Liencres: Costa Quebrada peina al viento

Las playas y calas se suceden en un paisaje abrupto y recortado por los envites y las embestidas de la mar más embravecida. Pedruquios, Somocuevas, Cerrias, La Arnía, Portio, Valdearenas o Canallave. Estas dos últimas, orientadas al Norte y a mar abierto, están integradas dentro del Parque Natural de las Dunas de Liencres, declarado en 1986, con una superficie de 195 hectáreas y localizado en la desembocadura del río Pas (Ría de Mogro). En el enclave, rico en fauna, un imponente pinar -de pino marítimo- consigue fijar desde 1949 las dunas que, forzadas por los vientos, avanzaban hacia el interior. El junco de arena o el cardo marino también contribuyen como santo grial para la inmortalidad.

La de Valdearenas (2.800 de largo por 35 metros de fondo), de arena dorada, fina y dunas es una playa ventosa y de fuerte oleaje con un entorno agreste. En la de Canallave (220 por 50) el viento y el oleaje también son protagonistas. Se orienta al noroeste y ofrece excelentes condiciones para el surf. Detrás de ella se hallan las particulares dunas, consideradas como unas de las más importantes del norte de España por su geomorfología.

La retahíla de playas y calas que guarda Liencres no luce en soledad. Un manto verde y jugoso de paisaje campero marida la panorámica. Forma parte del litoral de Costa Quebrada, que está catalogado en el Inventario de Puntos de Interés Geológico del IGME (Instituto Geológico y Minero de España), e incluido en la Red Natura 2000 como LIC (Lugar de Interés Comunitario) con Zonas de Especial Conservación (ZEC). Hablamos de los kilómetros que separan los arenales de Liencres de la península de la Magdalena, de la Ruta de la Geodiversidad que es Costa Quebrada con bellas formas litorales que han generado una valiosa variedad de comunidades biológicas.

Combinar la ruta con algún que otro chapuzón resulta inevitable, pero es necesario advertir que no todas las playas son tranquilas y debemos tener especial prudencia con las corrientes traicioneras y las zonas rocosas. Los accesos, asimismo, a menudo son complicados, pero la recompensa merece la pena. Como en la playa de Somocuevas, de 100 metros de longitud, a pesar de que se llega a través de unas escaleras de madera. Este arenal, perfecto para disfrutar del nudismo -referente de las playas naturistas cántabras-, es la unión entre un islote y tierra firme. La playa de Portio, en cambio, dista a tan solo un kilómetro de la localidad de Liencres, donde sugerimos el castillo de Pedraja o castillo de Hércules, declarado Bien de Interés Cultural. Frente a ella, en la Ensenada de Portio, aparece la playa de Cerrias.

Destaca la playa de La Arnía, de 220 metros, con paisajes geológicos, pequeños islotes vestigio de la antigua costa y una espectacular plataforma de abrasión. En este punto recomendamos pasar por El Cazurro, un establecimiento con vistas a la costa en el que podremos deleitarnos con un tierno atardecer al tiempo que degustamos un pescado salvaje o un buen guiso marinero. Entre las de Somocuevas y Canallave nos encontramos la playa de Pedruquios o del Madero, rocosa y con poca arena en la que, por su peligrosidad, el baño es para nadadores experimentados, aunque el paisaje es insólito con una plataforma de abrasión cada año más erosionada.

A un cuarto de hora de Liencres por carretera se sitúa Mogro, una localidad perteneciente al municipio de Miengo y ubicada en la ya mencionada desembocadura del río Pas, a la que merece la pena acercarse. El paraje está dotado de gran belleza paisajística y atesora una ría natural que se funde con el Cantábrico. Entre su patrimonio arquitectónico destacan la iglesia parroquial de San Martín y la ermita de la Virgen del Monte.

Un viaje de playa en playa para compartir vistas con aquellas dunas que el viento, peinado por Costa Quebrada, no pudo mudar más.