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La Ertzaintza adquirió antes de verano medio millar de torniquetes para que los lleven los agentes de Seguridad Ciudadana en los coches patrulla, pero aún no los ha repartido porque es necesario formar a los agentes para que puedan usarlos, explican desde el Departamento de ... Seguridad. «Habrían sido de gran ayuda esta Aste Nagusia», advierte un policía destinado en Bilbao, cuando se registraron varias agresiones con botellas rotas.
Los patrulleros son «los primeros intervinientes» porque llegan antes que otros servicios de emergencia a cualquier suceso. Por eso resulta tan importante su labor en las actuaciones denominadas «tiempo dependientes», es decir, aquellas en las que cada segundo cuenta para salvar una vida. Por ejemplo, hacer una reanimación cardiopulmonar (RCP) a un infartado, la maniobra de Heimlich en un atragantamiento o aplicar un torniquete ante una hemorragia masiva. En casos en los que «si no actúas lo más rápido posible, la persona se muere». En definitiva, garantizar la «cadena de superviviencia», mantener a la persona con pulso hasta que lleguen los sanitarios y puedan ofrecer un tratamiento adecuado.
Cada vez se observan más incidentes con presencia de armas blancas. Sólo el año pasado, se decomisaron 1.500. «Cada semana vemos al menos un apuñalamiento», confirma un sanitario que trabaja en la red de emergencias en Bilbao. Un corte que seccione la femoral, por ejemplo, deja sin conocimiento a la víctima «en 50 segundos. En minuto y medio está muerto», afirma un ertzaina que se ha formado en asistencia sanitaria de urgencia.
El empecinamiento de un médico de prevención del Departamento de Seguridad ha impulsado la adquisición de unos 500 torniquetes para las unidades de Seguridad Ciudadana. Se baraja también extender la medida a las patrullas de Tráfico, las primeras en llegar a los accidentes con heridos, donde las hemorragias son frecuentes. De momento, en la Ertzaintza ya cuentan con ellos las Patrullas de Respuesta Inmediata (PRI). «Llevan once».
Los patrulleros disponen de un botiquín de primeros auxilios, aunque para salvar vidas necesitan materiales más avanzados como torniquetes o gasas israelíes -de compresión- o mantas térmicas. El modelo adquirido, un CAT de séptima generación, es el más avanzado del mercado. Cada uno cuesta 35 euros y son de un solo uso. «Cada vez que se coloca, como puede estar en contacto con fluidos, en concreto, con sangre, hay que desecharlo», aclaran.
Su uso es sencillo. Se aplica sólo en las extremidades con hemorragias masivas. «Primero hay que identificar la hemorragia y, a veces, cortar la ropa. Después, colocarlo por encima de la herida, lo más próximo posible al cuerpo, al corazón, apretar y dar vueltas hasta que se corta el sangrado. Por último, dar una vuelta más de seguridad». Una vez que se aplica, hay que poner la hora en una etiqueta.
«Me he encontrado con muchos torniquetes puestos por policías y ninguno estaba mal», felicita un sanitario. «Aunque estuviera colocado de manera deficiente, hasta las seis horas no se produciría una lesión, aunque algunos estudios realizados en EE UU han demostrado que se puede salvar el miembro incluso después de 48 horas», tranquilizan.
Muchos policías adquieren sus propios aparatos porque se han encontrado con situaciones comprometidas en la calle, pero se quejan de que el Departamento no se los ha repuesto cuando los han usado para salvar a alguien. En las últimas promociones de la Ertzaintza, los alumnos reciben una guía para el manejo de heridos en incidentes intencionados con múltiples víctimas, donde tratan este asunto, aunque es una formación teórica.
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