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«Era una bella persona, humilde y trabajador. Su afán como concejal era trabajar para la gente del pueblo». Inmaculada Iruretagoiena Larrañaga, la segunda en la saga familiar, describe así a su hermano José Ignacio, el edil del PP de Zarautz asesinado por ETA el ... 9 de enero de hace 25 años. Su empeño es que no se olvide a José Ignacio, que se sepa qué ocurrió aquel viernes de enero, muy de mañana, cuando Josi, como le llamaban en casa, se dirigía a trabajar y ETA hizo estallar una bomba bajo el asiento su coche. Ese día la vida de los Iruretagoiena se rompió en pedazos, pero el acoso no cesó. ETA envió dos cartas amenazantes a la hermana del edil. Le decía que la próxima iba a ser ella.
- En estos 25 años usted ha sido, de alguna manera, la voz de la familia Iruretagoiena Larrañaga, pero nunca había dado una entrevista en un periódico...
- Pero lo hago por mi hermano. Nada más. Para que se le recuerde y no se olvide nunca ni lo de José Ignacio ni lo de ninguna de las demás víctimas de ETA.
- ¿Recuerda cómo se enteró de lo ocurrido aquella mañana del 9 de enero de 1998?
- Yo estaba en la piscina como todos los días.
- ¿Alguien le comentó que había ocurrido una explosión?
- No hizo falta. Salí de la piscina y dije: 'Ya sé quién es'.
- ¿Escuchó la explosión?
- Sí. Escuché la bomba. No sé por qué, pero fue eso que te da como una sensación, que te estremece, y pensé: 'Mi hermano'. Fui directa al almacén. Trabajábamos juntos allí y en la puerta ya estaba la Ertzaintza y todo... Vi bajar a mi padre y le pregunté: ¿Ha sido mi hermano? Me dijo: 'Sí. Ha sido Josi...'. No nos dejaron verle, solo a mi aita. Fui a casa de mi hermano a buscar a mi cuñada que estaba con los niños. Me los llevé a casa de los aitas. El pequeño tenía ocho meses y no ha conocido a su padre.
- ¿En ese momento qué se le pasa a uno por la cabeza?
- Que son unos desgraciados, que no tienen... (se emociona). Mi hermano era un trabajador y lo único que quería era ayudar a la gente del pueblo, que es lo que hizo mi padre también -Cándido Iruretagoiena había sido concejal del PP en Zarautz antes que su hijo-, ayudar a la gente de Zarautz y trabajar para nuestro pueblo.
- ¿Cómo era José Ignacio?
- Tenía 35 años, uno menos que yo. Nos parecíamos mucho físicamente. Yo llevaba gafas como él y decidí quitármelas para que mi cuñada no tuviera ese recuerdo permanente al verme a mí cada día. De carácter, era una bella persona, humilde y trabajador. Era cariñoso especialmente con los niños. Nos solíamos juntar mucho con él y su mujer, íbamos a la playa con sus hijos. Como eran los primeros sobrinos, se llevaban todas las atenciones, sobre todo el mayor, Mikel.
- ¿Qué le llevó a Josi a meterse en política y a hacerlo en el PP?
- Mi padre le animó a dar el paso. Y cuando pasó lo que pasó, se sintió muy culpable... Fue terrible. Hasta aquel día nunca había visto a mi padre llorar... Mi padre entró en política por ayudar a la gente, él tenía sus ideas y hay que respetarlas, pero esta gente no respetaba nada entonces, no respetaba las ideas...
- ¿Su padre llegó a recibir amenazas en algún momento?
- No. Cuando mi padre estuvo de concejal nunca nos preocupó nada de eso, pero después del asesinato de mi hermano, cada vez que mi padre salía de casa estábamos temblando. Faltaba alguien en casa y ya estábamos llamándonos unos a otros. Fue horroroso. Yo pasé unos años muy malos. Con psicólogo... Fue terrible. Yo no me sentía segura.
- ¿Sentía miedo en su propio pueblo?
- Yo recibí dos cartas.
- ¿Con amenazas...?
-Sí, sí. Porque hablaba, porque decía las cosas como eran. En las cartas me decían que la próxima iba a ser yo. Nunca lo denuncié ni tomé ninguna medida. Realmente no dije nada. En casa no saben nada. En ese momento yo sentí mucho miedo, rabia, impotencia... Piensas: 'Esto no para'. A ellos no les importaba a quién mataban y a quién no. Lo comenté en el colectivo de víctimas y me dieron todo su apoyo. En aquel tiempo, empezamos a tener mucha vigilancia en el entorno de nuestra casa. Y muchas veces con mi cuñada y los niños nos íbamos fuera para poder pasear y hacer una vida medianamente normal.
- ¿Conserva aquellas cartas?
- No. Decidí tirarlas a la basura.
- ¿Pensó en marcharse de Zarautz en algún momento?
- Sí, pero dije: 'No les voy a dar ese gusto. Este es nuestro pueblo y de aquí no nos echa nadie'. No podía irme, tenía que luchar por la memoria de mi hermano.
- ETA había asesinado a otros concejales del PP como Miguel Ángel Blanco o José Luis Caso. ¿Su hermano le confesó si tenía miedo?
- Jamás hablamos de que pudiera pasarle algo. Mi hermano no tenía miedo. Le iban a poner escolta la semana siguiente a su asesinato. Pero él no quería que se la pusieran. Y mi cuñada, menos. Decía que con escoltas no iba a andar, que tenían dos niños pequeños de cuatro años y ocho meses.
- ¿Quién les ayudó y les acompañó en esos momentos tan difíciles tras el atentado?
- Para las fotos todos los del PP, como digo yo. Pero luego cuando nos pusieron la bomba en el cementerio cuando estábamos allí toda la familia, ya no se acordaron de nosotros más. No volvimos a saber nada del PP. Y ahora, estamos enfadados...
- ¿Se refiere al atentado fallido de 2001?
- Fue en el tercer aniversario. Estábamos en el cementerio para hacerle un homenaje. Y después de unas horas nos enteramos de que ETA había colocado una bomba para matarnos a todos. Y falló.
- ¿En qué momentos le echa más en falta?
- Me acuerdo de él todos los días.
AMENAZAS
- ¿Teme que la memoria de su hermano y de tantas víctimas acabe cayendo en el olvido?
- Es muy importante mantener viva la memoria. Es justo lo que pedimos todas las víctimas. Por eso creo que debemos seguir hablando de lo que pasó. Muchos jóvenes de ahora no tienen ni idea de nada de esto.
- En su caso, ¿su hijo sabe qué le ocurrió a su tío?
- Él ya sabía con seis años que a su tío le habían matado «unos malos». Con el tiempo hemos ido respondiendo a sus preguntas.
- ¿Sabe si su hijo habla de esto con amigos o compañeros, por ejemplo?
- A mi hijo le ocurrió una cosa en la escuela. Un día que salió un momento de la clase para ir a un refuerzo de ordenador, el profesor aprovechó para comentar a sus compañeros lo que le había pasado a su tío. Cuando regresó a clase todos le abrazaban y le daban su apoyo. Pero las madres se me quejaron diciendo cómo podía ser que el profesor hubiera contado aquello...
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