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«Todo el mundo dirá que no lo hace, pero es más habitual de lo que creemos». Así comienza el conocido pediatra Carlos González uno de los episodios de su podcast 'Criando sin miedo' en el que lanza un mensaje claro: «Cuidado con ridiculizar a nuestros hijos».
El experto asegura que «te van a querer hagas lo que hagas, te van a respetar y te van a imitar incluso. Aunque les grites, les castigues, les insultes o les ridiculices...». González cuenta que, al hablar sobre este tema con algunos progenitores, estos se escandalizan: «¿Insultar o ridiculizar a mis hijos?», exclaman. «Sí, lo hacemos», responde el doctor y hace referencia a algunas situaciones que a muchos les resultaran familiares. «Ocurre cuando les decimos, 'qué vergüenza, pareces un niño pequeño llorando'», puntualiza.
Así, cuando los pequeños desobedecen, rompen algo o no se quieren bañar, «es fácil que el progenitor que ha estado con él en ese momento le diga al otro 'no sabes lo mal que se ha portado fulanito'. Pero es difícil que ocurra al revés, y sean ellos quienes recriminen nuestra actitud, porque los niños nos perdonan mil veces al día», indica. En su caso, revela que cuando comprendió «que mis hijos me iban a querer hiciera lo que hiciera, pensé que debía dedicar el resto de mi vida a intentar hacerme digno de ese cariño que me iban a dar de todos modos».
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En su podcast el profesional también habla sobre «el arte de pedir perdón a un hijo». En primer lugar, cuenta que «hay que enseñarles que el perdón es algo que se pide con humildad y que no está garantizado». González apunta que a veces perdemos los nervios porque somos humanos, pero cuando los padres son capaces de reconocer sus imperfecciones, «los hijos creo que sienten un gran alivio».
A la hora de disculparse con los más pequeños, propone evitar «ese truco pasivo agresivo de, 'no tenía que haberte gritado, pero es que te has portado tan mal... No, perdona, no se pide perdón para poder seguir riñendo y gritando al otro». La manera correcta, según González, pasa primero por «reflexionar sobre por qué has gritado o perdido los nervios, intentar enmendar esos errores y decirle a tu hijo que lo sientes, pero sin intentar justificarte», concluye.
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