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El policía Luis Andrés Samperio, asesinado por ETA. álbum familiar
«Nos enteramos por la radio de que habían asesinado a mi hermano»

«Nos enteramos por la radio de que habían asesinado a mi hermano»

Aniversario ·

Joaquín Samperio recuerda el atentado mortal de ETA contra Luis Andrés, que era policía nacional en Bilbao, del que se cumplen 25 años

Viernes, 22 de abril 2022

Cuando mataron a Luis Andrés Samperio, en Los Corrales de Buelna le pusieron su nombre al complejo deportivo y levantaron una estela con su imagen. Era natural de esa localidad cántabra, en la que sigue viviendo su hermano Joaquín. Mañana se cumplirán 25 años desde aquel 24 de abril de 1997 funesto en el que dos etarras, a cara descubierta, dispararon en la nuca al agente de la Policía Nacional cuando estaba llegando al portal de su domicilio, en el barrio de Deusto.

Casado y padre de dos hijos, estaba destinado en la unidad de estupefacientes de la Policía Judicial. Llevaba 16 años en Bilbao y había pedido el traslado a Cantabria, que estaba previsto que se materializase en pocas semanas, en junio. «Estábamos contentos porque iba a volver pronto», recuerda su hermano. «Sabías que siempre había un riesgo en el País Vasco. Él daba cursos de autoprotección y se cuidaba mucho, pero si te pillan metiendo la llave en el portal... Cuando van a por ti, no hay nada que hacer. Seguramente no sería el primer día que lo intentaron».

Poco después del atentado

El padre del etarra Oskar Barreras escribió una carta pública pidiendo perdón a la familia

Pocos minutos después del atentado, el drama sacudió a la familia. «Estaba en casa con mi madre y llamó mi cuñada. Respondí yo al teléfono. Nos dijeron que le habían disparado. Fui yo quien se lo contó a mi madre. Mi padre estaba trabajando en la fábrica. Salimos enseguida para Bilbao. Recogimos a mi padre en la fábrica y nos fuimos para allá». A medio camino, Joaquín no aguantó más y puso la radio. Quería saber qué había pasado con su hermano. «Así nos enteramos de que había muerto».

María Ángeles Carmona, viuda de Samperio, dejó su desgarrador testimonio en la película 'Trece entre mil'. Recordó el sonido de los disparos que escuchó desde su casa, donde estaba dando de comer a sus hijas. «Se me paró el corazón». Se asomó a la ventana en la siempre transitada Avenida Madariaga y vio a su marido tendido en el suelo. «La calle estaba absolutamente vacía, no había nadie. A aquellas horas solía estar llena, pero no había nadie», recordó. «Las niñas me preguntaban que qué había pasado. Y yo les dije que 'nada, que papá está herido. No os asoméis, no os asoméis'. Y bajé a ayudarle. Solamente le pedía a Dios que, aunque fuera en silla de ruedas, me lo dejara». Durante su velatorio sintió «que mi marido me daba una gran fuerza, que saldría de todo».

Según informaciones periodísticas de la época, los etarras iban a cara descubierta y amenazaron en su huida a varios adolescentes que regresaban de clase. Eso puede explicar que la calle se vaciara a gran velocidad.

Respuesta de su hermano

«Los padres no tenían nada que ver. Agradezco el gesto y es algo que les honra», dice Joaquín

Carta de perdón

Un día antes del atentado mortal, los partidos firmantes del Pacto de Ajuria Enea habían abogado en un comunicado por «un final dialogado de la violencia» y habían pedido un gesto a la banda. No sólo no llegó ese avance, sino que ETA volvió a matar.

Este asesinato provocó cierta controversia cuando se conoció que uno de los miembros de ETA implicados, Oskar Barreras, estaba siendo vigilado desde hacía meses por la Ertzaintza. Fue detenido pocos días después a la puerta de una 'herriko' y condenado en 1999 a 27 años de prisión por el atentado y a 8 más por pertenencia a banda armada. Está todavía cumpliendo condena.

Pocos días después del atentado, su padre, Aurelio Barreras, envió una carta pública a los allegados de la víctima en la que les pedía perdón en nombre de la familia y defendía que «siempre hemos tratado de inculcar a nuestro hijo sentimientos contrarios a los que le han llevado a esto».

El hermano del policía asesinado, Joaquín, agradece el gesto. «Los padres eran dos personas que no tenían la culpa de nada. Él era mayor y sabía lo que hacía. Fue un acto de valentía por parte de los padres que les honra. En esa medida se lo agradecemos, aunque nunca hemos tenido contacto con ellos».

Cada nueva muerte violenta removía sus heridas. «Muchos murieron después y te ponías en la piel de cada uno, en lo que estaba pasando esa familia», admite Joaquín Samperio, que opina que «se sigue utilizando a las víctimas por todas partes». «Hay que luchar para que no se olvide lo que pasó pero no se puede utilizar el dolor. Hay que pensar en a quién le interesó todo esto», reflexiona.

Joaquín Samperio defiende que «quien la haga, la pague» y reconoce que es «un alivio» saber que el suyo es un caso resuelto «y con su condena». «Sigo teniendo las mismas preguntas que tenía hace 25 años. ¿Por qué mataron a mi hermano? ¿Para qué? España sigue teniendo la misma composición territorial, las autonomías se han desarrollado... Todo sigue igual. ¿Para qué? Una vez se lo pregunté a una persona de ese mundo y coincidíamos. Me pidió perdón y él no tenía nada que ver con el atentado».

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