Miles de estudiantes de la Universidad Autónoma de Madrid, donde Tomás y Valiente fue asesinado, alzaron sus manos pintadas de blanco en protesta por el atentado. En el círculo, Quico Tomás y Valiente. efe
Quico Tomás y Valiente | Hijo de Francisco Tomás y Valiente

«ETA no solo cometió un asesinato atroz, sino que profanó la Universidad»

Hace 25 años que un pistolero asesinó en su despacho al profesor de Derecho y expresidente del Tribunal Constitucional, Francisco Tomás y Valiente

Sábado, 13 de febrero 2021

Francisco Tomás y Valiente.

El 14 de febrero de 1996 ETA lanzó un desafío a las instituciones democráticas al asesinar al expresidente del Tribunal Constitucional Francisco Tomás y Valiente. ... Un miembro del 'comando Madrid' accedió a su despacho en la Universidad Autónoma de la capital, donde impartía clases de Derecho, y le disparó tres tiros a bocajarro apenas 36 horas antes del inicio de la campaña de las elecciones generales. «No solo cometieron un asesinato atroz, sino que profanaron la Universidad, un lugar de pensamiento y estudio para las nuevas generaciones», expresa su hijo Quico.

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Francisco Tomás y Valiente nació en Valencia en 1932 en el seno de una familia republicana. «Era muy del Mediterráneo, le encantaba pasear por el campo y era un gran nadador, nos enseñó a todos sus hijos», evoca Quico, que aún recuerda el susto que le dio a su padre cuando apenas tenía cuatro años. «Yo era muy echado para delante y durante una comida familiar con amigos me escabullí y me tiré a la piscina, sin saber aún nadar. Mi hermano mayor se dio cuenta y se lanzó para evitar que me ahogara. Pero fue mi padre el que apareció corriendo y nos sacó. Le estropeé la paella, pero recuerdo que no se enfadó», comparte.

Cursó la carrera de Derecho, y tras ejercer como profesor adjunto en Valencia y Madrid, obtuvo la cátedra de Historia del Derecho en la Universidad de La Laguna en 1964. Un año después se trasladó a Salamanca, ciudad en la que permaneció hasta 1979, cuando desembarcó en la Autónoma de Madrid. En pleno franquismo visitaba frecuentemente la comisaría para sacar a sus alumnos de los calabozos y estuvo a punto de perder la cátedra tras firmar un escrito de apoyo a la autonomía universitaria. «Si le hubiesen prohibido dar clase, nos habríamos tenido que marchar de España porque vivíamos de ello», apunta Quico.

Presidió durante seis años el alto tribunal y rechazó ser ministro de Justicia

El 14 de febrero de 1980, el mismo día que sería asesinado 16 años después, fue elegido miembro del recién nacido Tribunal Constitucional a iniciativa del PSOE con el apoyo de UCD. «Llegar a consensos refuerza la figura de la institución, esa es la lección que hay que extraer de aquello», defiende Quico, en un claro mensaje a navegantes, en un momento en el que Gobierno y oposición son incapaces de acordar la renovación del Poder Judicial. Reelegido en 1983, Tomás y Valiente fue nombrado presidente del alto tribunal en 1986, cargo en el que permaneció durante seis años.

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A pesar de su amistad con Felipe González y de su afición por la política, rechazó la propuesta de convertirse en ministro de Justicia, antes de que la oferta llegara a manos de Juan Alberto Belloch. «Consideró que dar ese paso habría supuesto comprometer la imparcialidad del Constitucional», reconoce su hijo. «Su vocación era la enseñanza. Era voluntarista, optimista, de trato fácil y muy irónico, con un gran sentido del humor. Pero también riguroso y un poco 'hueso'», añade. Fue designado como uno de los profesores del entonces Príncipe de Asturias, hoy Rey de España, en sus estudios de Derecho.

Quico tenía 27 años y trabajaba como periodista en la agencia Efe cuando ETA asesinó a su padre. «Recuerdo cómo todo el mundo me miró cuando se supo lo que había pasado, hasta que un compañero se acercó y me lo contó. Mi preocupación en ese momento era que mi madre no se enterara por la calle», evoca. Las cámaras de televisión recogieron el momento en el que la esposa de Francisco Tomás y Valiente conoció la noticia del atentado. Frente al domicilio familiar, dos de sus hijos se acercaron a su madre, que comenzó a preguntarles: «¿Qué le ha pasado a papá? Pero, ¿lo han matado? No, por favor, no. No puede ser». «Lo único que consiguió ETA fue hacer daño a muchas personas, un sufrimiento humano para nada», lamenta Quico.

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El expresidente del Tribunal Constitucional en una fotografía familiar. e. c.

«Si me miráis os mato»

Aquella mañana, el jurista, de 63 años, tenía un examen con sus alumnos. Poco antes de las once, un miembro de la banda a cara descubierta accedió a la universidad y subió las escaleras hasta el cuarto piso, donde la víctima conversaba por teléfono en su despacho con el también profesor Elías Díaz. El etarra efectuó tres disparos. En su huida se topó con varios estudiantes que identificaron al terrorista como Jon Bienzobas -en 2007 fue condenado a 30 años de prisión por este crimen-. «Si me miráis os mato», les llegó a amenazar. Semanas después del atentado, Díaz recordaba así a su amigo: «Paco era un hombre de palabras, de libros, de reflexión, de razón, de acuerdo y de entendimiento. Todo esto es lo que han asesinado». La víctima carecía de escolta. Meses antes se le había retirado la protección que llevó por su cargo en el Tribunal Constitucional.

Jon Bienzobas le disparó en su despacho de la universidad, donde ese día tenía examen

El campus de la Universidad Autónoma de Madrid se quedó pequeño la mañana siguiente al atentado para albergar a los más de 10.000 estudiantes que se concentraron ante la Facultad de Derecho. Los jóvenes introdujeron sus manos en cubos de pintura blanca, símbolo de que no estaban manchadas de sangre. Seguidamente, izaron los brazos. Un sobrecogedor silencio se adueñó del recinto durante más de una hora.

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Los ecos de ese rechazo tuvieron también su réplica en Euskadi poco después. La UPV homenajeó al mes siguiente del asesinato a Francisco Tomás y Valiente. El entonces rector, Pello Salaburu, leyó una carta remitida por la familia de la víctima, en la que la esposa y los cuatro hijos del expresidente del Tribunal Constitucional animaban a los estamentos universitarios a continuar con el esfuerzo en favor de la paz. Y en un discurso propio de título 'No pasarán', Salaburu cargó duramente contra ETA y reivindicó una actitud cívica contra el fanatismo.

Amante de la música clásica y aficionado al fútbol -«su primer equipo era el Valencia y luego, el Real Madrid», revela Quico-, la pasión de Tomás y Valiente era la lectura. «Recuerdo que los pasillos de casa estaban llenos de libros, se los había leído todos», señala su hijo. Su biblioteca personal, que superaba los 7.000 volúmenes, se donó a la Universidad. También publicó una decena de libros de Historia del Derecho.

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«Lo único que consiguieron fue hacer daño, un sufrimento humano para nada»

su hijo

Funeral casi de Estado

Fue el suyo un funeral casi de Estado. Presidido por el entonces Príncipe de Asturias, asistieron los presidentes de seis comunidades autónomas. Entre ellos, el lehendakari José Antonio Ardanza, el catalán Jordi Pujol y el navarro Javier Otano. Una docena de ministros, así como los máximos representantes de las más altas instituciones del Estado asistieron a la ceremonia en la catedral de La Almudena, que albergó por primera vez un acto de estas características. «¿Qué puedo hacer?», preguntó Felipe González, entonces presidente del Gobierno, a la familia. El 3 de marzo de 1996 se celebraron elecciones generales. «Llamó todos los días de la campaña a mi madre», recuerda Quico.

Tomás y Valiente era miembro del Consejo de Estado y de la Real Academia de Historia. Se convirtió en el quinto jurista asesinado por ETA desde 1978. La banda había acabado antes con la vida del juez de paz de Lemoa José Javier Jáuregui Bernaola, con la del magistrado de la Audiencia de Madrid José Francisco Mateu Cenobés, la fiscal Carmen Tagle y el exsecretario de Estado para las Autonomías en la etapa de UCD, Manuel Broseta.

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«Yo a los asesinos les desprecio, pero no les odio», sostiene Quico Tomás y Valiente 25 años después del crimen. Recuerda en este sentido unas palabras que su padre transmitió a los hijos de su amigo Broseta, cuando en 1992 fue asesinado por la banda terrorista. Cuatro años después, aquel consejo les llegaría de vuelta: «No odiéis y que el recuerdo de vuestro padre os haga sonreír».

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