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Beñat Arnaiz
Martes, 1 de octubre 2024, 15:20
Todos los testigos que han comparecido este martes en el cuarto día del juicio por el crimen de Aintzane Pujana han sido agentes de la Ertzaintza, once en total. Presentes en diferentes fases del caso, han corroborado las versiones ofrecidas por sus compañeros en anteriores ... días con sus relatos en primera persona y todos ellos han recibido la misma pregunta por cada una de las dos defensas, que siguen con el objetivo de inculpar a la otra parte.
La defensa de la acusada, K., trata de probar que su representada estaba bajo el yugo del acusado, E. y que actuaba según lo que él le decía por el miedo que tenía de terminar «como Aintzane». Su abogada reconoció que «acuchilló» a Pujana guiada por la mano de él. En ese trazo de la defensa, dos testimonios ofrecidos por dos ertzainas han contradicho esa versión.
El primero ha sido el del agente que interceptó a la pareja en el punto kilométrico 25 de la N-634 de la carretera entre Getaria y Zumaia sobre las cuatro de la mañana del 2 de enero, horas después de presuntamente asesinar a Pujana. Paró el coche, cuyo propietario real era un hombre que estaba en la cárcel, sin seguro y con los neumáticos en un estado que impedían su circulación segura.
«No querían que les pusiera un cepo, no querían desprenderse del coche», por lo que llamaron a la grúa y además a un taxi para que el novio de Aintzane Pujana se encargara del perro, considerado de raza peligrosa y que estaba encerrado en el maletero con un bozal. Esos servicios (la grúa y el taxi) iban a requerir una determinada cantidad de dinero, razón por la que el agente les advirtió de que debían pagarlos ellos. En ese momento, la acusada expresó que «con estos 700 euros que tengo aquí me llega de sobra», prueba de que ella también tenía dinero y que va en contra de la versión de que era él el que gestionaba el aspecto económico.
Otro agente que visionó las cámaras de seguridad de una estación de servicio de Zumarraga ha precisado que sobre las 9.20 horas del 2 de enero, después de regresar «con una almohada y un cubrecolchones» al coche que había sido aparcado frente a un taller de Aizarnazabal una hora antes, el acusado echó gasolina y la acusada accedió al establecimiento para realizar una compra.
El mismo agente que les paró en la N-634 «conocía al acusado de otras actuaciones, relacionadas con peleas», y por eso pidió apoyo de otros compañeros, y también a la acusada porque las dos noches anteriores, el 30 y el 31 de diciembre, le tocó acudir al agroturismo de Aizarnazabal porque los propios acusados, con Aintzane Pujana también en el alojamiento, llamaron a la Ertzaintza para quejarse del ruido que estaban provocando otras personas que se encontraban alojadas en el agroturismo debido a las fiestas de fin de año.
Los agentes acudieron al lugar y ante la pregunta de la defensa del acusado, que la ha formulado prácticamente a todos los testigos, de si ella insinuaba que estaba siendo retenida contra su voluntad o transmitía miedo o estaba asustada, el agente ha respondido que «no mostró ningún miedo ninguna de las dos noches». Otros dos agentes han respondido lo mismo.
Por el otro lado de la defensa, la pregunta estrella de la abogada de ella está dirigida a saber quién conducía el vehículo. En algunos casos los agentes han respondido que era el acusado el que conducía, y en otros que no fueron capaces de observar ese detalle.
El agente que tomó la declaración a ella como testigo el 4 de enero de 2021 ha indicado que «cuando le comuniqué que habíamos encontrado el cadáver de Aintzane Pujana su reacción no fue lógica, dijo que estaba apenada y que era una gran amiga suya, pero no correspondía a una pérdida. Además, me llamó la atención que en su declaración como testigo me daba muchas fechas, parecía guionizado».
Otra agente, que transcribió una llamada de teléfono de la acusada a su familia, ha declarado que «mientras la llamada daba tono (nunca descolgaron al otro lado del teléfono) se escuchaba a ella enfadada decir 'parece que te da rabia que tenga el móvil'», en referencia a una posible discusión que estaba manteniendo la pareja acusada de matar a Aintzane Pujana.
Esa llamada se produjo el 11 de enero, un día antes de su detención.
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