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El buen tiempo, el verdor de la hierba y el blanco de los lienzos inmaculados a primera hora han hecho fácil dejar los conflictos y preocupaciones a un lado en la II Feria de los Desagravios. Cientos de alaveses se han calzado este miércoles ... las zapatillas para completar la tradicional subida a Estíbaliz desde localidades cercanas como Elburgo, Argandoña, Ascarza o Vitoria. Hace tiempo que las disputas se resuelven en casa y que, como cuenta la leyenda, los agravios no se solucionan a espadazos, pero la romería recupera cada vez más de los aspectos que la convirtieron en un evento central en la Edad Media.
Para ello, nada mejor que prestar atención al hermoso pórtico principal y todos los detalles que adornan el templo románico protagonista de la jornada. Han sido varios los que, como Gustavo Burgos, han desenfundado sus pinceles y acuarelas por la patrona por primera vez. «Conocí el santuario hace poco y me apetecía pintar al aire libre, me he enamorado de este sitio», explicaba el vecino de Logroño. Roberto Alonso, llegado desde Haro, también se ha enfrentado al reto por primera vez. «Me he documentado mirando fotos en internet y sólo tenemos unas horas para presentarnos al concurso, pero podría pasar días con este cuadro», reconocía este amante de la pintura.
Varios cuadernos han inmortalizado distintos rincones de la romería entre caballetes y paletas. «Solemos pintar al aire libre en Vitoria y hemos decidido participar juntos en el concurso de Estíbaliz», señalaba Neus Álvarez, miembro del grupo Urban Sketchers. La barcelonesa ha tomado una foto panorámica del templo con su móvil para tenerla como referencia. «Pintar fuera es incomparable a estar solo en casa, tienes la luz, el tamaño y buena compañía», se reafirmaba. A su lado, su amiga Elvira Moreno se afanaba en completar los detalles del campanario antes de comenzar a aplicar el color. «No tengo ninguna pretensión de ganar, este es un reto para pasarlo bien», reconocían estos artistas.
Este mercado ha recuperado su carácter más tradicional gracias a la labor de los integrantes del grupo Álava Medieval. Si el año pasado lograron que artesanos, productores locales y vendedores se coordinaran para ofrecer una feria de 65 puestos con productos selectos y de mayor calidad, en esta ocasión han querido ir un poco más allá para recuperar la tradición de la Feria de los Desagravios. «La leyenda dice que, durante el siglo XV, si no arreglaban sus disputas durante la misa los alaveses resolvían sus conflictos con un duelo a primera sangre, es decir, en el que perdía el que antes resultara herido», indica Gorka López de Munain, de Álava Medieval.
Por fortuna para los alaveses de la época, algunas armas como las ballestas no estaban permitidas. No obstante, Ander Madinabeitia, Jagoba Ferreira y otros miembros del Club de Esgrima Commilitum de Vitoria han hecho una demostración de cómo peleaban aquellos caballeros del siglo XV. Mientras tanto, el obispo Juan Carlos Elizalde hacía un llamamiento a «la cultura del encuentro, la fuerza de la tolerancia y la fraternidad entre todos los seres humanos» durante la tradicional misa a la que no han faltado varios concejales y diputados, el alcalde Gorka Urtaran y el diputado general Ramiro González.
Un año más, el concurso culinario a base de patata ha desatado la imaginación de las sociedades que participan año tras año. África López de Ipiña, Eneko Sagrado y Jorge Arce, de la sociedad Kukubarre, han preparado un huevo relleno de manzana reineta, crema de patata y salsa de champiñones. Por su parte, David Montero y Gorka Ruiz de Azua han encontrado inspiración en el escudo de la Diputación y se han estrenado como representantes de Amairu Bat con sus 'Kokotxas contra malhechores'. «Esperemos que el castillo, que estará hecho de patata, no se hunda antes de presentar el plato», bromeaban. Y es que quienes han completado su visita a la patrona no se han arrepentido y han podido cerrar el menú con productos selectos como los postres de las hermanas de Arrate, en Gipuzkoa, las fresas de 'Fresaraba', de Antezana de la Ribera, o las trufas L'orea. «La feria ha mejorado mucho en los últimos dos años», coincidían los comerciantes.
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