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Euskadi se encamina hacia sus decimosegundas elecciones autonómicas tras la aprobación del Estatuto de Gernika. En todas las anteriores, el ganador en votos ha sido el PNV, si bien el PSE obtuvo más escaños en 1986 dado el particular sistema electoral, que reparte el ... mismo número de asientos en Bizkaia, Gipuzkoa y Álava (25 en cada territorio para un total de 75) con independencia de su población. El índice de participación ha oscilado entre el raquítico 59,7% de 1994 y el 79% de 2001, en plena pugna entre los bloques nacionalista y constitucionalista. Tres han sido hasta ahora los adelantos electorales propiamente dichos: el de 1986 tras la crisis en el PNV por la marcha de Garaikoetxea; el de 2001 por la ruptura del acuerdo de Ibarretxe con la izquierda abertzale; y el de 2012, cuando el PP dio por agotado el acuerdo con el PSE de López.
9 de marzo de 1980
Un año después de las elecciones generales que reforzaron a la UCD de Adolfo Suárez y tras la aprobación del Estatuto de Gernika, los electores vascos se decantaron por los partidos nacionalistas en los primeros comicios autonómicos. PNV y HB fueron la primera y segunda fuerza respectivamente en una cita con las urnas marcada por la bajada en la participación: apenas rozó el 60%.
25 de los 60 parlamentarios en juego cayeron en el saco del PNV, liderado por Carlos Garaikoetxea, que ya venía de presidir el Consejo General Vasco, el órgano preautonómico que funcionó como Gobierno provisional desde 1978. Los jeltzales obtuvieron una clara victoria en los tres territorios históricos, incluyendo Álava, el único en que pudo resistir UCD.
El desplome del partido centrista, con Jesús María Viana al frente, le dejó como quinta fuerza con 6 escaños en el primer Parlamento vasco. HB (11), PSE (9) y Euskadiko Ezkerra (6) se colaron por delante, mientras que AP (2) y el PCE (1) quedaron como grupos minoritarios. Garaikoetxea fue elegido lehendakari con los votos del PNV y con los escaños abertzales vacíos.
26 de febrero de 1984
La nueva ley electoral reparte 25 escaños a cada uno de los tres territorios, independientemente de su población, por lo que el nuevo Parlamento está compuesto por 75 aforados. Con un índice de participación 9 puntos mayor que cuatro años antes, el PNV reforzó su victoria y alcanzó los 32 escaños, aunque se quedó lejos de los 38 que dan la mayoría absoluta en el Legislativo de Vitoria.
Garaikoetxea logró aprovechar el bagaje de la legislatura anterior solo unos meses antes de que abandonara el PNV por sus discrepancias con Sabin Etxea y fundara EA. Pero el partido que mayor avance registró fue sin duda el PSE, que se disparó hasta los 19 parlamentarios. La plancha de Txiki Benegas cosechó casi un cuarto de los sufragios y se erigió en alternativa al nacionalismo.
Los socialistas adelantaron a HB, que se estancó con los mismos 11 escaños que ya tenía. Con la UCD ya disuelta, la Coalición Popular de Jaime Mayor Oreja subió hasta los 7 parlamentarios, mientras que Euskadiko Ezkerra se mantuvo en 6. Los comunistas apenas lograron el 1,4% de las papeletas y se quedaron fuera. Garaikoetxea aguantó menos de un año en el cargo antes de ser sustituido por José Antonio Ardanza.
30 de noviembre de 1986
La escisión dejó al PNV en una situación muy débil pese a que Ardanza logró acordar con el PSE. Euskadi se enfrentó a su primer adelanto electoral, en el que se produjo la primera gran paradoja de la particular ley electoral vasca. Los jeltzales fueron la primera fuerza en votos –aunque se dejaron cuatro de cada diez apoyos– por su hegemonía en Bizkaia, pero la victoria socialista en Gipuzkoa y Álava les aportó mayor representación.
En concreto, el PSE cosechó 19 actas –las mismas que tenía– y el PNV, 17, casi la mitad. La plancha de Ardanza registró una gran fuga hacia EA, el nuevo partido de Garaikoetxea, que irrumpió como cuarta fuerza en la Cámara vasca con 13 escaños, los mismos que HB. EE avanzó (9), mientras que Coalición Popular percibió el regreso del centrismo con CDS. Ambos obtuvieron dos asientos.
Con este inédito reparto de fuerzas, Benegas trató de llegar a la Lehendakaritza, pero el acuerdo con EA y EE naufragó, por lo que los socialistas acabarían firmando el primer Gobierno de coalición con los jeltzales tras la entrada en vigor del Estatuto. Ardanza, de hecho, obtuvo el respaldo de la mayoría absoluta, ya que CDS votó a favor. HB presentó a Juan Carlos Yoldi, pero sus representantes abandonaron la Cámara antes de la votación.
28 de octubre de 1990
El pacto entre PNV y PSE en el Gobierno vasco benefició al primero y perjudicó al segundo. Los jeltzales se impusieron en los tres territorios y sumaron cinco actas para llegar hasta las 22. Los socialistas, encabezados por Ramón Jauregui, retrocedieron hasta las 16. El choque entre ambas formaciones en materia de autodeterminación al término de la legislatura planteó serias dudas sobre una posible repetición del acuerdo.
Y así fue. Los nacionalistas venían de fraguar acuerdos con EA y EE en ese sentido, y acabaron consolidando ese entendimiento con un tripartito. Sus dos socios registraron en las urnas sendos retrocesos y, de hecho, entre los tres (22, 9 y 6) ni siquiera alcanzaban la mayoría absoluta. HB se mantuvo en 13 actas, el PP triplicó la representación de CP y Unidad Alavesa irrumpió con tres representantes.
La legislatura, en cualquier caso, no es todo lo plácida que Ardanza hubiera querido. El lehendakari no tardó ni un año en expulsar a EA por haber apoyado mociones de HB a favor de la independencia en varios ayuntamientos. El PSE apareció como salvavidas para salvar la legislatura antes de fusionarse con la Euskadiko Ezkerra de Kepa Aulestia.
23 de octubre de 1994
La participación (59,7%) en los quintos comicios vascos cae a mínimos históricos y la cita deja un Parlamento muy fragmentado. El PNV de Ardanza calcó su resultado anterior, con 22 escaños, pero prácticamente dobló a la siguiente fuerza. Esta volvió a ser el PSE, pero ni siquiera su fusión con EE evitó la debacle. Ambos venían de sumar 22 actas y esta vez se quedaron en solo 12.
HB repitió como tercera fuerza con 11 parlamentarios, el mismo resultado que obtuvo el PP, muy beneficiado en esta cita electoral, por delante incluso de EA, que bajó hasta los 8. La gran novedad en el Parlamento vasco fue la irrupción de Ezker Batua, que obtuvo 6 asientos, mientras que Unidad Alavesa se consolidó con 5 escaños.
El dividido reparto de fuerzas depara una repetición de la coalición de PNV y PSE-EE, pero esta vez también con EA. El Ejecutivo vivió continuos momentos de tensión por los acuerdos entre los nacionalistas y la izquierda abertzale, y la cuerda se rompió finalmente con el Pacto de Estella, cuando los socialistas abandonaron el Gabinete de Ardanza.
25 de octubre de 1998
La firma del Pacto de Estella y la tregua decretada por ETA marcan la nueva cita con las urnas, en las que Ardanza cede el testigo a Juan José Ibarretxe al frente de la plancha del PNV. Los jeltzales registran un ligero retroceso de un escaño y observan a un nuevo competidor en la oposición: el PP, con Aznar ya en La Moncloa, se dispara hasta los 16 escaños.
Los populares, con Carlos Iturgaiz al frente de la plancha, se erigieron en la principal alternativa al nacionalismo al superar a Euskal Herritarrok –la nueva marca abertzale con Arnaldo Otegi como candidato– y el PSE de Nicolás Redondo pese a que ambos aumentaron su representación (ambos alcanzaron los 14). Por su parte, EA, Ezker Batua y Unidad Alavesa perdieron posiciones.
Ibarretxe llegó a Ajuria Enea con el apoyo explícito de EA y por primera vez también de la izquierda abertzale, que firmó un acuerdo de legislatura sin entrar en el Gobierno. Sin embargo, la ruptura de la tregua de ETA en 1999 y el asesinato del socialista Fernando Buesa en 2000 aumentan la presión para que el lehendakari rompa el pacto. EH abandonó el Parlamento y precipitó un nuevo adelanto electoral.
13 de mayo de 2001
Tras una legislatura convulsa que acabó antes de lo previsto, las elecciones de 2001 estuvieron marcadas por el duro enfrentamiento entre los bloques nacionalista (PNV-EA) y constitucionalista, este último liderado por el PP con el apoyo del PSE. Ese ambiente ideologizado contribuyó a que la cita con las urnas registrara el máximo histórico de participación: un 79%.
Las encuestas preveían la dura pugna que se vivió el 13-M. Finalmente los nacionalistas sumaron 33 escaños y los constitucionalistas, 32, por lo que las aspiraciones de Jaime Mayor Oreja de convertirse en lehendakari acabaron en saco roto. En todo caso, el PP obtuvo un histórico resultado con 19 escaños y el 23% de los votos. El peor parado de la cita electoral fue HB, que perdió la mitad de sus escaños y se quedó en 7.
Ibarretxe se apoyó en esta ocasión en Ezker Batua, que con sus tres escaños tampoco lograba la mayoría absoluta para el Gabinete. La aritmética parlamentaria dificultó las aspiraciones soberanistas en una legislatura en la que se gestó el controvertido 'plan Ibarretxe'. Todo ello acabó en unas nuevas elecciones consideradas como un plebiscito.
17 de abril de 2005
Si las elecciones de 2005 se interpretaron como un plebiscito a las aspiraciones soberanistas de Ibarretxe, los vascos decidieron que aquella no era la vía. PNV-EA perdió cuatro escaños y Ezker Batua calcó su anterior resultado, por lo que el tripartito quedó en una posición aún más debilitada con solo 32 de los 75 parlamentarios.
De hecho, el bloque constitucionalista, ahora liderado por el PSE con el PP por detrás, obtiene un escaño más: 33. Los socialistas, con Patxi López, ascendieron hasta los 18 escaños, mientras que los populares, con María San Gil, descendieron a los 15. Ambos sumaron fuerzas para tratar de arrebatar la Lehendakaritza a Ibarretxe, pero este se apoyó en la izquierda abertzale, entonces refundada como EHAK, que dio 2 de sus 7 votos.
Ibarretxe va sacando la legislatura adelante apoyándose en EHAK, que acabaría ilegalizada, y en Aralar, que había emergido como alternativa abertzale contraria al terrorismo de ETA. El lehendakari activó una Ley de Consultas para avanzar en el proceso soberanista, pero acabó declarada inconstitucional por el TC.
1 de marzo de 2009
La ilegalización de la izquierda abertzale, que trató de presentar listas hasta el último momento, deparó unas elecciones autonómicas excepcionales en las que todo cambió. El PNV volvió a ser el partido más votado con un tímido avance de un escaño, pero el acelerón del PSE abrió un escenario inédito: por primera vez, el constitucionalismo sumaba mayoría absoluta en el Legislativo de Vitoria.
Los 25 escaños socialistas, sumados a los 13 del PP, fueron más que suficientes para dar paso al primer lehendakari no nacionalista. De hecho, contó con un apoyo más, el del único parlamentario de UPyD. López lideró un Gobierno monocolor con el apoyo parlamentario de los populares en una legislatura marcada por el azote de la crisis económica.
El 1-M supuso el fin de la carrera política de Ibarretxe y la consolidación de la izquierda abertzale moderada, Aralar, que aprovechó la anulación de las listas Demokrazia 3 Milioi y Aukera Guztiak. La legislatura terminó un año antes de lo previsto, cuando el PP, que venía de lograr la mayoría absoluta en las generales, dio por agotado el pacto con los socialistas. Nuevo adelanto electoral.
21 de octubre de 2012
PSE y PP pagan caro la primera experiencia no nacionalista en Ajuria Enea. Entre los socialistas (16), los populares (10) y UPyD (1) solo alcanzan 27 parlamentarios, los mismos que consigue el PNV en solitario con Iñigo Urkullu por primera vez como candidato. Las elecciones se produjeron un año después del cese definitivo de la actividad armada de ETA y con la izquierda abertzale de vuelta al ruedo parlamentario.
Fueron los primeros comicios autonómicos de Bildu, que ya había obtenido una importante cosecha en las municipales y forales de 2011, cuando llegaron al poder en la Diputación guipuzcoana. La plancha liderada por Laura Mintegi desafió a Urkullu con un total de 21 parlamentarios. Por su parte, la Ezker Batua de Javier Madrazo, en plena ruptura interna, se quedó fuera del Parlamento.
Urkullu no tuvo problemas para superar la investidura dado el sistema de elección, que hace casi imposible el bloqueo. El nuevo lehendakari conformó un Gobierno en solitario que fue recabando apoyos parlamentarios. El PSE, que inició la transición hacia Idoia Mendia, se consolidó como socio preferente y concedió estabilidad al Ejecutivo incluso con el apoyo a los Presupuestos en la última fase de la legislatura.
25 de septiembre de 2016
En un clima político intenso por la necesidad de repetir las elecciones generales, Urkullu activó un adelanto técnico de un mes por temor a coincidir con unos posibles terceros comicios en España. El PNV consiguió consolidar su victoria con un escaño más (28) y aumentó la brecha con Bildu (18), que notó, aunque mucho menos de lo previsto, la irrupción de Elkarrekin Podemos (11).
La suma de ambas coaliciones de izquierdas resultaba suficiente para superar al PNV, pero los jeltzales recurrieron al apoyo del PSE, que había descendido hasta los 9, los mismos que el PP. Entre ambos socios (37) no llegaban a la mayoría absoluta para asegurarse una legislatura plácida pero sí servía para que Urkullu repitiera en el cargo.
En esta ocasión se formó un Gobierno de coalición en el que el PSE obtenía tres consejerías, en sintonía con lo que ya ocurría en las tres diputaciones y en los principales ayuntamientos vascos. El Ejecutivo se ha ido apoyando en el PP y últimamente en Elkarrekin Podemos para sacar adelante sus Presupuestos hasta el fin adelantado de la legislatura.
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