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Las vacaciones escolares son largas. Y eso, más allá de suponer un problema de conciliación, lo es también a nivel de formación y entretenimiento. Las dificultades para acceder a colonias de verano son mayores para las familias que viven en una situación de vulnerabilidad, un porcentaje que, pese a que Euskadi está en máximos de bienestar, no deja de ir al alza. Para ayudar a sobrellevar estas fechas a los hogares en riesgo de pobreza, Save The Children ha organizado en el Centro de Recursos para la Infancia y la Adolescencia de Barakaldo, en Bilbao y en Vitoria unos campamentos de día para 380 menores en exclusión.
La organización recuerda que el 22% de los hogares vascos, según la última Encuesta de Condiciones de Vida, «no pueden irse de vacaciones o asistir a colonias de verano». Eso responde, en parte, al «elevado coste de estas actividades», que pueden representar, según sus cálculos, «el 20% del gasto anual en la crianza de un niño». En ese sentido, puntualizan, «una familia de dos adultos y dos hijos que ingrese 1.930 euros mensuales, en estos meses de verano tendría que destinar 500 para el campamento de ambos». Y, teniendo en cuenta que el coste total mensual de la crianza en Euskadi ronda los 769 euros por hijo, «son actividades que resultan privativas» para muchas familias.
«Los gastos en campamentos son uno de los primeros en ser recortados por muchas familias con limitaciones económicas, lo que repercute seriamente en el bienestar y desarrollo saludable de los niños y niñas durante la época estival», sostiene la directora de Save The Children en Euskadi, Charo Arranz. En las colonias, además de jugar e «ir a la playa», la actividad favorita de Lucas, un participante de 11 años, trabajan los ODS (objetivos de desarrollo sostenible). «Hemos visto un vídeo sobre igualdad de género», prosigue explicando el menor, que si no acudiera a estas actividades, «estaría toda la mañana con mi madre en casa».
En otros casos, además de una cuestión de aprendizaje y de actividades para divertirse, es un asunto de conciliación. Las dificultades para abonar este tipo de servicios «tienen consecuencias en términos» de compatibilización de la vida familiar y laboral, «perpetuando así círculos de precariedad». En ese sentido, desde la entidad exponen que, durante los períodos no lectivos, «el teletrabajo y las redes de apoyo familiar son de gran ayuda».
Sin embargo, puntualizan, «entre los más vulnerables», el teletrabajo «es menor debido al tipo de ocupaciones que desempeñan», porque muchas de estas personas «trabajan en el sector servicios, que entra en auge durante las vacaciones», y en buena parte de los casos «no cuentan con una red de apoyo, sobre todo las familias encabezadas por una madre sola».
La idea, explica Nekane Marañón, coordinadora del CRIA de Barakaldo, es «proporcionar un espacio seguro y un lugar en el que realizar actividades de ocio y tiempo libre saludable», ya que «algunas familias no pueden proporcionárselas». De entre 6 y 12 años, la mayoría de los participantes son usuarios de otros recursos que ofrece Save The Children durante el curso, como el apoyo educativo que prestan a medio millar de menores.
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