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Los terroristas colocaron el coche bomba frente al apeadero de Renfe del barrio donostiarra de Martutena. nacho artero

20 años del doble asesinato de ETA camino del trabajo

Los terroristas querían matar al edil del PSE Iñaki Dubreuil pero el coche bomba de Martutene segó la vida de dos empleados de Elektra

Lunes, 22 de febrero 2021, 07:25

El 22 de febrero de hace veinte años era Jueves Gordo, pero apenas había arrancado la mañana, cuando el día se torció de la manera más trágica. Minutos antes de las ocho, ETA hizo estallar un coche bomba cerca del apeadero de Renfe del barrio ... donostiarra de Martutene. Iba dirigido al concejal del PSE-EE en Ordizia Iñaki Dubreuil, pero la fuerte explosión acabó asesinando a dos trabajadores de la empresa Elektra, el tolosarra Josu Leonet Azkune y el vecino de Ikaztegieta nacido en Galicia José Ángel Santos Laranga.

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Los tres habían bajado del tren de cercanías y cruzaban la carretera camino de sus respectivos trabajos cuando la deflagración alcanzó de lleno a Leonet y Santos. Dubreuil, que se dirigía al centro ocupacional Sartu, donde impartía clases a jóvenes en paro, salvó la vida por poco, pero sufrió múltiples heridas de metralla en el cuerpo y quemaduras de primero, segundo y tercer grado en la cara, la cabeza y en las manos. También resultaron heridos de gravedad Igor Larrea Olano y José Ignacio Urrestarazu, compañeros de Josu y José Ángel. De menor gravedad: Ignacio Urdangarin Mugika, Aranzazu Pérez Cayetano y Sandra Viejo Lorente.

«Abrí los ojos y, al ver el cielo azul, pensé: 'Estoy vivo'». Con estas palabras describió Dubreuil tiempo después el momento en el que, caído en el suelo, logró reaccionar tras la explosión. Se incorporó, miró hacia atrás y pudo ver mucho humo, varios cuerpos en el asfalto y el vehículo ardiendo en medio de la carretera. De inmediato se dio cuenta de la gravedad del atentado y que iba dirigido a él. Su preocupación era que aquella bomba «había tenido que pillar a mucha gente», pero hasta pasar unas cuantas horas no le dijeron nada. Su escolta fue el primero en dar la voz de alarma. Dubreuil podía andar y hablaba. Pidió un teléfono móvil para llamar a su mujer. La tranquilizó.

El vehículo bomba, un Renault 18 cargado con más de diez kilos de explosivo, había sido aparcado la madrugada anterior en batería a la altura de la parada de autobús de la línea Hernani-San Sebastián, a pie de una de las villas que da a la carretera general. Leonet y Santos, igual que Dubreuil y su escolta y la mayoría de los heridos hacían a diario el mismo recorrido para llegar a sus centros de trabajo. Cerca de ellos caminaban también trabajadores de otras empresas. Compañeros de los dos asesinados comentaron tras el atentado que el terrorista que había dado al botón había tenido que ver lo que iba a hacer. «Ha visto que pasaba gente, seguro, porque esa gente venía andando. Ha tenido que ver lo que hacía», gritaban sin dar crédito a lo ocurrido.

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Un mes «maldito»

Las mujeres de Josu y José Ángel se enteraron por la radio de lo ocurrido. Nadie les avisó. Leonet, de 31 años, era padre de un bebé de diez meses. Fue relacionado en un primer momento con Euskal Herritarrok, extremo que fue desmentido categóricamente por su familia. Su hermana Idoia Leonet, entonces alcaldesa del PNV en Beizama, aseguró en todo momento que su hermano era totalmente apolítico. Santos Laranga, de 40 años, estaba casado y no tenía hijos. Trabajaba en la compañía Beysa, subcontratada por Elektra. Había nacido en Porto do Son, en A Coruña, emigró cuando tenía cinco años con su madre a Pasaia, poco después del fallecimiento de su padre ahogado en un accidente marítimo.

El atentado causó una profunda conmoción en Martutene, barrio situado a menos de un kilómetro de Loiola, donde ETA había asesinado hacía menos de un mes al cocinero civil de la Comandancia de Marina de San Sebastián Ramón Díaz García. También era un día simbólico para el socialismo vasco, ya que se cumplía el primer aniversario del asesinato del exvicelehendakari y portavoz del PSE-EE en el Parlamento vasco, Fernando Buesa.

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El entonces alcalde de Donostia, Odón Elorza, recuerda aquel día con enorme tristeza. En el PSE-EE estaban preparando el acto en memoria del senador Enrique Casas, asesinado el 23 de febrero de 1984 también en la capital guipuzcoana, y acababan de recordar a otro compañero, Fernando Múgica. «Febrero se acabó convirtiendo en un mes maldito», rememora. Miles de ciudadanos salieron a las calles de San Sebastián para expresar su indignación por el asesinato de Martutene al día siguiente. La marcha fue secundada por todos los partidos menos EH.

Los asesinados

Josu Leonet Azkune

Trabajador de Elektra de 31 años, casado y padre de un bebé de 9 meses.

José Ángel Santos Laranga

Trabajaba en una empresa subcontratada por Elektra, tenía 40 años y estaba casado y sin hijos.

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