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Francisco Góngora
Miércoles, 6 de abril 2016, 12:05
La devoción por las reliquias de los santos y los mártires nace en los orígenes de la Iglesia. En Álava, como en toda tierra cristiana, la veneración de esos restos está muy ligada a la propia historia de la Iglesia. En sus más de 422 ... parroquias y más de 300 ermitas llegó a haber 2.000 reliquias en el siglo XVI y todavía hay alguna.
A pesar de ser patrón de Álava, y decir la leyenda que nació en Armentia, los restos de San Prudencio han pasado por muchas vicisitudes. Sus reliquias más importantes en cantidad y tamaño descansan en Logroño y Nájera. Los alaveses han mostrado en reiteradas ocasiones su deseo de traer el cuerpo del santo, pero se ha tenido que conformar con varios fragmentos. Los más significativos fueron entregados a la catedral de Santa María -cuando era iglesia colegial-, a la Diputación y a la Basílica de Armentia.
Esa devoción desbordada por las reliquias fue la que durante muchos siglos intentó traer los restos al territorio alavés, pero sin suerte. Como por las buenas no había mucho que hacer, en 1962, con motivo del primer centenario de la diócesis, hubo una serie de actos en relación a la traída de las reliquias de Logroño. La periodista Gema Agúndez recoge en su libro "San Prudencio de Armentia" que José María Sedano, en su pregón de 1981, habló de un plan para secuestrar los restos del santo que fracasó, «porque llegó a oídos de los acompañantes de las reliquias, que no se separaron de ellas». La arqueta, de 138 centímetros de largo por 40 de ancho y 67 de alto con los restos mortales, fue recibida el 27 de abril y depositada en la capilla que había en el Palacio de la Provincia. Fue velada durante la noche por las autoridades y constantemente escoltada por los miñones.
El día 28 por la mañana, el sarcófago se trasladó en procesión hasta la catedral de Santa María, donde se celebró una misa multitudinaria. Las fotos de Santiago Arina dan cuenta del fervor con el que los vitorianos siguieron todos los actos. El programa se llevó a cabo como estaba previsto y, esa misma tarde, las reliquias regresaron a Logroño.
El frustrado secuestro fue ideado días antes en el Seminario de Vitoria, tal y como explicó Sedano. Un grupo de seminaristas de los cursos avanzados pensó hacerse con la arqueta el día 27 cuando ésta se encontrase en la calle Magdalena. En este lugar estaba previsto descargar la urna del vehículo que la iba a traer desde Logroño y colocarla en una carroza.
La mula paró en Laturce
Como se sabe, Prudencio de Armentia falleció en El Burgo de Osma (Soria) cuando ejercía de intermediario como obispo de Tarazona (Zaragoza) en una disputa. Su fama de milagrero originó discusiones sobre el lugar en que debía ser enterrado hasta que se optó por la tradicional costumbre de dejarlo en una cabalgadura hasta que el animal se parase. En este caso, la mula eligió el Monte Laturce, un lugar cercano a Logroño en el que se levantó un monasterio posteriormente. Desde el principio sus restos se utilizaron como reliquias para la devoción en diferentes iglesias. La parte más grande se la llevó el rey navarro García Sánchez a Santa María la Real de Nájera.
Hay fragmentos en el Monasterio de Albelda, San Miguel de Pedroso (Burgos), San Millán de la Cogolla, Sahagún (León), catedral de Tarazona, Roma -el talón del santo llevado por Adriano VI-, Lazkao, catedral de Santa María de Vitoria (1580) -un dedo pulgar y un hueso de la rodilla-, San Prudencio de Bergara, San Vicente de San Sebastián, Casa de Álava de Bilbao y Santa María la Redonda de Logroño.
En 1830, el entonces diputado general Diego de Arriola consigue un trozo de hueso de caña del muslo del tamaño de un palmo, que fue recibido con actos solemnes. La pieza se guardó en un relicario de plata en el que permanece hoy día.
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