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Tres y media de la tarde. Esta es la hora a la que arrancará hoy en toda España (sesenta minutos antes en Canarias) el examen para conseguir una plaza de MIR (médico interno residente) en un hospital. Sin este trámite, los graduados en Medicina no ... pueden trabajar en la sanidad pública, después de haber estudiado seis años de carrera. Esto no ocurre en el resto de carreras de la rama de Ciencias de la Salud.
El examen MIR abre la puerta a los médicos a formarse, durante cuatro o cinco años, en una de las 47 especialidades reconocidas por el Ministerio de Sanidad, a la vez que trabajan en un hospital. Las plazas ofertadas por el conjunto de comunidades autómas son 6.797, 360 más que las del año pasado. Del total, el País Vasco aporta 371, 54 más que en 2018. El mayor aumento en el conjunto del Sistema Nacional de Salud se ha dado en Medicina Familiar y Comunitaria y Pediatría, para reforzar la atención primaria.
Paula J. Fonseca (MIR Asturias)
El examen de este año llega en pleno debate respecto a si hay carencia o no de médicos en España. Resulta casi imposible dar con la respuesta. Mientras los responsables sanitarios hablan de déficit de facultativos, sobre todo en algunas especialidades, la Organización Médica Colegial (OMC), alerta del aumento del número de médicos sin especialidad.
¿La razón? El desfase entre el número de graduados que salen cada año de las facultades –hay 46 en el país– y el de plazas de formación especializada. Por ello, demandan adecuar la oferta a la realidad de los graduados cada año.
En este escenario, la preparación del examen que da acceso a la especialización es una carrera de fondo porque supone decidir el futuro en cinco horas, que es lo que dura la prueba. No se trata solo de aprobar, sino de obtener la mejor nota para poder elegir la especialidad que se quiere realizar y el lugar. El empeño no es fácil. Un total de 4.776 titulados se quedaron el año pasado sin plaza, pese a aprobar el examen.
Paula J. Fonseca, además de oncóloga, es coordinadora general del coordinadora de MIRAsturias, una de las cuatro academias especializadas en la preparación de este examen. Oviedo se ha convertido en un lugar de peregrinación para encerrarse a estudiar durante ocho largos meses. El centro presenta este año 1.500 alumnos de todos los puntos de la geografía.
Pilar Sánchez (Grupo CTO)
«Acceder a una plaza cuesta cada vez más. El cambio en cinco años ha sido brutal y el examen de los dos últimos ha sido dificilísimo», resalta. La nota de corte, es decir, la que da opción a optar a una plaza, debe sumar al menos el 35% de la media de los diez mejores, que cada año ponen el listón más alto.
¿Cuándo hay que empezar a preparar el examen? En MIR Asturias en sexto de Medicina y, una vez celebrada la graduación, arranca el curso intensivo en Oviedo. «Emocionalmente es muy duro. Son ocho, nueve o más horas diarias de estudio. Cada sábado, el director del centro ejerce de 'couching' para que no decaígan», detalla Fonseca.
El día a día de estos opositores es lo más parecido a un régimen monacal. Eso sí, en la academia les dan pautas de vida. «Dos o tres días a la semana conviene hacer al menos media hora de deporte. Hay que dormir un mínimo de siete horas y cada tres, comer algo, como una barrita energética, chocolate, frutas desecadas...» Y así de lunes a viernes, el sábado toca simulacro de examen y, por fin, el domingo se descansa.
63% de los 15.477 graduados enMedicina que se presentan hoy al examen MIR son mujeres.
371 plazas aporta Euskadi a la bolsa común. En Leioa se examinan 298 titulados, pero hay vascos que lo hacen en otras ciudades.
7% de las plazas (588) están reservadas para personas con discapacidad y el 4% para titulados extracomunitarios.
5 horas dura la prueba. Empieza a las 16.00 (las 15.00 en Canarias) en 570 centros de 21 capitales.
«Sí, el domingo es sagrado,toca descansar», coincide en decir Pilar Sánchez, directora de operaciones de CTO, otro de los centros especializados en este examen. El sistema de preparación es muy similar. «Recomendamos estudiar un mínimo de dieciséis meses». Esto significa que los alumnos que hoy se examinan empezaron en octubre de 2017, al inicio del último año de carrera. «Esta primera fase es más tranquila. La segunda es intensiva porque es como estudiar toda la carrera».
En CTO, la frecuencia de simulaciones del examen aumenta a medida que se acerca. «Al principio es una vez al mes, después cada quince días y, al final, cada semana. Es como un ensayo de la prueba. Se hace en sábado a las cuatro de la tarde y dura cinco horas. Se trata de que los alumnos entrenen para ser capaces de responder una pregunta al minuto».
Para la víspera del 'día D', ayer, la recomendación que CTO hizo a sus alumnos fue «una jornada de tranquilidad. Peluquería, cine ... Nada de estar con otros alumnos para tener la cabeza despejada... ¡Ah! y cero deporte, porque puede surgir un accidente que impida ir al examen».
Durante el primer cuatrimestre de sexto de carrera, es decir el curso pasado, Silvia Bravo se fue de Erasmus a México. A la vuelta, ya empezó a preparar el MIR Asturias, mientras culminaba el grado en el hospital Txagorritxu porque para algo es vitoriana. Nada más titularse, en junio, se trasladó a Oviedo para empezar «el intensivo» que culmina hoy con el examen que va a realizar en la capital del Principado.
Ha compartido piso con tres compañeras y un compañero de clase. «Somos todos amigos de la carrera», cuenta esta joven que lleva siete meses estudiando de 7.30 a 14.30 y de 15.30 a 22.00, con descansos intermedios, como es lógico. Su rutina empieza en su habitación, pero continúa por las bibliotecas de Oviedo porque «estudiar en casa me agobia», decía hace unos días.
«Estoy deseando que llegue el examen. El domingo mismo (por mañana) me voy. Me gusta mucho la comida de Oviedo, pero estoy deseando estar en Vitoria», comenta. «¿Que qué voy a hacer hasta que salga la nota? Me largo un mes a México».
Silvia Bravo no tiene aún muy claro la disciplina por la que se decantará si la nota le permite elegir. «Sé lo que no quiero, que son las especialidades quirúrgicas. Del resto, hay muchas que me gustan, desde Medicina Familiar a Hematología, Pediatría... Ya se verá». Respecto al lugar, tiene claro que «un sitio cerca de casa».
En 2014, terminó la carrera en su ciudad, Monterrey; a continuación estuvo en un centro de salud de un área urbana porque «en México es obligado trabajar un año al finalizar los estudios» y en 2015 se plantó en Francia. En Poitiers, cursó un máster universitario en Biomecánica. Con este bagaje, un año después cruzó la frontera y se estableció en San Sebastián.
Tras homologar los estudios, se colocó en una clínica privada de la capital guipuzcoana especializada en problemas de espalda, para encargarse de recibir a los pacientes, abrirles la historia clínica y realizarles el seguimiento quirúrgico. Con la misma empresa se trasladó después a Bilbao, donde se ha instalado. Su sueño es ser traumatólogo.
Para ello, se ha preparado el MIR. Sabe que, al ser un ciudadano extracomunitario, sus posibilidades son menores. Este colectivo solo puede acceder al 4% de las plazas. «Pienso que puedo conseguirlo. El año pasado ya me presenté, más que nada para conocer la técnica del examen».
Se prepara con CTO y hace unos días aseguraba «estar relativamente tranquilo». De México se ha traído un perro bodeguero «para desestresarme. Él también se prepara el MIR, se queda conmigo, me acompaña mientras estudio». Y si no puede ser Traumatología o Rehabilitación, optaría por Medicina Familiar. «Ya se verá», dice este joven con la carrera de violín. «La música es otra vía de escape».
«Este va a ser mi segundo MIR. El año pasado me presenté, pero no lo hice bien. Me presioné mucho a mí misma y creo que me llegué a bloquear. Este año estoy mucho mejor psicológicamente. Sé a lo que voy. El miedo al examen, al menos, lo tengo superado», relata Eneritz Urrutia, una joven vizcaína que «desde siempre» ha querido «ser médica».
«Yo creo que la vocación la tengo desde pequeña, pero a los quince años tuve un ingreso y todavía me convencí más», cuenta. Añade que si la carrera de Medicina es dura, preparar el examen MIR lo es mucho más. «Hay que aprender a decir 'no' a cualquier plan. No queda otra», dice esta alumna de CTO.
Hablar con un aspirante a una plaza de residente en los días previos a la prueba es misión imposible. No están para nadie, ni para nada. Sólo para los estudios, así que la conversación tiene lugar una semana antes. «Tengo el material preparado. Ahora dedico mucho tiempo a hacer simulacros. Los del mes de enero son los más difíciles porque como se acerca la fecha...»
Su rutina diaria ha sido como la de todos: hasta doce horas de estudio. Dos días por semana ha ido al gimnasio para oxigenarse y los domingos los ha dedicado «a no hacer nada y a dormir». En cuanto a la especialidad, «no tengo grandes preferencias. Quiero una que permita el trato con la gente, que es lo que me gusta». Su vocación es clara.
Los parques de Oviedo son testigos de las carreras que Íñigo Fernández de Barrena se pega casi todos los días. Este joven de Hondarribia es muy deportista (hace escalada) y correr es un escape para paliar los estragos que acarrea preparar el MIR.
Como la mayoría de los graduados en Medicina, utilizó el primer cuatrimestre del sexto curso para irse de Erasmus. En su caso, nada menos que a Santiago de Chile. A la vuelta, finalizó el grado y empezó a estudiar el examen que marca la vida de los médicos.
Lleva en Asturias desde la tercera semana de junio. Vive en un piso con otros compañeros en el barrio 'de los mires', una zona en la que proliferan los servicios para miles de jóvenes que no tienen tiempo más que para estudiar. «Tenemos contratado un 'catering' que nos trae la comida y la cena; y también uno de lavandería y plancha», detalla. Consciente del esfuerzo económico que supone para las familias este desembolso y del sacrificio que entraña meses y meses hincando los codos, Íñigo está deseando hacer el examen «salga lo que salga».
Su deseo es hacer la residencia en San Sebastián, «sin descartar Bilbao o Pamplona». En cuanto a especialidad, «ninguna que tenga una parte quirúrgica. Podría ser Anestesia, Reumatología... Cada vez tengo más dudas». En lo que no vacila es en considerar «una injusticia que no haya plazas para todos».
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