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terry basterra
Viernes, 22 de noviembre 2019, 01:05
Tener trabajo ya no equivale a poder vivir con cierta tranquilidad. El percibir un salario no garantiza el acceso a una vivienda digna, a una alimentación correcta... Los sueldos bajos, la falta de continuidad en el empleo o la imposibilidad de poder acceder ... a jornadas laborales más amplias se están convirtiendo en el lastre de miles de familias vascas que rozan el umbral de la pobreza. No tienen recursos para cubrir sus necesidades básicas. La situación preocupa a Cáritas Euskadi, que así lo destaca en su último informe. Según recuerda la entidad benéfica, el 11,4% de los trabajadores de Euskadi rozan la pobreza. Son casi 110.000 personas de las 961.582 que en septiembre estaban afiliadas a la Seguridad Social en la comunidad. Se trata de vascos que «a pesar de su esfuerzo personal y de salir a luchar todas las mañanas por sus hijos tienen que escuchar que no son suficientemente emprendedores», lamentan desde Cáritas. Son una nueva clase de empleados sin futuro.
«El bajo nivel salarial de muchos empleos» les impide dejar de lado sus carencias, destaca Guiller Fernández, coordinador del último informe sobre la exclusión y el desarrollo social. A esto se suma «la poca continuidad del trabajador que encadena contratos cortos o que se ve obligado a cambiar mucho de ocupación en poco tiempo». Y no se trata de una cuestión puntual. «La precariedad laboral se ha convertido ya en una forma de vida, en algo estructural de nuestra sociedad», inciden desde Cáritas.
Y la situación puede ir a peor. Hay una bolsa muy notable de vascos casi tan numerosa como la anterior sin ahorros y sin capacidad de reacción para hacer frente a una posible pérdida de su puesto laboral. «Se trata de personas que se quedaron sin empleo durante la crisis económica y que desde entonces solo han logrado acceder a empleos de baja calidad. Viven al día y hacen una vida normal, pero no tienen recursos económicos, ni ellos ni sus familias, para resistir a una posible pérdida del trabajo por la desaceleración», alerta Fernández. Se trata de un grupo que representa el 16,4% de la sociedad vasca. Cáritas advierte que la proporción de hogares en Euskadi en esta situación es mayor a la del resto de España.
En total, hay 334.000 personas en exclusión social en Euskadi. Y donde ya la situación es crítica es entre los que no trabajan, los que Cáritas denomina la «sociedad expulsada». Son 90.000 vascos cuya única preocupación es sobrevivir cada día, poder llevarse algo a la boca. La situación de este colectivo se ha agravado en los últimos años, constata la entidad benéfica autora del informe, y «probablemente no le llegan los mecanismos de protección de la sociedad o estos sean insuficientes».
Cáritas destaca que el problema en Euskadi es menor que en otras regiones. Pero han saltado las alarmas ya que se encuentra entre las comunidades más desiguales. ¿Por qué? La franja que separa a la población pobre o que roza la pobreza del resto de la sociedad vasca es cada vez mayor por «la gran acumulación de dificultades que se acumulan en sus hogares».
Y la exclusión social no es solo ganar poco dinero. Va más allá. La imposibilidad de acceder a una vivienda digna es un factor clave. Y este problema afecta a casi medio millón de vascos, un 22,2% de la población. Parte de estos domicilios presentan condiciones «insalubres». En otros, sus moradores no tienen capacidad de hacer frente al alquiler, la hipoteca o los recibos de luz y agua. Aquí también se incluyen los hogares en las que las familias u otros inquilinos viven hacinados -pisos minúsculos, compartidos, etc...-.
La salud es otro de los indicadores claros de pérdida de calidad de vida. Según Cáritas, en Euskadi 69.000 domicilios «han dejado de comprar medicinas, seguir tratamientos o dietas por problemas económicos». Y hay 62.000 hogares en los que todos los adultos sufren una discapacidad o enfermedad crónica. A esto se suma que «los servicios de ayuda a domicilio públicos cubren a un porcentaje menor que en el conjunto de España», por lo que «en Euskadi se acude más al mercado para satisfacer estas necesidades».
334.000 personas se encuentran en exclusión social en Euskadi, el 15,2% de la población. Es un gran grupo de personas para las que el «ascensor» de la movilidad social no funciona y «no es capaz de subir siquiera a la primera planta». 194.000 personas de este colectivo padecen una exclusión severa.
Mejor que otras, pero... Euskadi es la cuarta autonomía con las cifras más bajas en exclusión social, tras La Rioja, Cantabria y Asturias. Pero hay un problema: «El País Vasco se encontraría entre el grupo de comunidades más desiguales. Esa desigualdad multidimensional hace que el colectivo tiende a estar cada vez más alejado del conjunto de la población», alertan en Cáritas.
90.000 vascos acumulan tal cantidad de dificultades que Cáritas los denomina la «sociedad expulsada». Son personas «preocupadas únicamente en poder sobrevivir en el día a día» y a las que probablemente no lleguen los mecanismos de protección. La entidad llama a hacer un esfuerzo para atenderles.
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