Borrar
Alex, en el centro, junto al resto de la familia de Fabio en el acto en memoria del bebé celebrado ayer en Erandio. manu cecilio
«Siento que mi hermano Fabio me acompaña cada día»

«Siento que mi hermano Fabio me acompaña cada día»

30 años. Alex Moreno es el gemelo del niño de dos años que murió en un atentado de ETA en Erandio. Perdió el habla durante cuatro meses. Hoy cuenta su historia

Domingo, 7 de noviembre 2021

Tras cada víctima de ETA hay una vida truncada. Un futuro que jamás existió. En las reuniones familiares a veces imaginan qué habría sido de ellos, cómo habrían envejecido, qué habrían dicho en esta o aquella ocasión. Sentarse frente a Alex Moreno, de 32 años, es ver también la sombra de lo que ETA arrebató a su familia. Es el hermano gemelo de Fabio Moreno, el niño de dos años que murió en un atentado en Erandio el 7 de noviembre de 1991. Es la imagen de lo que pudo ser. Alex lleva un corte de pelo moderno, algo más rasurado a los lados de la cabeza. Tiene los ojos marrones, viste un jersey de punto granate, está en forma porque le gusta el deporte y lleva barba de siete días. «La personalidad es diferente en cada uno, y eso ya se notaba con dos años, pero físicamente hoy mi hermano sería como yo». Fabio sería, Fabio habría sido. Tiempos verbales que lo cambian todo. «En casa hablamos de él en presente», matiza Alex. «Yo le siento conmigo, a mi lado, ayudándome. Es uno más en nuestra mesa. Nos acordamos todos los días».

Imagen -

Cuatro de la tarde del 7 de noviembre de 1991. Sale de su casa Antonio Moreno Chica, un guardia civil nacido en Granada y asentado en Bizkaia. Está casado con Arantxa Asla, una mujer de familia vasca que ha regentado el bar Erandio. Tienen dos gemelos, Fabio y Alex, de dos años, y otro crío mayor, Marco, de ocho.

Antonio quiere llevar esa tarde a sus tres hijos a la piscina cubierta de Getxo. «Con los gemelos ya en el coche, reposta gasolina», recuerda la madre con precisión. Se dirige entonces a recogerla a ella y a su hijo mayor, que están en una reunión en el colegio. No llegará. En la curva de acceso a Erandio por la calle Tartanga, a las 16.45 horas, explota una bomba colocada bajo el asiento del copiloto. Lleva allí tres días, desde que forzó la puerta del vehículo Juan Carlos Iglesias Chouzas, 'Gadafi', mientras Francisco Javier Martínez Izaguirre vigilaba. Los dos miembros de ETA fueron condenados por el atentado. Tras la explosión, con los tímpanos destrozados, Antonio saca a Alex, que está herido en una pierna, y ve su vida desmoronarse ante Fabio, que ha muerto en el acto.

«No recuerdo nada del atentado», confiesa Alex. Sin embargo, hay huellas de que quedó grabado a fuego en su inconsciente a pesar de su corta edad. Tras la muerte de su hermano, Alex perdió el habla durante cuatro meses. «Me han contado que casi no dormía y que pasó mucho tiempo hasta que volvieron a escucharse mis palabras». Su tío, Javier Asla, aporta otro detalle. «Era un niño normal que iba creciendo y en casa no se hablaba mucho del tema. Pero, cuando llegaba noviembre, Alex se despertaba gritando con unas terribles pesadillas». Todavía hoy, cuando llega el 26 de junio, el cumpleaños de ambos, Alex nota más su ausencia. «Piensas en que lo habríamos celebrado juntos. ¿Nos habríamos emborrachado juntos? ¿Habríamos estado toda la familia junta? Sería la hostia. Los dos, juntos».

Alex cambió. «Lo cuentan todos en mi casa. Con dos años yo era más cohibido, más tímido. Y Fabio era más abierto, se acercaba a todo el mundo. Cuando él murió yo asumí esa forma de ser. Yo no habría sido tan extrovertido de haberle tenido a mi lado».

Algunos detalles dibujan un mundo especialmente inhumano. «Mi padre sólo utilizaba el coche para llevar a la familia», recuerda Alex. A su trabajo en el cuartel de La Salve solía ir en tren. «Sabían que el daño no iba a ser para mí sólo», lamentaba Antonio Moreno hace años. Destinado en la unidad de Intervención Central de Armas de Bilbao, hacía horas extras en antidisturbios a 80 pesetas.

Un parque infantil

El Ayuntamiento de Erandio, tras muchos años, se ha comprometido a poner el nombre de Fabio a un parque infantil junto a la calle Tartanga. Hace once años, colocaron una placa discreta en el interior del Consistorio de la localidad donde sigue viviendo la familia. «Ni me he movido, ni me moveré jamás. Es mi pueblo», proclama Alex.

«En mi entorno esta historia la conoce todo el mundo, pero los chavales no. La gente más joven no conoce tampoco lo de Miguel Ángel Blanco. Hay que leer, informarse, enterarse. No olvidar lo que ha pasado. Aunque también hay que mirar hacia adelante». Hubo un tiempo en el que Alex rebuscó en los periódicos, en internet. «Leí todo», confiesa. «Me habría gustado haber sido mayor para estar en los juicios. Ver. Escuchar». Alex no ha visto todavía la película 'Maixabel', pero lo hará. «¿Que si me sentaría con alguno de los asesinos de mi hermano? Igual sí. Yo sé que esas personas no van a tener el valor de sentarse frente a mí. Pero me gustaría saber qué dicen. Sabían que ese coche era familiar. Daba igual yo, mi hermano, mi tío, mi madre».

Hay apenas «dos vídeos de un cumpleaños en el que salimos juntos» y una foto de Fabio que todos guardan en casa como un tesoro. Su tío, Javier Asla, confiesa que durante años no pudo ver las cintas. «En un cumpleaños de mi hijo se las puse a mi madre y a mi hermana -la madre y la abuela de Fabio-. Les gustó verlas, con naturalidad. Comentaban lo guapos que estaban». Tardó tiempo, pero la historia, poco a poco, comenzó a contarse puertas adentro.

Poder ver cómo habría sido físicamente el bebé Fabio se antoja como un extraño quiebro a la muerte y, sin embargo, en su casa se ha dicho muchas veces que resulta todavía más duro. Lo contó su padre hace años . «Veo a su hermano Alex y siempre pienso en el hermano. Le veo y la congoja se engancha a la garganta y no te la quita nadie. Imaginas... Y eso te destroza».

Alex se levanta de la silla sonriendo, un gesto que no ha perdido durante toda la charla. Habla con firmeza, pero suena amable y cercano. «Han sido 60 años de violencia para nada. Sólo para hacer daño. Quiero dar las gracias a todos los policías que han trabajado en una situación tan difícil en Euskadi en todos estos años». Luego, la silueta espigada del gemelo de Fabio se pierde en la distancia a paso ligero. Se va con él la sombra de su hermano.

El Gobierno vasco pide «perdón por los silencios»

La consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, Beatriz Artolazabal, pidió ayer «perdón por los silencios, por mirar hacia otro lado, por tardar en alzar la voz». Lo hizo durante el acto en recuerdo de Fabio Moreno organizado por el Ayuntamiento de Erandio. La familia del niño estuvo arropada por la alcaldesa, representantes municipales y vecinos. Bildu participó en el homenaje y expresó a través de las redes sociales su «reconocimiento» a la familia del niño, y pidió «verdad, justicia y reparación para todas las víctimas».

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcorreo «Siento que mi hermano Fabio me acompaña cada día»