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«Tenía una mente muy ordenada que hacía honor a ese mito alemán de cabeza cuadrada. Le llamaban 'el tanque' por su fortaleza. Era muy enérgico debatiendo, pero convencía con razones. Los del PNV solían decir: 'No nos mandéis a Casas, que nos convence'. Él ... decía que no tenía enemigos, solo adversarios políticos. Era un líder nato, que se convirtió en un referente desde el principio. Su despacho era el confesionario, siempre tenía tiempo para los militantes».
Este testimonio de Barbara Dührkop, la viuda del senador socialista asesinado por los Comandos Autónomos Anticapitalistas en San Sebastián el 23 de febrero de 1984, es solo un pequeño ejemplo del amplio relato que compone el periodista y escritor Pedro Ontoso en su libro 'Enrique Casas, un socialista entre balas', promovido por la Fundación Ramón Rubial.
Este nuevo trabajo de quien fue periodista de EL CORREO se presentó ayer en San Sebastián, de la mano del propio autor, acompañado por la secretaria general de los socialistas vascos, Idoia Mendia; la viuda del político del PSE de Gipuzkoa, la exeurodiputada socialista Dührkop, así como la presidenta de la Fundación Rubial, Eider Gardiazabal, que asistió de modo virtual.
Si algo quedó claro en el acto de ayer es que a Casas le mataron «por ser socialista, por dar la cara, por encabezar la rebelión de resistentes democráticos desde cada ayuntamiento, a pie de calle, frente a la barbarie», citó Mendia, autora del prólogo. La dirigente socialista puso el acento en «el objetivo político» de los crímenes de ETA y de «sus subcontratas», el «intento de aniquilación» del diferente, «un intento muy específico con los socialistas con el fin de que desapareciéramos».
Ontoso coincide en el libro en la misma reflexión que ayer resumió en la presentación en un intento de responder al por qué del asesinato. «Está claro que no le eligieron al azar, sabían dónde golpear para hacer el mayor daño posible. Era pegar un bocado en el corazón del partido. Le mataron porque era la cabeza del socialismo guipuzcoano y porque era el futuro del socialismo vasco», detalló. «Los propios asesinos reconocieron que era la pieza insustituible», como recoge el sumario judicial, más de mil páginas que Ontoso ha leído varias veces para escribir el libro. Lo que sus asesinos no pudieron impedir, evocó el autor, fue que se expandiera «el espíritu Casas, el de la resistencia, el de no hincar las rodillas, promover la pluralidad, defender los derechos humanos...».
La viuda de Casas agradeció a Ontoso su «brillante trabajo», que ya están leyendo sus cuatro hijos. Destacó que el libro plasma perfectamente «el retrato de un hombre libre, cabal y con ideas claras que defendía sin miedo». Dejó además un mensaje para las nuevas generaciones: «Cualquier manifestación violenta verbal o física que arremete contra los que no son de la 'cuerda', contra los que son diferentes o los que vienen de fuera, es un signo de totalitarismo».
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