína Naiara Gallego para homenajear a esta figura tan importante, y quedamos con ellos en los columpios de Basarrate, donde llevan habitualmente a las 'peques'. «Aquí se lo pasan en grande», dicen. También las llevan a la piscina y a la playa. «Las amamas nos turnamos», explica Mari Pili.
«Amamas, amamas... porque aitite tiene menos autoridad», advierten. «Y nos riñen a veces los aitas, porque para el tema de chuches, por ejemplo, somos más permisivos», comentan. «Y en la tele solo vemos lo que ellas quieren. El mando es de ellas, saben poner el Netflix mejor que nosotros», se ríen.
Encarni González con Haizene y Maddi
«Yo también trabajo y me turno con mi hija, procuramos compaginar los horarios», explica Encarni
«Las cuido desde pequeñas. Yo también trabajo, así que mi hija y yo compaginamos los horarios. Ella antes trabajaba por la tarde entonces yo, a las tres, cuando salía de trabajar, las recogía del colegio. Estaban en casa con mi marido también. Ahora ella trabaja hasta las cuatro y le da margen a recogerlas. Pero en vacaciones estoy yo. las tengo de doce a cuatro. Son muy buenas, tienen sus momentos de peleas entre hermanas y esas cosas, pero son muy buenas. ¿Verdad? ¿Yo quien soy?», pregunta Encarni. «Amama», dicen las pequeñas al unísono.
«Hemos estado todo el mes en la piscina de Txurdinaga. ¿No ve cómo estamos de morenas? Las recojo y directamente, con la comida, vamos a la piscina. Saben nadar y todo, y allí encuentran a sus amiguitas, las primas... Es como quien las lleva al pueblo y se junta allí con la cuadrilla del pueblo. Y como nosotras no tenemos pueblo...», explica la mujer. «A media mañana las niñas siempre tienen hambre, pero no me gusta darles chuches, mire qué dientes más sanos tienen. Les doy unas galletitas, unas aceitunas... Comen muy bien, pero comida, no porquerías», continúa. A Encarni, dice, no le cuidaron aitite y amama de pequeña. «Mi madre era modista pero trabajaba en casa, y yo estaba con ella». Ahora en verano, «a ver qué hacen los hijos con los niños. Algunas de sus amigas van a udalekus y salen a las dos, pero si las madres y los padres salen a las cuatro, hay que estar también». Cuando se ponen malitas, está el abuelo, que se queda en casa con ellas cuando Encarni se va al trabajo. «Conmigo en casa juegan y ven poco la tele», indica.
«Amama también nos echa broncas», dicen las niñas. «Cuando la liáis, ¿no?», responde amama. Haizene dice que Maddi «la lía más» y Maddi asegura que es Haizene. Entonces amama interviene, «bueeno, vaaale».
Encarni Domingo y Luci Portela Con Ibai, Ariane y Julen
«Juego mucho con ellos, me tiro al suelo a su lado, invento historias, les cuentos cosas...», comenta Luci, de 74 años
Encarni y Luci rejuvenecen en verano con Julen (2 años), Ariane (5) y el primo de estos, Ibai (5), aseguran estas dos campeonas de 64 y 74 años. Cuesta ponerles 'firmes' para la foto, el más pequeño de los tres se hace pis y hay que interrumpir, pero al final ponen cara de buenos, que lo son, y aquí están. «Mi abuela lleva muleta», avanza Ariane. «Cuando la abuela no puede, tú también nos cuidas», dice la cría dirigiéndose a Encarni. De paso comenta que esta noche se va a dormir a casa de su amiga favorita y se ha puesto dos collares especiales. Las dos mujeres atienden a los niños por las tardes, porque por las mañanas las amas trabajan. Conocen hasta a sus «amiguitos». «Es lo que pasa, hay que ayudarles en lo que se pueda. Hoy, mira, se queda en casa a comer uno, los otros también suelen venir», arranca Encarni aprovechando un momento de silencio de los nietos.
«En vacaciones hay que echarles una mano a los hijos desde final de curso hasta fin de julio seguro. No han salido las cosas como ellos pensaban, se han torcido y ya le he dicho a mi hija, 'no te preocupes que yo estoy aquí'. Si se levanta para ir a trabajar a las cinco de la mañana...». Y cuando llega agosto y les ve menos «les echo mucho de menos, soy viuda desde hace 27 años y los niños te dan muchas alegrías, son 'quitapenas'», completa Luci. «Son bastante pacíficos, no dan mucho trabajo. Les llevamos al parque de Rekalde a jugar y, si hace malo, en casa pintando. Les ponemos los dibujos y algunas cosas que los padres no les permiten también. Y les mando a la esquina cuando se portan mal. Me ha dicho el pequeño, 'tú no tienes esquina en casa', 'tengo cuatro', le he dicho». De comer los críos piden siempre «arroz», pero les ponen «de todo». «Juego mucho con ellos, me tiro al suelo con ellos, invento historias, les cuento cosas... Yo conocí a mis abuelos poco, no tuve esta suerte», concluye Luci.
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