Pere Navarro, el director general de Tráfico, suele decir que el mejor año de su vida profesional será aquel que se cierre sin un solo fallecido en las carreteras españolas. Y aunque, hoy por hoy, es un objetivo imposible, nunca antes España ha estado más ... cerca de conseguirlo. Es una de las consecuencias más positivas que ha dejado el coronavirus. La covid ha reducido las muertes de tráfico a su mínimo histórico. Hasta el pasado 21 de diciembre (último día con datos oficiales públicos), los fallecidos en carretera alcanzaron los 848, casi el 21% menos que en el mismo periodo de 2019, que fue, además, el año con menos víctimas mortales (1.101).
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De este modo, 2020 cerrará con el menor número de muertes en carretera desde 1960, cuando empezaron a registrarse los datos de accidentes mortales. Por vez primera no se rebasará el millar de fallecidos, cuando hace 60 años, con un parque de vehículos mucho menor, los muertos en carretera ascendieron a 1.300.
Tras estas cifras de récord, aunque siempre dolorosas, se halla el efecto del coronavirus sobre el tráfico rodado, primero por el confinamiento total en los primeros meses de la pandemia, y luego por las restricciones de movilidad.
De hecho, entre el 1 de enero y el 14 de marzo, fecha en que se activó el estado de alarma y se limitó radicalmente la circulación por carretera para contener la expansión del coronavirus, se registraron 201 fallecidos, quince más (un 8% más) que en el mismo periodo de 2019. Unas cifras que iban al alza, pero que a partir del confinamiento cayeron de manera drástica.
Según los datos recogidos por la Dirección General de Tráfico (DGT), del 15 de marzo al 20 de junio (cuando tras casi 100 días concluyó el primer estado de alarma y se volvió a la 'nueva normalidad'), se contabilizaron 117 accidentes mortales frente a los 287 del mismo periodo de 2019, casi el 60% menos. Las restricciones por la covid en el tráfico rodado tuvieron un impacto evidente en estos números puesto que hubo descensos de entre el 70 y el 90% en la circulación de acceso a las grandes ciudades.
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A partir del 21 de junio y hasta el 21 de diciembre, se ha seguido produciendo una caída con relación a la misma horquilla temporal del año anterior, pero mucho menos pronunciada. En estos últimos seis meses se han contabilizado 530 fallecidos frente a los 569 del mismo semestre del año pasado, un 7% menos.
David Fernández, coordinador de proyectos de seguridad vial del RACE, frena cualquier atisbo de optimismo «ya que sin las restricciones a la movilidad impuestas por la covid, las cifras habrían sido similares a la de años anteriores, como se ha visto en el primer trimestre. En cuanto la actividad se normaliza, se mantiene la tendencia», dice. Por eso, reclama inversiones para mejorar la red secundaria de carreteras, donde se producen cerca del 80% de los accidentes mortales, e incentivar la renovación del parque móvil, que tiene una media de antigüedad de diez años.
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Ana Novella Reig, presidenta de Stop Accidentes (asociación de víctimas de accidentes de tráfico) cree que la reducción del número de fallecidos es «siempre una buena noticia», pero no se ha producido en la proporción que debía de ser. «Para haber estado tres meses confinados totalmente y con las posteriores limitaciones a la movilidad y los cierres perimetrales, tenían que haberse producido menos accidentes, y no vemos una caída proporcional», apunta.
A su juicio, es un año atípico, condicionado por la pandemia y muy difícil de baremar». Novella opina que los conductores siguen sin estar concienciados «de la pandemia vial», como denominó a las distracciones en la conducción, el consumo de alcohol, el uso del móvil o la velocidad inadecuada.
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Tanto la DGT como las distintas asociaciones que velan por la seguridad vial han llamado la atención sobre los accidentes en los que están involucrados los usuarios vulnerables (motoristas, ciclistas y peatones) en la medida en que son los más desprotegidos en los siniestros. La alarma saltó este pasado verano cuando se logró reducir el número de fallecidos en todos los medios de transporte excepto en el caso de peatones y ciclomotores. También se observó entonces una alta siniestralidad de motociclistas en las carreteras secundarias durante los fines de semana, con conductores de mediana edad que, aún llevando el casco, perdieron la vida por salidas de la vía. La DGT ha desplegado una nueva señalización para identificar los 100 tramos de mayor riesgo para motoristas.
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