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iñigo fernández de lucio y david guadilla
Martes, 22 de marzo 2022, 01:04
La llegada de Alberto Núñez Feijóo a la presidencia del PP, algo que se concretará la semana que viene en el congreso de Sevilla, está provocando en los populares vascos toda una serie de movimientos cuyo alcance está por ver, pero que tienen una notable ... importancia simbólica. Para empezar, dos de los principales referentes del partido han salido del retiro político en el que se había sumergido desde principios de 2020 para arropar al todavía presidente gallego. Hace dos semanas se supo que en la cita de la capital andaluza estará como compromisario Alfonso Alonso. No será el único. También acudirá Borja Sémper.
Los dos casos tienen grandes similitudes y su vuelta al primer plano ha levantado las mismas especulaciones. En las primarias de 2018 los dos se posicionaron de forma clara a favor de Soraya Sáenz de Santamaría, a quien también apoyaba Feijóo. De hecho, se especuló con que el dirigente guipuzcoano podría haber llegado a ser el portavoz del partido.
Pero la victoria de Pablo Casado cambió los planes. Tras varios meses de tensión, Sémper dejó la primera línea política a mediados de enero de 2020. Apenas un mes después Alonso también renunciaba y era nombrado presidente Carlos Iturgaiz.
La sintonía política entre Alonso y Sémper ha sido siempre total. Hace apenas diez días, en declaraciones a EL CORREO, el exalcalde de Vitoria hizo un llamamiento a «reconfigurar» la marca vasca y a «no ser una sucursal de Madrid». Una tesis que siempre ha defendido el político guipuzcoano.
Alonso y Sémper, que en estos momentos trabajan en el sector privado, rechazan que ir a Sevilla suponga su regreso a la política. De hecho, el primero ha recalcado que no tiene intención de aspirar a la presidencia del PP vasco, pero su reaparición ha supuesto todo un gesto, en especial teniendo en cuenta su ascendiente político sobre buena parte de la militancia.
El momento de hacerlo también importa. El congreso del PP vasco sigue sin fecha para su celebración. Iturgaiz, que ayer votó en las primarias de cara a la convención de Sevilla y mostró un apoyo sin fisuras a Feijóo, reclamó que la cita se haga «lo antes posible».
El último cónclave del PP vasco se celebró en 2017 para ratificar a Alonso como presidente del partido, así que la siguiente convocatoria tenía que haberse desarrollado a lo largo de 2021. De hecho, el nombramiento de Iturgaiz fue en cierta medida provisional a la espera de esta cita. Pero las sucesivas oleadas de la pandemia, el adelanto en Castilla y León y, finalmente, la salida de Casado han desbaratado todos los calendarios.
En estos momentos no hay ninguna fecha clara. En el mejor de los escenarios podría ser a finales de mayo porque se tiene que convocar con 45 días de antelación una vez se proclame a Feijóo como presidente. Euskadi no es una excepción, hay otras diez comunidades en la misma situación.
«Se necesita que haya una nueva dirección nacional y que, en consonancia con los populares vascos, y de las otras comunidades autónomas, elijamos la fecha de los congresos pendientes. Estoy deseando, igual que mis compañeros, que se celebre lo antes posible», dijo ayer Iturgaiz.
La duda, en todo caso, no es tanto la fecha de la cita, sino quién será el futuro presidente del partido. Iturgaiz sigue sin confirmar si se presentará, aunque desde su entorno se dejan querer e insisten en que su labor al frente de la formación durante estos dos años ha servido para unir al partido tras la traumática salida de Alonso.
El criterio de la futura dirección nombrada por Feijóo será clave para ir aclarando incógnitas. En un entorno complicado, los populares vascos quieren definir bien su estructura para preparar con garantías las elecciones municipales y forales del año que viene. Iturgaiz calificó ayer como una «maravillosa noticia» la presencia de Alonso en Sevilla y se mostró convencido de que el partido «necesita» a Feijóo y que el congreso de Sevilla será el de la «unidad».
Carlos Iturgaiz también se refirió ayer al pacto educativo apoyado por PNV, PSE-EE, EH Bildu y Elkarrekin Podemos-IU y rechazado por el PP. En su opinión, lo que pretende ese acuerdo es «meter con calzador» el euskera para que «desaparezca el castellano de las aulas».
«Ellos tendrán unas mayorías, pero la razón está con el PP, porque nosotros hemos dicho, y así lo hemos confirmado, que el nacionalismo obligatorio ha hundido, ha destruido la libertad en esta tierra», afirmó. En el ámbito educativo, remarcó que, «una vez más, el nacionalismo obligatorio destruye la libertad, por ejemplo, en la elección libre de los padres para poder elegir cómo desean la educación para sus hijos».
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