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antton iparraguirre
Lunes, 5 de agosto 2019, 13:18
Con el verano Euskadi se viste aún más de fiesta. Decenas de localidades se engalanan para honrar a su patrón con varios días de festejos. En sus programas no pueden faltar los dantzaris. Llenan las plazas con coloridas y singulares vestimentas. Pero hay un ... elemento que muchas veces pasa desapercibido, el calzado, la modesta abarka que hasta hace no tantos decenios era vital en el día a día para los vascos de toda edad y condición. Con el tiempo su uso se fue limitando al mundo rural, y ahora cada vez es menos utilizada por los baserritarras. A lo largo del año se ven por las calles cuando la gente se viste de caseros por Santa Águeda, el día de Santo Tomás, Navidad...
En cuanto al origen de las abarkas, abarcas o albarcas, los historiadores señalan que el mismo término es prerromano. Ya en el Paleolítico los guipuzcoanos calzaban este tipo de calzado. El peregrino Aymeric Picaud, del siglo XIII, subraya que los vascos visten al uso de los escoceses... «de paños negros y cortos que bajan solamente hasta las rodillas y usan de un calzado que llaman lavarcas, hechas de cuero peludo, esto es, sin curtir, y las atan con correas alrededor del pie, cubriendo solamente las plantas y dejando desnudas las bases».
En el primer diccionario de la Lengua Castellana, escrita por Sebastián de Cobarruvias en 1611, se puede leer: «ABARCA. Un genero de calzado rustico de que usan los que viven en sierras y lugares ásperos. Son de dos maneras, unos de palo, que por tener forma de varcas se dixeron avarcas, y otros de cueros de vaca crudos, que con unos cordeles se los atan a los pies sobre unos trapos, con que huellan sin peligro la nieve, Latine pero, peronis, a pera, que es el zurrón; en que se mete el pie, como borzegui, alias bursegui, se dixo a bursa. El rey don Sancho de Navarra tuvo este apellido de Avarca, o por averse criado cuando niño en ábito de serrano para estar más dissimulado, o porque aviendo de pasar los Pirineos para ir a socorrer Pamplona, que la tenían cercada los moros, y estando cargados de nieve dió orden como los passassen con estas avarcas. El linage de los Avarcas (que es verisimil descender deste rey) son muy nobls en Castilla».
El Padre Manuel de Larramendi, nacido en Andoain el 25 de diciembre de 1690 y fallecido en Azpeitia el 29 de enero de 1766, escribió en su libro 'Corografía de Guipúzcoa' un capítulo dedicado a los «trajes y modas», en el que dice: «Hombres y mujeres, en las caserías, conservan el calzado que notó Séneca en Córcega como propio de los cántabros, que son las abarcas, y es el calzado mejor para montes y cuestas, especialmente en los tiempos de lluvias y nieves. También se conserva en los pueblos entre labradores que hay y tienen vecinas las tierras que labran, entre peones y otras gentes de trabajo; pero no en los demás vecinos y moradores, que todos se visten medias y zapatos».
Las abarkas, abarcas o albarcas eran antaño de piel de ternera o vaca. Se hacían en cada casa y los confeccionaban los hombres. Los primeros eran de piel en crudo, pero luego se usaron dos técnicas para curtirlas: al vegetal, el más antiguo y primitivo, para el que se utilizan cortezas y hojas, e incluso madera de ciertas especies como pino y roble; y al alambre o al cromo, para el que se utilizan productos químicos. Ahora proliferan también las negras de goma o caucho procedente de neumáticos usados, plásticos y otros materiales.
Las albarcas son un calzado singular porque cubren la planta y la punta de los pies hasta el empeine, así como el talón. Cuentan con de un borde agujereado en todo el entorno por el que se pasa una larga cuerda o correa. A veces se coloca una bayeta para impedir que el roce fuera doloroso. Con el paso de los años se pasó a utilizar un cordón de lana trenzada. El calzado se fija con varias vueltas sobre la pierna.
Cuando salían del caserío e iban al pueblo o a la ciudad, tanto hombres como mujeres se ponían las alpargatas, atadas al tobillo. Si eran blancas, el calcetín que llevaban era negro. En cambio, si las alpargatas eran negras, el calcetín solía ser blanco. Usaban calcetines de lana en invierno y de algodón en verano. Con motivo de algún evento muy especial, los hombres podían llevar zapato clásico de piel negro y con cordones, y las mujeres, zapato o botín negro.
La gran mayoría de las abarkas que se pueden comprar en tiendas especializadas son de los números 16 al 48, aunque también se pueden adquirir como adorno, por ejemplo para el interior de un vehículo, o como recuerdo de un viaje por turismo a Gipuzkoa.
Los materiales básicos utilizados son el cuero de cuello de vaca de primera. En las medidas entre 16 y 19 el cuero utilizado habitualmente es de oveja (1,8 a 3 mm.) y para las abarcas menores de 2,3 mm. Para el resto de 2,5 a 3 mm. La goma para la suela , conocida como crepelina de hilo de nylon como el utilizado para coser las redes de los pescadores, sustituyó a las tiras de cuero y al cáñamo que acababan pudriéndose.
En la actualidad hay pocos artesanos dedicados a este tipo de calzado. Se requiere una notable habilidad y fuerza manual, así como preparación para una actividad que acaba convirtiéndose en monótona. Juan Elgarresta Murua es un abarkagile de Urretxu (Gipuzkoa) que vende abarkas en las ferias de las fiestas de muchas localidades. Hace unos años explicó en la web Euskonews & Media al historiador, antropólogo, etnógrafo y divulgador donostiarra Antxon Aguirre Sorondo los secretos de su proceso de fabricación.
1. Por medio de una tabla (abarka-ola) que le sirve de plantilla, dibuja sobre la piel (larru) lo que tiene que cortar. El material que hoy se usa es la «badana engrasada color avellana», o piel curtida de ternero. Usa material curtido vegetalmente, al tanino, que se compra aún por «pies» (31,7 cm2.). Antes se hacían de cuero sin curtir, con o sin pelo. Para que no se encartonasen y estuvieran flexibles, y no hicieran daño en el pie en épocas secas, había que mojarlas o se envolvían en un saco mojado, otros metían en su interior hierba fresca, o se dejaban en la cuadra, pues en ella siempre había humedad. No convenía dejarlas junto a la chimenea pues se acartonaba el cuero.
2. El artesano prepara la liz para el cosido. Respecto a la parte del animal, él prefiere que el material sea del cuello del animal, pues aunque es más dura y difícil de trabajar, luego la abarka dura más.
3. Con una cuchilla se corta la forma ya dada. Con martillo y una cuchilla (él usa una en forma de L, el lado largo a guisa de mango y el corto acaba en filo y le permite golpear sobre ella, abarka-eztena) hace unas pequeñas perforaciones en todo el perímetro de la pieza, que serán por donde posteriormente pasará la cinta cuero. El número de cortes siempre tiene que ser par.
4. Con ayuda de liz encerada se cose la punta.
5. Da la vuelta a la punta. Consigue así que la costura quede para dentro.
6. Hace los ojos 'begiak'. Son dos trocitos de cuero negro que se ponen simétricos en la parte delantera de la abarka. Según su abuelo, sólo a las abarcas que se usaban los días festivos se les ponían los «begiak» y no a las de todos los días.
7. Pone la cinta «zintak» o «jostuelak» (de «josteku-uhela») en todo su borde superior. Las cintas o «zintak» se han fabricado previamente de la siguiente manera. Se hace un circulo de cuero y se clava una navaja en una tabla, luego se saca una punta del cuero y tirando de ella con fuerza la navaja va haciendo la cinta continua cual monda de naranja, de forma limpia, rápida y exacta.
7. Coloca en el borde de la abarka los siete lazos (lazoak), tres a cada lado del pie y uno en el centro de la parte delantera y que es diferente a los demás, y que servirán para pasar las cuerdas.
8. Se coloca las cuerdas o «traiak» de lana pura (negra) que la hace él mismo. Para ello primero, tras el esquilado y lavado de la lana, la carda y a continuación saca el hilo con la «txabilla» o «maatilla» (huso). Va haciendo hilos largos, que luego los mezcla de nuevo con ayuda de la «txabilla», haciéndola girar, repitiendo la operación al añadir nuevos hilos hasta conseguir el grosor de la cuerda deseada. La longitud total de la cuerda suele ser de unos 3 m.
Todo este proceso lleva a que el abarkagile Juan Elgarresta tarde en hacer un par de abarkas unas dos horas y media. Revela que el número mayor que ha fabricado fueron unas del 47 y la mayor una abarca que hizo para una Euskal Jai Eguna de 1,5 metros de largo.
No es fácil atarse unas abarkas. Lo mejor es hacerlo con un nudo, ya que si se hace un lazo es fácil que se suelten. Es más fácil si se atan a la altura del tobillo. De esta forma, las cuerdas no se caerán y se estará más cómodo. Para atarlas a lo largo de la pierna lo mejor es hacer solo tres cruces, dejando libre la zona de los gemelos y atando las cuerdas justo debajo de la rodilla. En el vídeo superior se puede ver el proceso.
La siguiente vez que compres unas abarkas y te las pongas para ir de fiesta ataviado de baserritarra o vestirte de dantzari no olvides la historia de este modesto calzado que casi siempre pasa desapercibido, aunque desde la suela a los lazos sea la prenda más castigada tanto por el porteador como por las inclemencias meteorológicas.
Recuerda esto, además. Lo dijo el actor Tom Hanks en el inolvidable y entrañable filme 'Forrest Gum': «Mamá siempre decía que se puede decir mucho sobre una persona por sus zapatos. A dónde van, a dónde estuvieron. Yo usé un montón de zapatos». Abarkas, la verdad que no. Si el protagonista y el personaje hubieran sido guipuzcoanos seguro que sí en algún momento de su vida.
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